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Sueños

La tumba vegetal

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Las denuncias de alienación (ya tardías, ya anacrónicas) nunca consideraron lo suficiente la opresión significativa que resulta del imperio forzoso del tiempo libre vacacional, que es una esclavitud ligada al consumo y al gasto de los excedentes, o peor aún, al ahorcamiento crediticio y sus cuotas indexadísimas. Estoy viviendo unos días en una casa que no elegí, sometido a sueños que no comprendo. Anoche comencé a ver una serie en Netflix, tan mala como todas, pero está nacida de una idea genial, que es por supuesto ajena. Se trata de Mesías, una melosa y pegajosa alegoría sobre la incomprensión con que el mundo contemporáneo trataría a Jesús si este decidiera volver a vivir en nuestro planeta. Donde este Mesías profiere alguna banalidad impracticable, los aparatos de inteligencia de los distintos Estados leen un mapa de conspiraciones, tejen lo que no hay, aportan sentido donde solo obra la alegoría. El texto mejora mucho cuando a cambio de los diálogos recibimos el beneficio de alguna cita bíblica, prosa de la mejor categoría. La idea es ajena, decía, porque traslada el argumento de una novela brillante de Graham Greene (era Nuestro hombre en La Habana, ya no me acuerdo), en la que un vendedor de aspiradoras lleva el plano de una de sus máquinas a fabricarse en Cuba durante la dictadura de Fulgencio Batista, y el aparato represivo cubano encuentra el plano y lo toma por el mapa de la casa de Gobierno.

Antes de viajar a estas playas, me estuve acordando de J.K. Huysmans y de su novela, traducida como Al revés, Contra natura y A contrapelo. Su protagonista, Des Esseintes, es un rentista ocioso que vive perfectamente encerrado, disfrutando del goce de los sentidos y de la imaginación, y que un día, para variar, decide emprender un viaje. Su mucamo, por supuesto, se ocupa de todas las cuestiones prácticas, pero a Des Esseintes el mero contacto con la deceptiva realidad lo disuade. Al llegar a la estación, cuando su hombre está a punto de cargar las valijas, manda emprender el retorno. No hay viaje como los que proporciona mi imaginación, dice.

Lo que me recuerda… Anoche soñé que estaba en una especie de vivero que era un cultivo de almas. Alguien se me acercó y me preguntó dónde estaba la planta que guardaba el alma de su hijo. Yo era el responsable de la muerte del niño, y cuando fui a indicarle la tumba vegetal, me equivoqué de planta y él lo supo. En el sueño, entendí que la culpa me acompañaría eternamente, infinitamente.

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