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Falta de consenso

Las lecciones correctas

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2011. Cristina Kirchner arrasó en las elecciones de ese año. | cedoc

Hace un siglo que Argentina está encerrada en un tobogán recurrente del cual no logra escapar. A una sobrevaluación crónica del tipo de cambio real (TCR), sobreviene una brusca devaluación cíclica.

El atraso impide la diversificación productiva y al chocar con la restricción externa, detona una crisis de balanza de pagos. Los vaivenes socavan la confianza en los gobiernos y en la moneda nacional, lo que alimenta la fuga y la inflación.

La actual crisis económica lleva 10 años de gestación, cuando “se nos vino el mundo encima”. Se interpretó que los motores del crecimiento hasta entonces estaban por apagarse. Para mantener tasas chinas era tiempo de otros nuevos: gasto público y consumo. Luego de 2001, el 2009 fue la mayor recesión pre-pandemia. Los estímulos estatales estaban justificados.

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Para 2010 la crisis internacional era un mal trago: los términos del intercambio mejoraron, gracias a los rescates de la FED y del BC europeo. El modelo consistió en forzar a los nuevos propulsores. El salario en dólares creció 73% entre 2009 y 2012. La apreciación del TC fue del 50%. Sirvió electoralmente: en 2011 CFK arrasó. Aunque a expensas de la competitividad. Populismo cambiario.

La historia es conocida. El atraso sustituyó nacional por importado, expectativas devaluatorias, sangría de divisas, y un cepo progresivamente más restrictivo. Hacia el 2015 las reservas netas del BCRA eran 0. Derrota electoral en manos de una fuerza debutante. El fracaso económico se volvió político.

Ante la erosión de las reservas se encontró en un círculo vicioso: más cepos, menos reservas

Asumió Macri con la promesa de la lluvia de inversiones. La fe en crecer con ahorro externo es atractiva al sentido común, y es un camino validado por la teoría convencional. A una crisis ya lanzada, el macrismo echó nafta al fuego.

El ingreso descontrolado de capitales agravó los problemas de competitividad. La desregulación financiera, fue acompañada por una política de tasas siderales que buscaba atraerlos. No hay aparato productivo que resista la combinación de elevadas tasas de interés y TC apreciado. Mientras los dólares entraron, el éxito en las urnas fue seguro. Al populismo cambiario se le sumó la especulación financiera.

Los déficits corrientes y la fuga de capitales tuvieron correlato en la deuda externa. La fragilidad en aumento. Faltaba un detonante para las devaluaciones desordenadas. La pelea de Trump con Xi Jinping, la lira turca, la tensión entre las Coreas. Argentina llevaba tiempo en off-side. Y otra vez la debacle económica devino en electoral.

CFK dejó la chequera. Macri ni eso. Alberto asumió con vencimientos impagables. La reestructuración incluyó deuda tomada dos años antes. Para sacar a la economía de “terapia intensiva” había que terminar con la usura. Pero asoló la pandemia. La asistencia del gobierno fue vital, aunque sin alternativa más que la monetización del gasto Covid-19. La inconsistencia entre la emisión y tasas de interés bajas erosionaron las pocas reservas. Se entró en un círculo vicioso: más cepo, menos reservas.

Lo central de este repaso es que, a pesar de la tendencia crónica al atraso cambiario, esa trayectoria fue acentuada por políticas erradas: populismo y dependencia del ahorro externo. Sin grieta para la mala praxis.

El TCR determina el comercio exterior. Pero también influye sobre el consumo, la inversión y el ahorro nacional.

Por un lado, la sobrevaluación provoca la sustitución del ahorro doméstico por el externo. El consumo y la fuga aumentan con el dólar barato. Menos financiamiento. Por otro lado, el atraso desestimula la inversión favoreciendo a los no transables. Hay límites para el crecimiento hacia adentro. Menos inversión.

La agenda del desarrollo empieza por el TC competitivo, que asegure estabilidad del frente externo, y que oriente las inversiones a la diversificación exportadora. Su sostenibilidad en niveles adecuados requiere del gobierno, pero también del consenso con los actores relevantes. Sólo así habremos aprendido la lección y nos libraremos de repetir la historia.

*Docente de Política Económica (FCE-UNNE).