Se discute acerca del concepto de incidencia o extensión de la pobreza. Se responde así a la pregunta ¿cuántos son los pobres?
Las respuestas van desde el 13% oficial al 40% de la Iglesia, pasando por varias alternativas. Pero hay otra medida de carencia socioeconómica muy importante: la de vulnerabilidad.
En Consultora Equis definimos como vulnerable tipo 1 a la población que sin ser pobre no supera la línea de pobreza por más de un 25%. Por otra parte, denominamos vulnerables tipo 2 a la población que, superando la línea de pobreza por más de un 25%, no la duplica, situación en que hoy se ubica otro 10% de la población nacional, por lo cual pobres y vulnerables suman el 52% de la población.
La brecha de pobreza (o indigencia en su caso) expresa la distancia que separa el ingreso real del hogar analizado o el promedio del universo de hogares bajo estudio, respecto al necesario para abandonar la condición de la carencia expresado en porcentaje del valor de la Canasta Básica Alimentaria del Hogar (en el caso de la brecha de indigencia) multiplicada por la inversa del coeficiente de Engel (para la brecha de pobreza). Sobre la pobreza, la incidencia muestra cuántos pobres hay; la brecha, qué chances tienen de abandonar la pobreza y la vulnerabilidad, qué porcentaje de población corre riesgo inminente de empobrecimiento.
Del análisis de estos tres indicadores, tendremos una mejor aproximación al fenómeno de la pobreza, que con la determinación de una sola de las dimensiones. Es más complejo el panorama social de un distrito A respecto a otro B; aún con niveles de incidencia de la pobreza similares, si la brecha y la vulnerabilidad de A son mayores.
En Argentina, tuvimos 54% de pobreza en octubre de 2002, que cayó a 26,7 en diciembre de 2006, para aumentar al 30% en diciembre de 2009. La brecha de pobreza, que en octubre de 2002 era del 60%, era de 35% en 2006 para instalarse en el 40% a diciembre de 2009. Por otra parte, la vulnerabilidad tipo 1, que en octubre de 2002 abarcaba al 30% de la población, hoy descendió a 12%, pero debe señalarse que la media anterior a la crisis de 2001 era de 9%.
En diciembre de 2009, el 30% de la población era pobre, el 12% siguiente vulnerable tipo 1. Un ejemplo de vulnerabilidad tipo 1: para un hogar metropolitano tipo de cuatro miembros, donde la canasta de pobreza asciende a $ 1.700, la población vulnerable 1 se ubica en la franja que va entre $ 1.701 y $ 2.125.
Adicionalmente, la brecha de pobreza ascendía en diciembre de 2009 al 40%, por lo que los ingresos adicionales que en promedio el universo de hogares pobres debía recibir para abandonar su condición de pobreza ascendían a $ 680 mensuales, o 174 dólares.
El plan de menores de 18 años transfiere US$ 96 promedio por hogar, equivalente al 55% de la brecha de pobreza promedio de un hogar tipo, por lo que superando el actual umbral de 3,5 millones cubiertos, si se extiende a 5,7 millones de niños y se actualiza al ritmo del poder adquisitivo de esos US$ 96 sobre la Canasta Básica Alimentaria, reducirá mucho la brecha. También inducirá una sensible baja en los niveles de pobreza que llegarán al 18% de la población en diciembre de 2010, ante el 30% de diciembre de 2009.
De igual forma, reducirá la proporción de indigentes en casi un 50% (en diciembre de 2009 la indigencia orillaba el 10,5%) y de población vulnerable tipo 1 (12,3%) en niveles imposibles de determinar aún, al impactar el beneficio sobre población vulnerable no pobre, que usará la asignación como complemento de ingresos distanciándose de la categoría de tipo 1. La potencia teórica del plan es indiscutible. Ahora debe responder dos desafíos: actualización y cobertura.
Para lo primero, el Gobierno nacional proyecta enganchar el plan de manera automática a la actualización de la asignación por hijo de los trabajadores formales que en 2009 fue del 33%, cifra que de repetirse mantendrá con creces el poder adquisitivo de la transferencia del plan, puesto que para todo 2010, contra los pronósticos catastrofistas, el ritmo inflacionario oscilará en torno del 17% y la Canasta Básica Alimentaria aumentará un 30% promedio anuales.
Finalmente, la captación del total del universo de 5,7 millones de niños es un gran desafío para el Estado nacional que, desmantelado sin prisa ni pausa en los años noventa, aún permanece con escaso poder de relevamiento; entre otras cosas, de la localización geográfica de la población en extrema carencia. Como bien señala Juan Carr: “Los argentinos más pobres entre los pobres, los hambrientos, muchas veces no sabemos siquiera dónde están”. El desafío del nuevo plan es encontrarlos.
*Director Consultora Equis. Asesora al Gobierno nacional.