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Larga marcha hacia 2017

Hay una nueva relación de fuerzas y el Gobierno tomó nota. La economía real y el voto del Senado.

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Los historiadores de los medios tendrán que analizar muchas horas de noticieros televisivos para encontrar casos similares a la cobertura en directo de los allanamientos en las propiedades de Lázaro Báez de estos últimos días. Báez se ha convertido en un caso testigo, pues va mucho más allá del enriquecimiento ilícito de un empresario para transformarse en el emblema de la corrupción en estos años. En este contexto, se busca conectar en forma creíble al titular de Austral Construcciones con Cristina.

El macrismo, a esta altura de los acontecimientos, ha dejado atrás la consigna de sólo mirar para adelante, para en cambio poner un ojo en el espejo retrovisor focalizando los movimientos de la ex presidenta. Razones no le faltan, en este extraño clima político pleno de violencia simbólica que vive la Argentina, Cristina es la única dirigente en condiciones de movilizar, de trasladar la política de los conciliábulos a la calle.

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Confrontación. El regreso de Cristina a la escena pública ha producido varios efectos. Quizás el principal es que ha fortalecido a los halcones del macrismo, quienes consideran que la dialéctica de la confrontación le da entidad política a su espacio y ordena las internas, Elisa Carrió incluida. Paradójicamente, la confrontación es la misma línea de pensamiento que el kirchnerismo enarboló durante la década larga. Enfrentarse a los poderosos, a las corporaciones, y a los medios hegemónicos, fue la consigna K, y parcialmente su política. El kirchnerismo reemplaza ahora a este grupo variopinto de personas y sectores en esta nueva táctica macrista. No hay ausencia de lógica en este razonamiento, si en un poco más de un año tendrán que enfrentarse con Cristina en las elecciones de la provincia de Buenos Aires. Será una larga marcha de desgaste, el objetivo es que Cristina llegue lo más maltrecha posible o que incluso desista de su candidatura.

Las elecciones en la provincia de Buenos Aires siempre han sido un acontecimiento decisivo para los gobiernos nacionales. Se puede recordar lo que significó para Alfonsín el triunfo de Cafiero en 1987, o el propio de Cristina sobre Chiche Duhalde en 2005, cuando en el aquel 23 de octubre realmente nacía el kirchnerismo en la vida política argentina. Incluso todavía resuena la derrota del mismo Néstor Kirchner encabezando la lista testimonial, contra Francisco de Narváez en 2009, y el triunfo de Sergio Massa contra Martín Insaurralde en 2013. Finalmente, ¿acaso hoy sería presidente Daniel Scioli, si María Eugenia Vidal no hubiera derrotado a Aníbal Fernández?

Regreso. Sin embargo, Cristina tiene como principal adversario a sí misma, por tres razones:

1- El tiempo político, el timing. Su regreso a partir del acto de Comodoro Py, es probablemente prematuro, en un momento que Macri mantiene el apoyo mayoritario de la sociedad, aun con medidas antipáticas.

2 - La necesidad de autocrítica. Su segundo gobierno será más retratado por los libros de historia por el cepo cambiario, que por las políticas de corte progresista. La fórmula de aferrarse a ciertas ideas y formas de establecer la conducción política en forma atemporal, es problemática aunque hayan sido exitosas en algunos momentos clave.

3- La necesidad de pasos al costado. Muchos de los dirigentes que acompañaron el proceso en los últimos tiempos tienen un gran descrédito en la sociedad, ¿podrá Cristina pedir ese “baño de humildad”?

La micro del hogar. Sin embargo, para el resto de la sociedad, la disputa macrismo – kirchnerismo comienza a ser vista como un conflicto al interior de la clase dirigente. El foco principal del ciudadano de a pie ya es la economía doméstica, el día a día, llegar a fin de mes, reduciendo los gastos innecesarios para el hogar. Pero estos gastos suspendidos significan una reducción de ingresos en otros sectores de la economía que sufren de inmediato cuando el consumo se retrae, por ejemplo gastronomía y entretenimiento. Esta situación se agudiza por el temor al desempleo que funciona desalentando las compras y gastos innecesarios.

El Gobierno no es sordo y, con su estilo, ha tomado nota de esto. La promesa de estabilización y mejor desempeño de la economía en el segundo semestre corre el riesgo de quedar en la nada si se pasa de la retracción a una recesión que puede durar varios años, y que genere una tensa situación social, como sucediera entre 1998 y 2001. La salida que Macri eligió es que el motor de reactivación de la economía pase por la obra pública. Esto implica un triunfo de los sectores más keynesianos por sobre los liberales, que decepcionados tildan al Gobierno de “socialdemócrata”.

Para relanzar la obra pública, detenida prácticamente desde 2014, el Gobierno cuenta con el endeudamiento externo acompañando la decisión de reducir la emisión monetaria. La demandada colocación de bonos en el exterior para pagarles a los Fondos Buitre y la colocación de Lebacs en el mercado interno parece darles la razón. Es cierto que en un mundo frío y con tasas de interés negativas, el sistema financiero internacional apostará con entusiasmo a la compra de bonos argentinos a una tasa de siete u ocho puntos en dólares. Muchos dirán que es justo pagar estas tasas para un país defaulteador como la Argentina, pero para el capital especulativo la historia es relativa, los negocios se miran día a día.

El rearme de la oposición. Para finalizar, entre la lectura del temor social al desempleo, los despidos en los sectores público y privado y el retorno de Cristina, la oposición comienza a despabilarse, tomando distancia del Gobierno. En este marco, la aprobación en el Senado por amplia mayoría de la ley “antidespidos” encendió todas las alarmas en el oficialismo por dos razones principales.

1- Una medida como ésta, con fuerza de ley sería una pésima señal para los inversores internacionales (aunque sean financieros) que habían colocado al Gobierno en la casilla “pro-mercado”.

2 - La posible sanción de esta ley recuerda la desigual correlación de fuerzas que tiene el macrismo en el Congreso, que había sido olvidada en la reapertura de la Ley Cerrojo. Incluso algunos ya realizan los cálculos para saber si las cámaras cuentan con las dos terceras partes para confirmar la ley, a pesar del veto que caería de maduro.

*Sociólogo, analista político.@cfdeangelis