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Liquidación: 9,999 %

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Casi como en las liquidaciones de barrio. Quizás por transitar mucho la calle, como pedía en sus tiempos de duro el secretario Guillermo Moreno a sus interlocutores empresarios de rigor, la estrategia comunicacional del Ministerio de Economía agotó su arsenal en pavonearse con la cifra de la inflación anual de 2006. El INDEC mostró que el Indice de Precios al Consumidor (IPC) aumentó durante el año pasado 9,8%. Como pocas veces, esa cifra fue recibida con escepticismo por gran parte de la población, especialmente por aquella legión de compradores habituales.
Una mirada rápida sobre el meneado índice muestra comportamientos muy diferentes en los rubros principales. Mientras Transporte y Telecomunicaciones subió 6,1%, el apartado Educación encabezó el ranking con 19,9%. La explicación de la diferencia entre ambos guarismos radica, básicamente, en la naturaleza de los distintos mercados: mientras que las tarifas reguladas y subsidiadas (casi $ 4.500 millones en total) contuvieron al primero, los aumentos salariales empujaron las cuotas de colegios privados.

Estrategia. El gran objetivo fijado a nivel presidencial del esquema antiinflacionario fue llegar a un dígito y se basó en tres pilares: 1) monitorear la política monetaria, pero dejando en claro que la prioridad era mantener un tipo de cambio “competitivo”; 2) controlar los precios de los productos que más inciden en la canasta familiar con acuerdos, imposiciones y disuasiones; y 3) impidiendo las actualizaciones tarifarias en los servicios públicos, otorgando subsidios y exenciones en casos de necesidad. Toda esta estrategia pareció dar, en el transcurso del año, la razón a sus diseñadores. El factor salarial también fue seguido de cerca: las nuevas paritarias de hecho alcanzaban en su mayoría el número mágico del 19% que se había trazado el gremio de los camioneros, conducido, justamente, por Hugo Moyano.
Evitar desbordes en ese flanco era la condición necesaria para que la “sensación” de baja inflación conservara algo de credibilidad. En el año pasado, la recaudación previsional batió récords frente a la impositiva: +44,6% contra +25,8% del promedio y 27,8% como fruto del aumento del empleo, baja de la evasión y, sobre todo, de mejores sueldos en el sector formal. Las preguntas surgen a partir de este año, cuando se sensibilizan todos los resortes que podrían traducirse en votos de un signo u otro.

Contexto. La debilidad del dólar a nivel mundial augura más compras por parte del Central para mantener a flote la paridad cambiaria “alta”. La evolución de la caja fiscal también dictará si se amplía o se restringe el flujo de fondos que hoy equilibra las cuentas en los servicios públicos, cada vez más dependientes de la ayuda estatal para ser viables. Por último, el complejo sistema de control de precios tiene implicancias que se vieron en 2006.
Los cuentos sobre las arrogancias y los malos modales del funcionario se constituyeron en un mito urbano en las mesas de directorio. Pero de golpe cambió la política, el virrey K suavizó sus formas y mostró una faceta casi entrañable. Sin embargo, los precios seguían incólumes y un aumento de 2% a fin de año era celebrado como una victoria.
Esto hizo que, a contramano del discurso oficial, las grandes empresas fueran ganando participación de mercado. Con precios “vigilados” a diferencia de las segundas y terceras marcas, más libres para remarcar, fueron ganando terreno.
Según la consultora CCR, durante 2006 el mercado de consumo de hogar terminará creciendo, proyectado en dólares, un 23%. Pero las primeras marcas aumentaron su “share” aún más: desde 2003 subieron 5% su participación, mientras las alternativas de bajo valor descendieron 8 puntos, sobre una muestra de 110 productos en supermercados.
Aún enojados, los ejecutivos multinacionales deberían agradecer todo lo que Economía ha hecho para que aumentaran su gravitación en la producción. Según el INDEC(1), las 50 empresas más grandes explicaban las dos terceras partes de las ganancias de las 500 más importantes. Cuando los controles comiencen a mostrar más grietas, los precios consolidarán aún más sus posiciones. Detrás de estas cifras también se esconden algunas tendencias en el consumo. Con el crecimiento de la demanda, algunos bienes y servicios se disparan mucho más que el promedio. Aquí y en el mundo.
Mercados típicamente elásticos, como el turismo, la gastronomía, la indumentaria, o que se dirigen a segmentos más desahogados económicamente, como la educación privada, muestran aumentos de precios que duplican o triplican el IPC. El INDEC, que antes tuvo que acceder a considerar como ocupados a los que recibían planes sociales, pugna ahora por demostrar que lo suyo son las estadísticas y no el dibujo artístico. Deberá convencer de que el problema no es cómo medir sino lo que le toca en suerte: un índice convertido ahora en objeto obsesivo de la política económica.

(1) Encuesta a Grandes Empresas (2/1/07).