COLUMNISTAS
Defensora de Género

Las mujeres y los movimientos sociales en la región

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Al frente. Las mujeres también protagonizan las resistencias sociales, en este caso en Colombia. | cedoc

América Latina volvió a arder, esta vez en Colombia. Nuevamente los marginados y dejados de lado reaccionaron ante una medida gubernamental que rebasó el vaso y dijeron ¡basta! En los últimos años hemos visto cómo se incendian y aparecen grandes manifestaciones y movilizaciones populares reclamando frente a situaciones de opresión y marginación de larga data, pero que son ignoradas por los que conducen los destinos de esos países. 

En Colombia ardió ante la reforma tributaria que planteó el gobierno y que implicaba un aumento del costo de vida que afectaba más a los grupos de bajos ingresos al subir el costo de insumos básicos, como los alimentos, entre otros. Luego nos enteramos de que ésta no era la única reforma que planteó el gobierno y apareció la del sistema de salud, entre otros. Esto generó la rápida movilización de fuerzas preexistentes que no son vistas por quienes gobiernan. Entre esas fuerzas las mujeres son un importante caudal y ya sea solas o en otros grupos están y lideran muchos de esos movimientos. Lo vimos en Chile donde las mujeres organizadas en reclamos como el derecho al aborto y a la eliminación de la violencia de género lideraron las protestas. 

En Colombia las mujeres están organizadas alrededor de la discusión e implementación de las medidas de paz ante los acuerdos con los grupos guerrilleros. Esas mujeres vieron con gran frustración cómo el gobierno abandonó esas discusiones y retomó un modelo de confrontación que perjudicó la recuperación de los territorios, un objetivo central de la lucha de las mujeres en ese país en las negociaciones de paz. Frente a estas propuestas gubernamentales surgen grupos y allí están las mujeres, aunque no se las perciba tan claramente como en Chile. 

El uso de la represión por parte de los gobiernos como vimos en Chile y ahora más crudamente en Colombia donde se suman los grupos violentos remanentes de los decenios de guerrilla, que usan la movilización pacífica para desatar su accionar vandálico, sin una causa más que la descarga de violencia que es su sentido de ser. La rápida militarización de la respuesta gubernamental contribuye a desatar el accionar de esas asociaciones, de los cuales las mujeres y la mayoría de los dos principales grupos movilizados –los de personas indígenas y los de estudiantes– no comparten. Si bien la situación es trágica porque en menos de una semana escaló a casi el centenar de muertos, la movilización social es pacífica y se expresa artísticamente, manifestando su reclamo, sufrimiento y voluntad inclaudicable de lograr el diálogo para impulsar cambios impostergables.

Mientras en Chile la movilización logró la convocatoria a la Asamblea Constituyente para acabar con la Constitución de Pinochet, que es un corsé de hierro para hacer cambios significativos en el país, y también la renovación de las cámaras legislativas. En Colombia no se vislumbra esa posibilidad, el panorama es preocupante porque ante un gobierno incapaz de entender y asumir esos cambios que se imponen, la ciudadanía debe esperar un proceso electoral a más de un año, algo que conlleva la continuidad de la lucha devastadora que acaba con la esperanza de una salida negociada. La escasa participación de mujeres en el gobierno no ayuda. Otro motivo para promover la paridad en ese país.

Si miramos a nuestro país están ocurriendo avances hacia la igualdad de género que merecen señalarse. Tanto la campaña de Unicef y otras organizaciones comentada el domingo en 50/50, como el Plan Nacional de Igualdad en la Diversidad  2021/2023 presentado esta semana por el Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad y avances que ocurren en provincias como en Jujuy donde desde diciembre de 2019, con la creación del Consejo Provincial de la Mujer y la igualdad de Género se creó el Centro de Atención Integral de la Diversidad que incorpora a personas de la diversidad y a profesionales para atender a esta población, son avances que nos permiten vislumbrar un país más igualitario e inclusivo.