Leo ayer en el suplemento Espectáculos de PERFIL: “Cuenta Carlos Defeo, quien interpreta a once personajes históricos a lo largo de la miniserie que relata 13 momentos importantes en los 200 años desde la Revolución de Mayo: ‘Simón Bolívar fue el que más me costó interpretar y Magnetto y Sánchez Sorondo fueron los más siniestros de los once’”. Carlos Defeo se refiere a sus papeles en la miniserie Diálogos fundamentales del Bicentenario, que se emitirá por Canal 7. Sánchez Sorondo fue el ministro del Interior de la primera dictadura militar de Argentina, la de Uriburu en 1930, que derrocó a Yrigoyen. Pero, ¿Magnetto en Diálogos fundamentales del Bicentenario?
El Magnetto que yo conocí hace veinte años era un parco contador, hábil para multiplicar el capital de la empresa que conducía pero desapegado de trascendencias inmateriales. Nunca lo hubiera imaginado siendo personaje de los diálogos fundamentales de los dos siglos de existencia de Argentina. Evidentemente, otros están viendo un Magnetto distinto del que yo conocí a lo largo de las dos décadas. Me puedo equivocar, pero nunca vi un torturador ni un asesino en sus ojos y eso que me tocó padecer las consecuencias del abuso de su posición dominante, creo, más que nadie en la Argentina, y tener conversaciones duras por esos enfrentamientos.
Es más, recuerdo que cuando Néstor Kirchner defendía las ideas económicas de Cavallo –no es ningún pecado porque al comienzo de los 90 toda la Argentina adhirió a su plan antiinflacionario–, le escuché a Magnetto, en una comida en la que estábamos solos, quejarse de “las políticas liberales que lo único que hacen es achicar el mercado”. El era desarrollista y coincidía con Kirchner, con Lavagna y con Duhalde en este modelo industrialista, de consumo y desarrollo del mercado interno. No por generoso, sino porque era lo que le convenía para vender sus productos. A mis ojos, es inverosímil un Magnetto operando con la oligarquía, tanto en la dictadura como en el menemato, para instaurar en la Argentina un modelo económico neoconservador, porque era lo último que le convenía. Sí me lo puedo imaginar operando en sentido opuesto, pidiendo devaluaciones, medidas proteccionistas, intervención del Estado con subsidios, licuaciones de deudas y protección al empresariado nacional. Todas medidas en las que coincidió con Néstor Kirchner al punto de haber sido, durante más de cinco años, los principales propulsores de este modelo económico que hoy triunfa en la urnas.
El que interpreta Carlos Defeo no es el único Magnetto de la ficción que ayer mostró el suplemento de Espectáculos de PERFIL. Estaba también Willian Prociuk, que hará de Magnetto joven en la miniserie El pacto, donde Mike Amigorena, con las limitaciones que ya todos conocen, interpretó a Magnetto de grande en una trama inspirada en un relato sobre Papel Prensa.
Tanto interés en Magnetto no podría ser por Magnetto. El debe ser el significante de significados que en mucho trascienden a Clarín. Ofenderlo, denigrarlo, mancillarlo públicamente, hacer con él la criminología mediática que tanto sensibiliza al kirchnerismo cuando le toca a personas afines debe –consciente o inconscientemente– tener un fin superior a la propia extinción material o simbólica de Magnetto.
Contra la prensa. Quizás alguna pista se pueda encontrar leyendo el muy bien escrito texto de Esteban Rodríguez en el libro Contra la prensa, de Editorial Colihue, preparado para el seminario “Teoría política de la comunicación” de la carrera de Sociología y el seminario “Etica y crítica de la cultura comunicacional” de la carrera de Periodismo, ambos de la Universidad de La Plata, dictados por Horacio González en 1998 y 2000, bien antes de Kirchner.
En el libro, Esteban Rodríguez plantea dos formas: el “periodismo consensual” y “una prensa que disputa el sentido del conflicto, que se hace cargo de las disputas en las relaciones saber-poder”. La primera forma de periodismo es “una prensa que podrá emplazarse objetiva o subjetivamente pero, más allá del estilo que escoja, lo que importa en ambos casos es que no se dispone al conflicto”. “Su mayor o menor protagonismo no está ligado a ningún conflicto histórico sino a problemas contingentes”. “Pero en ningún momento el periodismo consensual estará poniendo en tela de juicio las bases sobre las que se sustenta”.
