Las ideas, encadenadas entre sí, acaban convirtiéndose en ideologías cerradas. El líder de moda rompe los huevos, amasa la doctrina que sus ayudantes bajan a consignas, rocían a gusto con un salero de palabras como “pueblo”, “patria”, “liberación”, hornean en grupo de fanáticos a fuego máximo y, entre banderas y gritos enfervorizados, se consume.
Al tiempo, el menú cae. La receta, para abaratar el costo de revisión, reemplaza carne de ideas frescas por sapos. Pero calma el hambre de “verdades” y la angustia de la incertidumbre.
Hitler, Stalin, Franco, Mussolini, Castro, Videla, Galtieri y todos los del Canal Gourmet de la historia se pensaron del lado de los “buenos”, que ofrecían en su momento soluciones prácticas y saludables. Montoneros, ERP, Firmenich, Gorriarán, Verbitsky fueron responsables políticos de justificar la muerte, de enemigos o de militantes propios, en una “contraofensiva”. Ellos, jefes, sobrevivieron en la cocina, se quedaron con el “relato” de la receta.
Ahora, algunos sin convicción admiten que estaban “equivocados”. Aun así, reivindican los ingredientes “ideales” de la “juventud maravillosa”. No lamentan la “equivocación”, la intoxicación de sapos que costó la vida a miles de pibes.
Los asesinatos más crueles, las torturas, las desapariciones masivas de personas, la corrupción que acabó matando también a miles de inocentes, los robos sostenidos de organizaciones mafiosas bajo el control de burocracias sindicales, todo, se ha hecho y se hace bajo una supuesta “ideología”. En nombre de “la revolución”, del “mercado”, del “Estado”, de “los derechos de los trabajadores”, del liberalismo, del socialismo, del peronismo, del menemismo, del kirchnerismo y de todas las versiones de lo mismo.
Ahora se ofrece “populismo” y “progresismo”. ¿Cómo podrían explicarle a alguien que tiene ideas propias el “progresismo” de los Kirchner, que primero votaron la privatización de YPF, se quedaron con 800 millones por eso y luego, ya presidentes, decidieron compartirla con la familia Eskenazi y con la española Repsol, y al fin la estatizaron nuevamente y ahora reparten con Chevron. El único “progreso” se advierte en sus cuentas bancarias y en las de los amigos del poder, empresarios y sindicalistas.
Si a eso, sólo por dar otro ejemplo, le sumás lo que se hizo con Aerolíneas Argentinas –privatizada, regalada, estatizada nuevamente al costo de perder, todavía hoy, 3 millones de dólares por día– ahí tenés, también, pérdidas en miles de viviendas, en educación, en transporte, en salud. Y en vidas perdidas por causas evitables. Y en vidas perdidas a la espera de lo que nunca llegó.
Está el video. El diputado Héctor Recalde dice a Roberto García en su programa La mirada: “Roberto, grabá este programa: el año que viene Aerolíneas va a dar ganancia y voy a venir a recordarte que te lo dije”. Eso fue hace cuatro años. Héctor es el padre de “Marianito” Recalde, presidente de Aerolíneas Argentinas, a la que administra con la “ideología nac y pop” de La Cámpora.
Ponele que fue otro “error” y que lo que iba a suceder en un año va a tardar diez. Pero, ¿cuántos son los muertos que deja cada “equivocación? ¿Quién paga por ellos? ¿Devuelven la plata? ¿Compensan con años de cárcel? ¿Se avergüenzan, al menos? ¿Renunció el diputado Recalde por esa “equivocación” o se presenta ahora nuevamente a elecciones para renovar su mandato?
Las contradicciones “ideológicas” no resisten la información que circula por las redes sociales, ni la ironía demoledora que las desnuda. La realidad siempre se observa desde algún lugar, sí, desde la edad, desde la experiencia o desde el tiempo que te toca, sí, pero siempre caminando y mirando con tus ojos. La ideología encubre, son las ideas las que descubren. Y las ideas no se atan.
*Periodista, coordinador de los medios públicos de la Ciudad.