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Las cuentas de la Educación

Los docentes deben tomar noción de qué poco llega a sus bolsillos de lo que pagamos en impuestos destinados a ellos.

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Una multitud de docentes participó de la última marcha | AP

Hace años que en todos los inicios de ciclo lectivo de escuelas públicas se libra la misma batalla: gremios de la educación contra el Gobierno de turno, siempre con el mismo reclamo: salarios dignos para los docentes. Si los salarios siguen siendo bajos tras tantos reclamos hay dos opciones: (I) todos estos años de inflación han licuado el salario real o (II) a pesar de haber gozado de aumentos acordes a la inflación, como país no destinamos suficientes fondos a pagar salarios.

La primera opción fue analizada en detalle por el economista Federico Muñoz para el período 2011-2016. De su análisis se desprende que “al cierre del año pasado, el maestro jornada simple con diez años de antigüedad (el caso más representativo) percibía un salario de bolsillo levemente inferior a $ 11.000” que “prácticamente equipara al salario real promedio de los últimos seis años”.

Otro economista, Diego Giacomini, recientemente analizó en Twitter la evolución del salario real en nuestro país para el mismo período, y concluyó que se redujo 10%. Por lo tanto, podría decirse que al menos en los últimos 5 años, los reclamos de los sindicatos educativos han sido tenidos en cuenta, permitiéndole a sus afiliados preservar su salario real mucho mejor que el trabajador promedio.

Ahora bien, si los salarios se han mantenido, nos quedaría la segunda opción, que como país nunca hayamos invertido lo suficiente en educación para pagar salarios dignos a sus trabajadores. Tomando datos del Ministerio de Educación y el Ministerio de Economía, se desprende que entre 2004 y 2015 el gasto público consolidado en Educación Básica (excluye universidades) pasó de representar 2,9% a 5,0% del PBI, un aumento mayor al 72%. En el mismo período, el gasto únicamente en salarios se incrementó del 2,5% al 4,0% del PBI, una cifra que para el promedio de los países de la OCDE en 2011 era del 3% del PBI, 25% menor.

El aumento de la torta salarial de la educación durante el gobierno anterior fue notable, inclusive comparándonos con países desarrollados. Por ende, si hay algo que no le pueden reclamar los trabajadores de la educación a los contribuyentes es mayor esfuerzo fiscal.

Dado que ninguna de las dos hipótesis iniciales permite explicar los bajos salarios docentes, queda una última alternativa: que de una torta salarial muy grande, saque su parte cada vez más gente. Analizando datos del período 2004–2015 de los Anuarios Estadísticos para la Educación Común de todo el país, se torna evidente el inexplicable aumento de los cargos docentes en el último tiempo. En los 12 años estudiados, la cantidad de alumnos en escuelas públicas creció 7%, en línea con el 6% que creció la población en edad escolar (entre 2 y 18 años), pero muy por debajo del 28% que se incrementó la matrícula privada. De los 1,2 millones de jóvenes que se sumaron al sistema educativo, el 60% fue al sector privado, un porcentaje muy elevado considerando la dificultad que implica acceder al mismo para gran parte de la población.

Mientras tanto, en el sector público se crearon nada menos que 125.000 cargos docentes, equivalente a un cargo por cada cuatro nuevos alumnos, 31% de incremento mientras la matrícula sólo aumentó 7%. Discriminando entre las distintas categorías de cargos docentes la evolución es aún más llamativa. Los cargos “Frente a Alumnos”, aquellos docentes que dan clase, aumentaron 19% mientras que los cargos de “Dirección, Apoyo y Personal Único” se incrementaron 56%.

El mismo análisis para la provincia de Buenos Aires, la más conflictiva y significativa por cantidad de alumnos y trabajadores, es aún más sorprendente. Los docentes “Frente a Alumnos” se redujeron 7% mientras que los cargos auxiliares y de dirección crecieron 45%. Al igual que a nivel Nacional, entre 2004 y 2015 el gasto en salarios educativos provinciales no paró de subir pasando del 0,8% al 1,4% del PBI.

Considerando todo lo expuesto, los verdaderos docentes que se paran frente a un grupo de chicos a dar clase todo el año, deberían recibir explicaciones de sus representantes gremiales que permitieron semejante incremento de cargos de parte de los Ministerios de Educación provinciales, sin el menor interés por la calidad de la educación brindada. Es importante que los docentes tomen noción de qué poco llega a sus bolsillos de lo que pagamos en impuestos destinados a ellos. En 2016, considerando la caída del PBI, el gasto estimado en los 936.000 salarios estatales del sector educativo fue de casi US$ 23.000 millones. Por lo tanto, en promedio se gastó $27.700 por mes (13 sueldos) en cada empleado educativo, mientras que el sueldo de bolsillo del docente más representativo fue de $11.000, en el medio se perdió casi el 60%.

(*) Economista. Fue uno de los voluntarios no docentes que se ofreció apara que comiencen las clases.