Para el Gobierno, la semana que pasó tuvo al menos dos aspectos salientes en materia económica: uno fue el viaje de Mauricio Macri a Nueva York; el otro, la reunión que el jueves el Presidente compartió con los gobernadores. En el primer encuentro –con banqueros y empresarios del exterior–, las cosas transcurrieron dentro de los carriles esperados por Macri y sus acompañantes. Sin embargo –y a pesar de la exposición del plan de reformas y los esfuerzos de la Argentina para combatir la inflación y el déficit fiscal–, la delegación de nuestro país regresó con la sensación de que le habían vuelto a correr la línea de llegada: “Ya no importan los planes; para que en el exterior se animen a enviar financiamiento hacen falta resultados y consensos. Nadie puede ya ignorar que en los grandes mercados se conocen los pormenores de nuestra política doméstica; por eso piden previsibilidad más allá de 2019”, explicó un destacado economista que conoce bien los jugadores internacionales.
Atentos. Consenso y previsibilidad son las dos palabras claves a las que debemos añadir una tercera: peronismo. Es que a los largo de los 34 años que lleva la recuperada democracia argentina, ha sido el peronismo el factor esencial de poder aun en los pocos en los que no estuvo en la presidencia de la Nación. Por eso, si no se construyen grandes acuerdos y lineamientos claros con la oposición, difícilmente el Gobierno logre que se abra en forma contundente el grifo de dólares provenientes de la inversión extranjera. De todas maneras, la realidad comienza a mostrar una cara más amable para los proyectos de corto y mediano plazo: “Se nota mayor confianza, algo está cambiando. Un buen termómetro está dado por las exigencias que las casas matrices imponen a sus filiales locales a la hora de tomar nuevos riesgos. Al encarar un proyecto, te piden una tasa de retorno de utilidades mucho menor a la de hace unos años. Hoy las rentabilidades exigidas están algo más cerca de la línea de las filiales mexicanas o brasileñas, que van en torno al 7% u 8%”, explica un experimentado consultor que conoce la región como la palma de su mano.
Puertas adentro. La reunión con los gobernadores y toda la batería de medidas preparadas en la reforma económica presentada por el Gobierno tienen como pilares fundamentales la corrección del déficit fiscal y la inflación. “Macri les planteó la importancia de lograr el equilibrio fiscal y recalcó que para alcanzar el objetivo todos deberán ceder un poco: Nación, provincias y municipios. La reforma tributaria nacional, la provincial (que hará hincapié en la baja de Ingresos Brutos y el impuesto a los sellos) y la previsional entrarán en discusión”, especificó un allegado a la presidencia. Con el problema del Fondo del Conurbano encaminado y casi resuelto, todo hace pensar que los mandatarios provinciales prestarán su colaboración siempre y cuando no vean afectadas las arcas provinciales. Una fuente de una de las provincia cuyanas lo graficó muy bien: “Si hay equidad y la palabra federalismo se toma en serio, podemos empezar a mirar hacia adelante”.
Quizá por eso, voceros de la Gobernación bonaerense prefieren la prudencia y remarcan que “se está negociando y todos los aspectos cuentan. No levantaremos la demanda en la Corte hasta que los proyectos no estén plasmados en una ley”.
La otra batalla con resultados hasta ahora no plenamente satisfactorios es la que se libra contra la inflación: el Banco Central está utilizando todos los recursos y jugando al límite para contenerla. La suba de tasas del martes es una prueba de ello. El Gobierno sabe que debe acelerar ahora que tiene bandera libre para los cambios. Habrá nuevos aumentos de tarifas, graduales pero aumentos al fin. En este momento, la lógica de la economía argentina exige nuevos retoques. “Lo de las tarifas es en el fondo parte del problema fiscal porque se trata de ir eliminando subsidios para llegar a los valores reales. Así se está haciendo con la energía y lo que queda es el transporte, y se hará con mucho cuidado”, explica un economista de llegada al Gobierno.
Ruidos. La reforma laboral será tal vez el aspecto más conflictivo de este paquete de medidas anunciado por el oficialismo. “Será difícil pero no imposible. El sindicalismo sabe que tiene que negociar. En primer lugar porque la llegada de inversiones cambiará el panorama. En segundo lugar porque los cambios tecnológicos ya están entre nosotros y tienden a generar mayores avances con menor mano de obra, y en tercer lugar porque el peronismo que siempre fue su respaldo natural está dividido, en crisis y buscando renovación”, sostiene una fuente allegada al gobierno con conocimiento de lo que ocurre en la industria.
Hay un dato que ni los gremios ni los empresarios ni el Gobierno deben pasar por alto: el auge de los delegados de la izquierda en varios de los principales gremios. “El gremialismo clásico debe aprender a negociar y ceder posiciones pero sin mostrar fisuras ni dar muestras de debilidad. La izquierda les está comiendo todos los días un delegado de planta”, describió con preocupación un hombre que conoce los vaivenes laborales de la industria. La izquierda no sabe negociar ni quiere hacerlo, por eso, el propio empresariado y el Gobierno prefieren lidiar con este gremialismo.
En paralelo, los jueces federales con despacho en los tribunales de la avenida Comodoro Py al 2000 siguen activando las causas que tienen al kirchnerismo contra las cuerdas y a varios de su ex funcionarios tras las rejas. El protagonismo de estos días le cupo a Julio Miguel De Vido. A través de sus cartas de prosa encendida, ortografía deficitaria y confusa sintaxis, se encargó de criticar a Cristina Fernández de Kirchner y a José Luis Gioja, y amenazó con romper el silencio. “Hablen con Julio”, era la frase que Néstor Kirchner utilizaba a la hora de la aprobación a un proyecto vinculado a la obra pública. Esta frase –título del libro de imprescindible lectura escrito por Diego Cabot y Francisco Olivera– ponía al ex ministro en su rol: él era el que implementaba lo que el ex presidente ordenaba. Es decir la corrupción nacía en la Casa de Gobierno y se ejecutaba a través del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios creado a partir del 25 de mayo de 2003, cuyo titular, durante los doce años del kirchnerato, fue De Vido. A buen entendedor…
Producción periodística: Santiago Serra.