COLUMNISTAS
BRECHA, DOGMAS Y FUTURO

Los afiches del modelo Alberto

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Molinos. Negocios en duda. | cedoc

A diferencia del domingo pasado, cuando llamaron a un delivery de pizzas en el Banco Central para que comiera el directorio que preparaba contra reloj el control de cambios que entró en vigencia el lunes, hoy el ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, y el jefe del Banco Central, Guido Sandleris, tal vez coman en la casa, algo más tranquilos.

Pero no más que eso: desde mañana deberán monitorear de cerca a cuánto se va la brecha entre la cotización oficial con la que surge de las compras de acciones que se venden en el exterior para hacerse de divisas. El viernes ya escalaba a casi 18% si la operación se hacía con un papel de YPF. Ese dólar tocaba los $ 65,69 y encendía algunas alarmas. Si bien esa compra de divisas no afecta las reservas, sí puede elevar las expectativas de devaluación y eventualmente pegar (más aún) en los precios y retroalimentar otras vías de fuga que sí golpeen los amenazados activos del Banco Central.

La llegada de Lacunza al gabinete delató los dos grandes males de la gestión económica de Cambiemos: el dogmatismo y la soberbia. La urgencia y la necesidad dejaron en evidencia a través del economista que hoy todos elogian la canchereada original de los Prat Gay y los Sturzenegger que orinaban a cualquiera que les decía “epa che tal vez te estás yendo de mambo” con la eliminación de cualquier restricción o con la bola de las Lebacs. “Está todo a $ 15” o “las Lebacs se van a reabsorber” ya deberían ser remeras. Como nos lleva (mucho) tiempo dejar de ser boludos, tres años y medio después y a punto de quedar fuera del Mundial, el técnico puso dos nueves y sale a cuidar los pocos dólares que le quedan en tiempo de descuento. Igual el dogmatismo no se va del todo. Es inentendible que el salto del dólar tras las PASO pegue en los bolsillos de trabajadores y jubilados, en los subsidios energéticos, en los balances de las petroleras que congelan naftas pero que no se actualice el monto fijo que se cobra por retenciones, que se licua sin que nadie se ponga colorado.

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Caripelas. Con esta minicalma, algunos de los principales empresarios que aparecieron en el Sheraton de Retiro este miércoles convocados por la Asociación Empresaria Argentina se animaron a mostrar ya que tienen el chip de albertistas de toda la vida. “Yo lo conozco de joven, de cuando le compré el primer seguro. Me acuerdo de que lo apretamos un poquito”, dijo Alfredo Coto, del supermercado homónimo, que además defendió tener armas en su casa central ante eventuales saqueos. Un paréntesis: qué linda es la Argentina. Hace un año Paolo Rocca, de Techint, admitía en ese foro que habían pagado sobornos al devidismo para cobrar una indemnización en Venezuela, y ahora fue la voz que advirtió que el gas de Vaca Muerta se puede cortar tan rápido como llegó si no se toman medidas. Ya nadie pronuncia la palabra “cuadernos” en el auditorio, ya el juez Claudio Bonadio, que liberó de culpas a Rocca y compañía, pide que le alcancen datos de cómo se licitó el Paseo del Bajo en la Ciudad.

En la transición, sin embargo, surgen dudas más estructurales. “¿Alguien sabe cuál va a ser el motor productivo de un gobierno de Alberto Fernández? Si se ve a los que aparecen en los afiches del Frente de Todos, ¿quién va a generar un dólar, de dónde va a surgir el valor agregado?”, dice un ejecutivo áspero que enumera que hay taxistas, estudiantes universitarios, docentes, psicólogos, músicos, empleados gastronómicos y un empleado metalúrgico. Más allá de la chicana bardera del empresario que hubiera querido más continuidad que cambio, hay un punto ahí. “El peronismo no tiene un programa de desarrollo para el siglo XXI, tiene un programa de desarrollo para el siglo XX”, dijo esta semana el economista Emmanuel Alvarez Agis en diálogo por Radio Con Vos, y metió el dedo en la llaga del kirchnerismo: “¿Qué hay que hacer para salir? Industrializar. ¿Cerrando la economía? Ya no podés, estás en la globalización. ¿Producir desde zapatillas hasta reactores químicos? No podés, no es esa industrialización. ¿Qué producimos? ¿Software, tecnología, servicios, turismo, litio? Esa tarea está pendiente”. Una lista de opciones no muy distinta de las que pronunció Macri en su gestión. ¿Habrá continuidades más allá de Vaca Muerta?

Quieren saberlo en NewSan, por ejemplo, donde tienen pedidos para hacer aerogeneradores en la planta de Campana sólo hasta junio próximo. ¿Y después? ¿Seguirán licitaciones de energías renovables? Lo preguntan en algunas aerolíneas, que deambulan pidiendo saber si habrá albertismo low cost o saldrán volando.