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despues de las elecciones

Las puertas altas y anchas del peronismo

En su columna para el Diario PERFIL, el vicegobernador de Scioli explica por qué cree que "pasado el 25 de octubre volveremos a estar todos unidos".

Las revelaciones del Papa sobre los holdouts
| Twitter: GabMariotto

Vamos hacia una etapa de diálogo y recuperación de cuadros que por errores de los propios compañeros y por errores nuestros se han alejado de nuestras filas. No me cabe duda de que han de volver con nosotros, y lo creo por conocer al peronismo. El tiempo electoral pondrá blanco sobre negro la disyuntiva del momento. Ningún compañero, por enojado que esté, será útil al proyecto neoconservador. En el peronismo siempre ha habido amagues de cisma, y esos amagues se los comieron más los opositores que los compañeros.

Más de una vez hubo que ir por afuera, pero el objetivo siempre fue el adentro. Siendo joven me aferré a la victoria de Antonio Cafiero el 6 de septiembre de 1987. El peronismo recuperaba la provincia de Buenos Aires, sin embargo dos años atrás habíamos ido por “afuera” en contra de un verticalismo inútil. Con el tiempo las diferencias se esfumaron, los malos no eran tan malos, los buenos no eran tan buenos, el peronismo nunca pierde de vista que la única verdad es la realidad; somos utópicos, no ingenuos, somos soñadores sin dormirnos. En 1988 salimos entusiastas luego de escuchar a De la Sota en un acto de campaña de Cafiero en su interna con Menem. Hoy, De la Sota está en otro espacio político, sin embargo no tengo dudas de que pasado el 25 de octubre volveremos a estar todos unidos.

En el peronismo nos acercan más cosas de las que nos separan. Yo soy un kirchnerista de paladar negro, soy kirchnerista porque soy peronista, y viceversa, hay compañeros que son kirchneristas sin ser peronistas, y está bien. Este es otro tiempo. Hay compañeros que no entendieron a Perón, pero entendieron a Néstor, hay los que entendieron a Chávez y por transitiva a Néstor, y hay quienes escuchan a Francisco, entienden y vienen corriendo a enrolarse en nuestras filas.

El peronismo es desde su origen aluvional, contuvo a un conservador católico como Carrillo y a un socialista agnóstico como Borlenghi. Entre los jóvenes de La Cámpora y el más tradicional de los peronistas hay un denominador común: la felicidad del pueblo y la grandeza de la Nación. Es tiempo de vencer los egos, Kusch o Perón básicos: “Para acordar hay que vencerse a sí mismo”, “ningún peronista se debe sentir más de lo que es ni menos de lo que debe ser”. Cumpliendo estas premisas estoy seguro de que tenemos por delante un espacio de armonía entre compañeros.

Si uno es agnóstico puede decir que Francisco es una suerte, si es creyente, una bendición. Suerte o bendición, Francisco es un hecho que ha conmocionado al mundo. Desde el primer día de su papado este cura de zapatos viejos ha dado, con su ejemplo, las claves para enfrentar un mundo sin respuestas. Francisco no se preocupa por las cosas, se ocupa de ellas. Entonces encara temas tan complejos de las murallas del Vaticano hacia adentro como el celibato, la situación de los divorciados, la diversidad de género o el perdón para quienes, arrepentidas, hayan vivido un aborto. Mientras tanto, puertas afuera denuncia al capitalismo como un formato inhumano, origen de un mundo donde los pobres se mueren de hambre y los ricos de miedo.

Este papa con su Evangelii gaudium y su Laudato si, ha desafiado a los poderosos y convocado a los humildes. Millones lo aman y lo escuchan, pero se ha ganado también enemigos. Es por eso que Vaticano adentro o Vaticano afuera, desde sotanas que parecen mantos reales al Tea Party americano, la prédica de Francisco resulta la de un cura comunista. Se ríe Francisco de estas acusaciones, pero no se ríe de los perjuicios que esas cabezas generan en la humanidad. En la Argentina la cosa no es distinta. Quienes adoraban al Bergoglio de las homilías críticas a nuestro gobierno hoy se sienten decepcionados porque un papa de origen argentino recibe a la presidenta de los argentinos. Hay quienes están atentos a toda señal de la Iglesia Católica que resulte una crítica al gobierno nacional. Les encanta escuchar al cardenal Poli denunciar el drama de la droga avanzando sobre nuestros barrios más humildes, pero pasan de largo cuando en la misma homilía se advierte que el origen de la droga y el narco se encuentra en una cultura capitalista donde esos sectores se sienten tan a gusto. Monseñor Plaza y el cura Mugica son parte de la Iglesia argentina, como Perón y Videla fueron parte del mismo ejército.

