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Lo ideológico y lo transversal

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El primer sondeo de intención de voto para las PASO de agosto en Ciudad de Buenos Aires revela resultados esperables. En efecto, la lista encabezada por Gabriela Michetti y Sergio Bergman aparece liderando la intención de voto con 36,1%. Bastante más atrás se ubica la lista que encabezan Daniel Filmus y Juan Cabandié, del Frente para la Victoria, que alcanza un 23,1%. En cuanto a las tres principales versiones del frente de centro-izquierda UNEN, los primeros resultados muestran que aunque el espacio global alcanza un 25,7% (en un virtual segundo puesto), al interior del mismo existe una ostensible fragmentación.
Por su parte, la izquierda, aunque atomizada, cosecha un apreciable 5,7%.

El carácter variopinto de esta primera radiografía del electorado porteño se expresa mejor al indagar por la “votabilidad” de cada lista por separado, para luego proceder a un análisis cruzado. Así, si se ordenan las diferentes listas en función de los ciudadanos que estarían o no dispuestos a votarlas surge un ranking encabezado por Michetti-Bergman (42,7%) y seguido por Solanas-Carrió (28,5%), Pratt Gay-Lavedra (28,0%), Terragno-Lousteau (27,5%) y Filmus-Cabandié (26,4%). Cada uno de estos porcentajes representa una especie de techo para cada lista competidora.

Ahora bien, cuando se procede a cruzar entre sí tales intenciones de voto se revelan no pocas curiosidades. Por ejemplo: entre quienes sostienen que votarían por Michetti-Bergman, un 35,3% también podría hacerlo por Pratt Gay-Lavedra; un 34,3% por Solanas-Carrió y un 30,7% por Terragno-Lousteau. Entre quienes manifiestan que podrían votar a la dupla Solanas-Carrió, un 55% expresa que también podría hacerlo por Michetti-Bergman, contra un 52,9% que también lo haría por Terragno-Lousteau y un 45,5% por Pratt Gay-Lavedra.

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Tales resultados ilustran sobre la distancia entre el análisis político convencional y el modo real en que los votantes parecen tomar sus decisiones. De acuerdo con lo primero, las personas elegirían basándose en categorías político-ideológicas claramente diferenciables, más allá de los pequeños matices (centroizquierda, progresismo, centro-derecha, etc.) En cambio, el análisis de los comportamientos reales vinculados al voto nos revela ciudadanos que cruzan transversalmente aquellas barreras ideológicas para terminar considerando de modo simultáneo alternativas aparentemente contrarias y, en definitiva, uniendo aquello que –amparados en ciertos principismos partidarios– los políticos no se atreven a unir.

Conforme a lo que suele sostenerse en algunas sentencias acríticas, el porteño sería un ciudadano con clara conciencia política, altamente informado y exigente a la hora de emitir un voto caracterizado por cierta coherencia ideológica. Esto podría ser más o menos verosímil. Pero quizás esa coherencia se exprese de un modo bastante diferente al de los moldes que los intelectuales de la política acostumbran aplicar en sus análisis.

*Director de la firma Federico González y Cecilia Valladares, Consultores en Marketing Político.