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WIKILEAKS

Lenguaje diplomático

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Siempre sentí una enorme simpatía por Bill y Hillary Clinton. Cuando ella asumió como secretaria de Estado, lo hizo dejando el Senado de Estados Unidos, después de una durísima campaña por obtener la presidencia por su Partido Demócrata, y convocada por su más importante contrincante, perteneciente a una minoría por cuyos derechos ella había luchado, el senador Barack Obama. Y Obama la convocaba porque conocía su valor e historia. Y como era respetada en Europa por su trabajo en el Senado, en especial en el Comité de Servicios Armados. Sabía de su capacidad de negociación, de su conocimiento global del mundo, y que su acción diplomática iba a estar presidida por una lógica realista.
Todo eso me hizo sentir una enorme pena al ver a Hillary Clinton en su lamentable conferencia de prensa, tratando de explicar y justificar lo inexplicable, para lo que no pudo alcanzarle su gran preparación jurídica para convencer al mundo de que toda la responsabilidad de este Diplomatic-gate correspondía al sitio WikiLeaks, como seguramente Nixon suponía que la del Watergate correspondía al The Washington Post.

Tal vez no supuso al asumir que los funcionarios del Departamento de Estado tuvieran un lenguaje para describir las circunstancias internas de los países donde cumplían sus funciones tan pobre y grosero. Nos preguntamos si eso no pudiera ser parte de una cierta soberbia e incultura generales, alejados de los grandes logros de las universidades de su país y sus grandes escritores. Pero muy cercano a la barbarie de ciertas históricas políticas imperiales sufridas por nuestro continente, las reiteradas violaciones del Derecho Internacional y los genocidios en Vietnam e Irak.
Heidegger decía que el lenguaje es la casa del ser. Y los diplomáticos no tienen otro instrumento ni otra arma que el lenguaje. Con el utilizado por la diplomacia estadounidense, es muy difícil producir una amistosa y armoniosa política diplomática que pueda coadyuvar a la paz mundial.

*Diplomático, periodista y escritor.