En el capítulo titulado De Lenin a Clarín, dice: “El periodismo ha desplazado a los interlocutores tradicionales de la política también, ya no se trata de los intelectuales, pero tampoco de los políticos. Nos referimos a la vanguardia; la vanguardia como la organización que propone la formación de cuadros, pero también como una forma de distribución de las tareas; incluso, como la forma de producir la verdad sobre los hechos. Si algo comparten la intelectualidad escatológica y la praxis voluntariosa, pero jerarquizada de la política, con la prensa contemporánea es esa misma vocación de transparencia. La misma promesa de visibilidad social”. “La vanguardia no ha desaparecido, como muchos autores en las ciencias sociales se han apresurado a pronosticar. Ha ido a parar al seno mismo de la práctica periodística.”
“Cualquiera que lea el ¿Qué hacer? de Lenin, que es algo así como un manual de estilo de cualquier vertiente bolchevique, encontrará allí una reescritura intempestiva del periodismo empresarial contemporáneo. Recordemos: en este librito se combinan las figuras del político con la del periodista; de tal manera que el militante se confunde con el publicista. El político debería comportarse como un periodista. El mejor militante sería el mejor publicista; y a la inversa: el mejor publicista sería la referencia política exitosa. Se trata de hacer política desde el periodismo. Allí se dice que el periódico no es sólo un propagandista y un mero agitador, sino también el organizador colectivo. Se trata de alentar, pero sobre todo de tender un hilo sobre las multitudes que permanecen dispersas.”
“Para Lenin, el periodismo debía concretarse en ‘una agitación política unificada que arroje luz sobre todos los aspectos de la vida y que se dirija a las masas; el periódico sería una partícula de un enorme fuelle de forja que atizase cada chispa de la lucha de clases y de la indignación del pueblo, convirtiéndola en un gran incendio’.”
“Entre el periodismo de vanguardia que auspiciaba Lenin y la apropiación de la vanguardia que hizo el periodismo contemporáneo, se encuentran dos formas diferentes de pensar la sociedad, dos formas diferentes de pensar la historia de la sociedad.”
“La prensa paternal de hoy día –continúa Rodríguez hasta el subtítulo Epílogo– va coordinando el temperamento (el humor) social.” Es una “vanguardia ensimismada. Hablando de periodismo consensual, el lugar de la vanguardia es la actualidad” porque “la realidad no se dispone para el conflicto sino para el consenso”. “El periodismo subjetivo reemplaza el punto de vista histórico por un punto de vista íntimo de la realidad. La realidad es el acontecimiento que se precipita por proximidad. Históricamente constituye un punto de vista ciego.” “La historia irá a ocupar el lugar anecdótico pero que no interfiere en la contemporaneidad que la invoca. La historia será descompuesta en un cúmulo de anécdotas perdidas que quedaron atrás, que ya no nos tocan.” “La noticia no historiza, sino intimiza. Nos acerca a lo concreto pero nos aleja de lo histórico.”
“La vanguardia ha variado de los partidos de izquierda a la mismísima prensa empresarial.” “El capitalismo o la burguesía están atentos y son más flexibles a la hora de incorporar los modelos que alguna vez le disputaron su sentido.”
“La vanguardia persiste a través de su pretensión de transparencia que alguna vez la matriz iluminista esgrimió para sus disquisiciones. En efecto, el periodismo se construye sobre la promesa de transparencia. Su objetivo también supone proyectar luz en los pasadizos sinuosos del poder, de la burocracia estatal. El periodismo vigila. Ilumina. Distribuye efectos de visibilidad social. Se piensa como un periodista panóptico: su ideal es ver sin ser visto. Mostrar sin ser señalizado con el dedo. En pocas palabras: iluminar sin ser responsable.”
“Al final de cuentas, venimos a enterarnos de que los conflictos políticos eran simples malentendidos que podrían resolverse si emplazábamos la comunicación en mejores términos. La voluntad política era tener ganas de entender. Y para entender habrá que dejar en claro cuáles son las reglas del juego.”
