COLUMNISTAS
por las fiestas

Lista de invitados

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| Cedoc

Las listas son compañeras silenciosas, casi imperceptibles, de nuestras vidas. En la medida en que vamos creciendo las elaboramos. Las cartitas a Papá Noel, que algunos chicos escriben por estos días, son, tal vez, las primeras de las listas que confeccionamos.
 Los listados se utilizan para organizar información. Varios hogares tienen pegado en la heladera un anotador en el que se detallan y agregan los alimentos a comprar, un recordatorio que se va formando de manera espontánea.
 Pero hay registros premeditados, que tienen un fin consciente. Así se puede pensar en la lista de regalos de una boda o la trabajosa y discutida nómina de invitados a ese mismo casamiento.
 Estas serían listas blancas; en sus antípodas están las listas negras, lucubradas con el fin de hacer daño, que discriminan en trabajos, clubes, política y, como un catálogo macabro, pueden llegar a bordear la línea entre la vida y la muerte.
 Tenemos las eternas cuestionadas, pero siempre vigentes, listas sábana que facilitan el ocultamiento de candidatos indeseables que tendrán, en este juego de la escondida, piedra libre en el Congreso.
 Han aparecido inventarios de libros prohibidos, algunos textos que luego, al volver a la luz, recobran energía y nos permiten comprender, mientras otros escritos, lamentablemente, se deben haber perdido para siempre.
 Existen padrones que han salvado vidas, como la lista de Schindler y en el fútbol existen listas de  buena fe llenas de mala fe.
 Las fiestas son épocas de listas, con quién nos juntamos, qué trae cada uno, a quién le regalo. Discusiones en las que se tachan nombres que al rato retornan y otros que estaban incluidos se caen de la mesa.
 Estos listados nos hablan de quiénes somos, reflejan de manera sutil cuál es nuestra escala de valores, en dónde ponemos prioridades e intereses.
Hay, en las celebraciones, un catálogo de normas no sancionadas pero que rigen en muchos festejos: “No se habla de política ni de religión ni de fútbol”.
 A estas leyes se les han agregado algunos artículos para este fin de año, a saber “no se mencionan las palabras kirchnerismo, Cambiemos y aborto”. “Los comentarios permitidos de suegras, nueras, yernos, nietos los debe pactar cada familia. Está autorizado, como siempre, hablar mal de los políticos en general (esto genera unidad), patearse por debajo de la mesa, que dos invitados al azar se pasen con el alcohol y poner sonrisas impostadas al abrir los regalos”.
 Las fiestas, dijimos, son tiempos de listados que nos sirven, si queremos, para visualizar a los que están fuera del anotador, los tachados, los negados, los excluidos. La sociedad también va trazando  su lista de invitados.
 El 2019, como todo lo que inicia, nos propone una lista, la de los propósitos a cumplir, la de los deseos formulados en el brindis de las 12, la nómina añorada de los afectos ausentes, las ganas de que todo vaya mejor.
En general, cuando pensamos la lista de invitados a la mesa de las fiestas tratamos, por temas de espacio o lugar, por temor a que se conviertan en reuniones de consorcio, por comodidad, de reducirlas lo más posible. El ajuste no es solo un concepto económico, llega a nuestra voluntad. Los riesgos de la convivencia  terminan arrasando las bondades que también tiene el juntarse. Tal vez sea sano intentar festejos que amplíen, que incorporen al que rechazamos, al olvidado. Recuperar, desde un espíritu moderno, el sentido de lo que estamos haciendo.
El 2019, entre otras cosas, es un año electoral; pidamos, como deseo, que cada candidato/a a concejal, intendentes, diputados, senadores, gobernadores y presidente realicen sus listas de prioridades, sin tachaduras, ni enmiendas, ni exclusiones. Que sea un año de argentinos felices.

*Secretario general de la Asociación del Personal de los Organismos de Control (APOC) y secretario general de la Organización de Trabajadores Radicales (OTR Capital).