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Las ciencias oscuras

El mago del Kremlin resulta así una especie de manual para entender las razones de Putin y su naturaleza profundamente rusa.

16-4-2023-Logo Perfil
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Sin saber de qué se trata, leo El mago del Kremlin, un libro exitoso y premiado del ítalo-franco-suizo Giuliano da Empoli, profesor de Ciencias Políticas, que en Francia se estudian en una universidad que se llama Sciences Po, siguiendo la afición que tienen los franceses por las abreviaturas cool. Da Empoli no solo enseña su disciplina, también la practica, ya que fue asesor de Matteo Renzi, primer ministro italiano entre 2014 y 2016. Pero también la convierte en ficción, como lo demuestra este libro, una monografía sobre el poder en Rusia, especialmente sobre el inesperado ascenso de Vladimir Putin y la consolidación de su figura como el nuevo zar ruso. Si algo está claro en el pensamiento de Da Empoli, es su convicción de que las letras y la política no son incompatibles, de que los intelectuales tienen algo que decirles a los que gobiernan. Al contrario: aunque El mago del Kremlin es de una poderosa ambigüedad, sirve para darse cuenta de que la famosa casta, de la que tanto se habla en estos días, no solo incluye burócratas y millonarios, sino también intelectuales, gente capaz de funamentar frases como esta: “Esa idea de que las personas públicas deben llevar una vida de gente pobre es profundamente inmoral. El Estado debe mantener su estatus. Nuestra obra maestra ha sido la construcción de una nueva elite que concentra el mayor poder y la mayor riqueza”. En esa elite, hay un lugar también para los profes de Siencies Po.

Da Empoli le ofrece al lector la posibilidad de espiar las bambalinas del mundo del poder, el dinero y el lujo desde el círculo de los ilustrados, de los que leyeron a los grandes autores y son capaces de utilizarlos servir a los poderosos. “La verdad es que siempre he conspirado a favor del poder, nunca en contra. Está en mi naturaleza”.

Quien dice eso es Vadim Baranov, el mago del Kremlin, al que el libro otorga la palabra para que cuente su vida. Es un egresado de la Academia de Artes que ingresa en el círculo de Putin gracias a un amigo publicista que luego cae en desgracia porque piensa equívocamente que puede manejar a un personaje que posee un instinto del poder tan feroz como el del nuevo zar. Baranov empieza citando a Yevgueni Zamiatin, autor de la muy disidente Nosotros, una de las grandes novelas políticas de la historia, pero termina festejando el cinismo de Limonov y haciendo una apenas disimulada apología del dictador. Aunque cada tanto nos recuerde que Putin es un autócrata y un autócrata no tiene escrúpulos, aunque Baranov se retire de su lugar de asesor para consagrarse a leer y a criar a su pequeño hijo, los verdaderos villanos de la novela son Gorbachov y Yeltsin, quienes creyeron que Rusia podía seguir el camino de las democracias occidentales, como cree también el iluso Kasparov, a quien Baranov le da una lección de política. Y también los ucranianos, unos antisemitas manipulados por la CIA que quisieron instalar en la frontera rusa una base de la OTAN. El mago del Kremlin resulta así una especie de manual para entender las razones de Putin y su naturaleza profundamente rusa. De Empolli hace de él no solo un líder respetable, sino un líder necesario. El mago del Kremlin, una novela de la intelligentsia, podría ser una buena demostración de que las ciencias políticas son ciencias abyectas.

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