Hacer cambios era una necesidad imperiosa. Lo demostraban la gran pérdida del capital político (votos) de los dos últimos años, la inflación arriba del 25% anual y un crecimiento del PIB cada vez más lánguido, con aumento del desempleo y por lo tanto de la pobreza. Otra variable amenazadora era la tendencia a perder cada mes US$ 1.000 millones de las reservas del Banco Central, que cayeron en unos US$ 21.500 millones en los últimos dos años. Esto a pesar del cepo cambiario y de las restricciones a la importación, con un dólar atrasado y una brecha entre el mercado oficial y el paralelo del 60%. La gran importación de energía de casi US$ 13 mil millones en este año y un déficit fiscal en continua expansión eran otras necesidades imperiosas para realizar cambios que permitan llegar a 2015 sin un sofocón como los ya conocidos por los argentinos cada diez a 12 años.
Un plan de reordenamiento de la economía implica resolver tres cuestiones para funcionar: 1) Las personas que lo ejecutan deben ser creíbles para los agentes económicos; 2) qué variables se van a corregir según el diagnóstico que se haga de la situación, y 3) en cuánto se va a corregir cada variable que se reordene.
El primer punto se ha cumplido: la designación de Jorge Capitanich como jefe de Gabinete efectivo (digo efectivo pues éste no dejaría una gobernación para ser un simple vocero de reuniones), la de Juan Carlos Fábrega al frente del Banco Central, con la experiencia que se le reconoce en el sector, y la confirmación de Axel Kicillof en el puesto que ya ejercía en el Ministerio de Economía conforman una base adecuada para hacer el lanzamiento de un plan que pueda ser llevado a cabo eficientemente por sus ejecutores. Quizá sería bueno que este plan estuviera avalado por los gobernadores en una reunión conjunta, al menos con el jefe de Gabinete.
Las medidas aún no se han adoptado. Se considera probable un desdoblamiento cambiario, con un dólar comercial entre $ 6 y $ 6,5 y un dólar turístico, financiero y parte de las importaciones a entre $ 10 y $ 11. Esto es una mera hipótesis, pero si se desdoblara el mercado, el precio debería ser tal que no ofrezca dudas de que es realista. Ya el mercado libre (blue) ha superado varias veces los $ 10 por dólar, y posiblemente $ 7-$ 8 por dólar les seguiría pareciendo barato pues hoy el “dólar turístico” está en $ 7,30 y no se han frenado los viajes y las compras en el exterior.
La apertura del mercado de cambios permitiría recaudar lo suficiente (arreglar el déficit fiscal) ya que el BCRA compra dólares a la exportación a un precio bajo y los vende al turismo y demás a un valor mucho más alto, ganando así la diferencia. Los tipos de cambio múltiples no están aprobados por el FMI, y éste es un punto a tener en cuenta para alguien que necesita recuperar los créditos de organismos internacionales, del Club de París y del mercado voluntario de deuda.
La reducción de subsidios y los aumentos salariales para que la gente pueda pagar los nuevos valores son también medidas a adoptar. Todo el plan debe hacerse consistente en el 100% de las variables macro. Si el tamaño de los ajustes y sus repercusiones secundarias es el adecuado, podría ser un plan exitoso. Espero que sea así y que tengamos una transición ordenada en 2015.
*Director de OJF y Asociados.