“La transparencia periodística desemboca en una crítica a la escritura intelectual.” “Cierto anti-intelectualismo se cuela entre las noticias”. “Este anti-intelectualismo propone actos intuitivos por encima del saber de la cátedra. No se trata de la comprensión cuanto de la sensación, compartir estados de ánimo. Como pedagogía se podría decir que, frente al modelo deductivista, el periodismo se inscribe en las regiones abductistas. La abducción propone sustraer conclusiones generales a partir de la persecución de signos aislados.”
“Se sabe que los periodistas son los paladines, los campeones de la tolerancia. Se indignan, nos retan, incluso apuntarán con el dedo... pero eso sí, son tolerantes. Congruentemente con la época que hace de la tolerancia democrática el valor absoluto, los periodistas son los principales intérpretes de la prepotencia biempensante e higiénica”. “En una época en que la discusión trasnochada está mal vista, cuando la polémica queda reducida al intercambio respetuoso de consignas, la tolerancia es el tono pero también la compostura de los cuerpos, la cordialidad en el rostro, el síntoma de vocación democrática. Casi como al pasar, la tolerancia deviene pluralismo, y ésta en la apoteosis de la prensa contemporánea.” “La tolerancia supone una jerarquía, puesto que para llegar a decir ‘yo tolero’ hay que estar por arriba.” “El periodismo es tolerante. Es sobre esta predisposición moral como autosustenta su imparcialidad subjetiva frente al cuestionamiento que esgrime a un mismo tiempo para con los tribunales y los políticos.”
“El periodista es un informador público, pero también el agente secreto, el detective, el fiscal, el juez siempre de turno, el maestro, el psicólogo, el político, o simplemente doña Rosa. ¿Dónde ponemos al periodista sino en el cruce de toda esta farándula? Digo bien: periodistas que adoptan posturas científicas cuando tratan de investigar, que son fiscales cuando llega el momento de escrachar; pedagogos cuando tienen que sustraer alguna que otra moraleja de la delación anterior; jueces si les apresuran a cerrar el caso porque termina el programa; o simplemente astronautas si están papando moscas. En fin... ¿cómo pensar el periodismo cuando éste parece invadir todas las disciplinas.” “La prensa se ha reapropiado de diferentes lenguajes”. “Nada queda fuera de sus ambiciones. Eso sí, con una particularidad: que no son nada de aquello que se arrogan, porque son justamente periodistas y por tanto no se les puede andar reclamando responsabilidades por lo que no son, porque ellos son periodistas, y no fiscales y no teólogos y no todo aquello que hacen cuando platica la información. Y éste es el punto al que queríamos llegar. El periodista se escabulle, todo el tiempo está corriéndose de lugar”. “El periodista parece absuelto de antemano porque es periodista.”
“Estamos siendo hablados por el periodismo. El periodismo es nuestra prensa diaria de cada día. O sea, es algo más que la prensa diaria.” “El carácter intempestivo nos habla de que muchas veces aquellas palabras son respuestas a problemas que todavía no tuvieron tiempo de formulación. Y éste me parece que es justamente el caso de la prensa. Sin querer, al poner énfasis en el utillaje técnico que servía para estampar la página en blanco, se nos estaba advirtiendo sobre la función que la historia le depararía algún día a aquella práctica. Pero lo que por aquellos días era tan sólo una simple maquinola, hoy devino en un complejo dispositivo de control social.” “Llegó el momento de actualizar la crítica y realizar el hechizo. Y no somos nosotros los que efectuaremos la tarea. La manzana cayó del árbol. Parece mentira que tuviera que haber pasado tanto tiempo para entender lo que permanecía a la intemperie, frente a nuestra vista.” “Eso ha sido la prensa durante casi dos siglos: la respuesta descarriada a preguntas que no tuvieron tiempo de decirse.” “La prensa hizo gala de su etimología. La prensa oprime. La prensa es la máquina que sirve para apretar, comprimir, estampar...” (hasta aquí párrafos de Esteban Rodríguez).
Epílogo. El primer diario que fundó Lenin se llamaba Iskia (chispa). Después, el diario Pravda (verdad). Ya a cargo del gobierno, el único cargo que Lenin mantuvo fue el de director de Pravda. Pero Magnetto no es Lenin.