“Conservar la amistad de reyes y príncipes de modo que lo favorezcan de buen grado o lo ataquen con recelo”. Margaret Thatcher puede haber leído el consejo que Nicolás Maquiavelo inmortalizó en El príncipe. Un buen mandatario tiene que saber rodearse de amigos. Y la Dama de Hierro los tuvo: un grupo de políticos muy particular.
Uno de sus mayores compañeros de ruta fue el dictador chileno Augusto Pinochet. Chile se convirtió en un aliado de Gran Bretaña en la Guerra de Malvinas y Thatcher quiso retribuir el favor cuando la Justicia puso la mira en Pinochet. En 1998, la británica pidió la liberación del ex dictador chileno cuando España ordenó arrestarlo y trató de juzgarlo por violaciones a los derechos humanos. Thatcher incluso visitó al genocida mientras se hallaba bajo arresto domiciliario en Londres en 1999.
En marzo de 2002, la líder conservador publicó sus memorias: Estrategias para un mundo en transición y le concedió la dedicatoria a otro buen amigo: Ronald Reagan. Ambos compartieron el poder de Londres y Washington para instaurar los cimientos del neoliberalismo internacional. Un combo mortal para el Estado benefactor que aniquiló gasto social, salud y educación pública mientras triunfaban privatizaciones, ajuste y recorte del sector estatal.
Thatcher voló a California para asistir al entierro de Reagan en 2004. En una emotiva ceremonia, la Dama de Hierro pronunció el discurso más importante en esa despedida.
Dos años más tarde, la ex primera ministra volvió a Estados Unidos. Participó de un acto oficial en Washington para recordar el quinto aniversario del atentado del 11 de septiembre de 2001. Fue invitada por el vicepresidente Dick Cheney y se reunió con la canciller Condoleezza Rice. Dos “neocon” republicanos que llegaron al poder con George W. Bush. Su padre, George H. Bush, también homenajeó a Thatcher: le entregó la Medalla Presidencial de la Libertad, el honor más alto concedido a un civil en los Estados Unidos.
Luego llegaría la condecoración de otro aliado de la cruzada de Estados Unidos contra el mundo árabe. En junio de 2011, Thatcher fue distinguida por el ex presidente español José María Aznar con el premio FAES a la Libertad, concedido a personalidades conservadoras.
Y, claro, las islas Malvinas están llenas de amigos de Thatcher. Allí se celebra el Día de Thatcher cada 10 de enero para conmemorar la visita que hizo en 1983. Se nombró la avenida Thatcher Drive, en su honor, como la península de Thatcher en Georgia del Sur, donde los británicos tocaron tierra en 1982.
Los amigos hablan mucho de nosotros. Dicen lo que somos.