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Las grietas

La novela transcurre en Finlandia en un año particularmente denso y le brinda al lector la oportunidad de asomarse a un país casi desconocido.

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Me contaron en la librería Waldhuter que uno de estos días se presentará allí la novela Espejismo 38, de Kjell Westö, y que la Embajada de Finlandia ofrecerá un cóctel con comida típica de ese país. No podré estar, pero es una gran oportunidad para romper la tendencia de esas ceremonias que cada vez se hacen más austeras.

Hace poco tuve la oportunidad de asistir a una de ellas, la presentación del Diccionario crítico de los años 70, de Gustavo Noriega, donde el alimento fue puramente espiritual, y el vino, espantoso. Pero valió la pena, porque este libro incisivo, preciso y ampliamente documentado merece no sólo ser leído sino acompañado como lo estuvo por dos personas lúcidas y valientes como Graciela Fernández Meijide y Luis Alberto Romero. El acto tuvo algo de misa laica, en el sentido de que la mayoría de quienes estuvimos ahí creemos que la posibilidad de que la Argentina tenga un futuro sin grietas depende en buena medida de que su sistema político e institucional está regido por la universalidad de los derechos humanos. Haberlos ignorado en los 70 o cooptado y manipulado décadas más tarde es el fundamento último de la violencia de entonces y del desgraciado malestar actual.

Noriega empieza su libro con la frase: “En los 70, la Argentina se volvió loca”. Trescientas páginas más tarde, ha acumulado suficiente información sobre los disparates cometidos en esos años, las ideas que les daban sustento y los personajes que las interpretaron como para que el lector se convenza de que esa afirmación es irrebatible. Sin embargo, aunque Noriega no diga eso, tenemos tendencia a pensar que vivimos en un lugar donde pasan cosas extraordinarias que no tienen parangón en otras partes.

Por eso viene a cuento el libro de Westö, una de esas novelas que mezclan las peripecias de los personajes con su circunstancia histórica y las condimentan con toques de intriga, morbo y suspenso. Pero transcurre en Finlandia en un año particularmente denso y le brinda al lector la oportunidad de asomarse a un país casi desconocido. Finlandia era entonces muy pobre y su elite económica y cultural hablaba sueco (de hecho, Westö escribió siempre en sueco). Espejismo 38 se ocupa de la tremenda división en la sociedad finlandesa producida por la guerra civil de 1918, que enfrentó a los comunistas con los conservadores (Westö está considerado como el gran cronista épico de los años de guerra a partir de la novela Donde una vez caminamos). Tras varios episodios de terror rojo y terror blanco, ganaron los conservadores y encerraron a 80 mil adversarios de ambos sexos en campos de concentración donde al menos 15 mil murieron de hambre (Espejismo 38 se ocupa de esa barbarie y sus secuelas). Después, Finlandia tuvo una guerra con la Unión Soviética, que ganó con la ayuda de la Alemania nazi. Pero al finalizar la Segunda Guerra Mundial los rusos impusieron sus condiciones y, durante muchos años, Finlandia fue una especie de protectorado soviético, con gobiernos más o menos títeres, del que recién terminó de salir tras la caída del Muro. Si algún país tuvo entre sus habitantes una grieta ideológica enorme, ése fue Finlandia. Y ahí está, convertido en un país próspero y pacífico, aunque lleno de tristezas, secretos y misterios según se ve en las películas de Aki Kaurismäki.