COLUMNISTAS
Defensor de los Lectores

Las ‘fake news’ pueden enturbiar las elecciones

20181021_trump_bolsonaro_cedoc_g.jpg
Ejemplos. Trump y Bolsonaro demuestran el peso de las noticias falsas en la gente. | cedoc

La generación de noticias falsas (fake news) y su impacto sobre la vida cotidiana de las personas, sobre sus preferencias políticas y sus conductas sociales y electorales, está en un permanente proceso de mutaciones, lo que hace cada vez más difícil identificar estas verdaderas intrusas en los medios de comunicación, sean ellos tradicionales (diarios, revistas, radios, televisión, agencias informativas) o virtuales (redes sociales, aplicaciones sofisticadas en nuevas tecnologías).

La revelación del diario Folha de São Paulo acerca de la muy probable participación de un poderoso empresario en la campaña electoral brasileña a favor del candidato Jair Bolsonaro, haciéndose cargo del costo operativo y la organización de una asombrosa red de comunicación por vía WhatsApp (casi la mitad de los brasileños se informan por esta red, que cobija a 120 millones de personas en el vecino país), pone en evidencia que la difusión de fake news ha dejado de ser un fenómeno menor para erigirse en una suerte de aplanadora que arrasa todo lo cierto e induce al electorado en un solo sentido. El problema es que no parece haber manera de frenar esta invasión, que ha capturado también a no pocos medios en todo el mundo.

Así como hace años se afirmaba que “si no está en la televisión, no existe”, en los tiempos que corren esa definición es casi idéntica, pero con las redes sociales reemplazando a la televisión.

La nota de ayer en las páginas 34 y 35, sección Internacionales (https://www.perfil.com/noticias/internacional/empresario-pro-bolsonaro-nego-financiar-fake-news.phtml), reproduce buena parte del informe de Folha y aporta detalles sobre el mecanismo que se está empleando (aunque el presunto financista e inspirador lo haya negado) para influir en favor de Bolsonaro y contra su rival en la segunda vuelta, Fernando Haddad. Vale la pena leer el artículo en su totalidad, porque la estrategia comunicacional es tan novedosa, enmarañada y a la vez sutil que deja en el pasado –irremediablemente– los intentos tendientes a neutralizar la fortaleza de este novedoso e ilegítimo instrumento.

Hace dos años se reunieron expertos en libertad de expresión y opinión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Organización de Estados Americanos (OEA), la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) y la Comisión Africana de Derechos Humanos. En una declaración conjunta sobre “libertad de expresión y noticias falsas, desinformación y propaganda”, los relatores definieron como “inquietante” que se implementen “para confundir a la población e interferir en su derecho a recibir información variada y formarse su propia opinión”. En aquel momento, el creciente empleo de noticias falsas influyó de manera decisiva en la campaña electoral que llevó a

Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, tal como fue investigado y comprobado por los principales medios de comunicación. Tal vez resulte temerario afirmar que la difusión de las fake news en perjuicio de su adversaria electoral Hillary Clinton influyó de manera decisiva en el resultado electoral, pero es seguro que en buena medida lo hizo, y que este desafío a la ética comunicacional parece estar mejorando, aún más, su nivel de efectividad y virulencia.

En 2019 habrá en estas tierras buenas y malas artes para llegar a los comicios. Fake news incluidas.

Asch. La lectora Mabel Pagano pregunta en su correo publicado hoy el porqué de la ausencia de la columna con la cual Hugo Asch ocupaba la contratapa del suplemento Deportes. A partir del día 21 de octubre, ese espacio llevará la firma de la periodista Luciana Rubinska.