Yo estoy cómodo con Perón y Mugica, con la Presidenta y el cura Pepe. Hablo desde un lugar comprometido con la candidatura de Daniel Scioli, no lo hago desde un lugar neutral porque tal lugar no existe. Ni para nosotros, militantes políticos, ni para ningún ciudadano. Menos para aquellos que con buenas o malas artes se han ganado un lugar en la opinión pública. Hablo desde un modelo que apunta a la formación de ciudadanos vinculados al sistema productivo que por mi origen peronista y por lo que nos dice la encíclica de la que hablaba más arriba está en línea con el respeto a la naturaleza y al hombre como protagonista del desarrollo armónico. Desde mi compromiso con la Patria Grande, desde la convicción que me compromete en el cuidado de América Latina, desde esa entraña de donde surgen los lineamientos para consolidar este orden multipolar de economías emergentes al cual estamos asistiendo.

Por eso es importante no perder el rumbo que el continente se ha dado. Desde aquel encuentro de Mar del Plata con las manos entrelazadas de Lula, Néstor y Chávez. ¿Que hay cosas que se tienen que hacer mejor? ¿Que se hicieron mal? ¿Que no se hicieron? Claro que sí. Pero los pendientes de este gobierno, de nuestros gobiernos, no podrán llevarse a cabo si, como pretende la oposición, se cambia el sentido que desde este siglo vienen marcando los gobiernos de la región. La unidad continental que se expresa en la Unasur era impensable en los 90. La unidad que anunciara Perón para el 2000 como herramienta para no ser dominados se concretó en términos futbolísticos sobre la hora.

Scioli presidente no es un capricho de continuismo. Es, como lo expresan Lula, Evo o el Pepe Mujica, la garantía de unidad continental que Argentina puede aportar. En otros tiempos una definición tan tajante de políticos extranjeros hubiera sido vista como una intromisión. Pero ni Evo, ni Pepe, ni Lula ni Scioli se sienten extranjeros, sino integrantes de una Patria Grande. La unidad continental lleva a la relación que nuestro país debe tener con el resto del mundo. Perón decía que las naciones tienen aliados circunstanciales e intereses permanentes. Si nosotros miramos a la Argentina como una nación desligada de sus hermanas continentales, caeremos en el error de pensar que las alianzas sudamericanas entran en la categoría de circunstanciales, cuando en realidad con Sudamérica nuestros intereses son permanentes. Los países centrales siempre alentarán las relaciones bilaterales. Desde el cristal de los poderosos es preferible relacionarse uno a uno con nuestros países a enfrentar una nación bioceánica, con habitantes que resultan un mercado gigantesco, con recursos naturales, con origen cultural e idioma común (qué fácil resulta entender los discursos de Lula). Desde el Río Bravo hasta el Cabo de Hornos uno puede recorrer más de 17 mil kilómetros encontrando un idioma común y una cultura que, rica y diversa, tiene más parecidos que diferencias. El nuevo tiempo debe estar signado por esta mirada. A la aldea global con centro en Nueva York le proponemos un humanista universalismo, y para ir paso a paso hoy nos abocamos al continentalismo.

Creo que la unidad de los que trabajamos por un país y un continente mejor es posible de lograr antes del 25 de octubre. Desde mi óptica, en las PASO más de un 70% del electorado se manifestó a favor de una sociedad más justa sobre un veintitantos por ciento que consideró las políticas neoliberales como buenas para nuestra patria. Hay que abrir una puerta alta y ancha por donde aquellos que quieran una patria más justa, y por ende más segura, con más educación y más libre, más buena y por ende más feliz, entren como quien entra a su casa. No se trata de sumar votos con recetas marketineras, diciendo lo que conviene con tal de llegar. Junto con Daniel Scioli y miles de compañeros nos proponemos salir a buscar voluntades. Entonces la victoria no será ganar las elecciones sino cumplir con las propuestas que nos harán gobierno.

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