COLUMNISTAS
EL ECONOMISTA DE LA SEMANA

Los desafíos del sector eléctrico ante el boom del consumo

Empezó el verano, ayer, y sin lugar a dudas el tema energético volverá a estar presente, esta vez por las restricciones potenciales de electricidad. La generación eléctrica está al límite de su capacidad; el transporte, más sólido, pero también con zonas vulnerables; y la distribución, sensible, debido a la falta de mantenimiento ante una demanda de energía eléctrica altísima que vuela al ritmo del PBI desde la devaluación.

Eduardofracchia150
|

Empezó el verano, ayer, y sin lugar a dudas el tema energético volverá a estar presente, esta vez por las restricciones potenciales de electricidad. La generación eléctrica está al límite de su capacidad; el transporte, más sólido, pero también con zonas vulnerables; y la distribución, sensible, debido a la falta de mantenimiento ante una demanda de energía eléctrica altísima que vuela al ritmo del PBI desde la devaluación. El crecimiento del PBI, apuntalado en el consumo, nuevamente pondrá a prueba el sistema, con picos que pueden superar en 6.000 MW los de 2002. La energía eléctrica generada ha crecido casi a la tasa del Producto. A pesar de los cortes que se hicieron en el invierno pasado, la industria sigue manteniendo un buen ritmo de actividad. El país no se frenó ni va a hacerlo por el riesgo energético, aunque quizá se demoren ciertas inversiones dependientes de este insumo clave. Las probabilidades de falla son crecientes e incluso reconocidas por Cammesa, que señaló en su momento la dificultad de atender las irregularidades del sistema interconectado. Las fallas del sistema dependen mucho de la evolución de la hidraulicidad del Comahue (esto funciona bastante bien este verano), de las temperaturas y de la respuesta de los equipos, en particular los generadores. Se puede esperar relativamente poco de la autogeneración.
El diagnóstico es claro: “La oferta no puede sostener la demanda”. La situación es “dificultosa” de acuerdo a informes históricos de Cammesa en la previsión del 2008. La potencia instalada está alrededor de 24.000 MW, pero la disponible efectiva es menor a 20.000 MW. Habrá más de 19.000 MW en los picos de este verano, lo que significa que el sistema opera con una reserva técnica muy justa. El consumo eléctrico recordemos que crece a más de 1.000 MW/año y la última central que se incorporó al parque fue San Nicolás en el 2000. Se estima que la carga máxima histórica en el mercado eléctrico mayorista (MEM) este verano superará los máximos del invierno, que supusieron entonces una decisión importante de cortes por parte de la autoridad energética a industrias de alto consumo.
En distribución, cinco días con 32°, por ejemplo, hacen muy inestable el sistema. La falta de mantenimiento histórico en la distribución es por cierto peligrosa. Es clave optimizar además los mantenimientos programados de los generadores para evitar crisis potenciales futuras. Se ha avanzado bien en este particular. Pensando a futuro, la demanda eléctrica se estima que crecerá al 4,5% acumulado hasta 2015, porque la tasa de crecimiento del país se moderará respecto a los años de expansión. La incorporación de alrededor de 1,3 millón de equipos de aire acondicionado por año influye de modo notorio en la demanda eléctrica.

Tarifas. Las tarifas energéticas, distorsionadas desde 2002, aparentemente van a cambiar en dos meses pero ya no pueden revertir la película de mediano plazo que es de “energo crunch” (stress energético), como señaló en su momento el economista Fernando Navajas. En el corto plazo dependemos de la evolución de la construcción de las dos centrales (Timbués y Campana que tienen el problema del abastecimiento de gas, tema no menor, dado que es el combustible natural para las mismas), de Atucha II y de la ampliación de Yaciretá. Atucha II y Yaciretá (ampliación de cota) en particular estarán operativas hacia 2009/10, con suerte. Esto en el mediano plazo. A futuro hay que estudiar estratégicamente el retorno de la nucleoelectricidad. Los proyectos hidroeléctricos binacionales son nuevamente importantes (Garabí y Corpus). Las energías alternativas son funcionales pero de aporte marginal (biocombustibles, geotérmica, mareomotriz, eólica y solar).
La relación entre PBI y consumo energético en países desarrollados es distinta y nos habla de un uso más racional de la energía que todavía no hemos internalizado en nuestro país a pesar de intentos fallidos del Gobierno para inducir a un consumo más austero. Un plan menos ambicioso que el de Brasil podría ser muy funcional en el contexto de la emergencia eléctrica. Existe urgencia por un mayor ahorro y por aumentar la eficiencia energética.

Modelo. El modelo energético en su conjunto, incluyendo la situación de los hidrocarburos, está agotado y hay que replantearlo. El esquema con gas natural al 50% de la energía primaria no es sustentable a futuro. Hay que revisar esa relación teniendo en cuenta que en el mundo el ratio es de 25%. De un esquema histórico de gas a precio bajo –el contexto de Alfonsín y Menem– vamos a pasar a gas escaso y caro. En perspectiva de largo plazo, como es sabido, estamos en un verdadero punto de inflexión del sistema que se está despidiendo de la exportación de crudo para pasar a ser importador neto en 2010. Toda una señal cuando se festeja precisamente este año el centenario del descubrimiento de petróleo en Comodoro. El panorama de reservas de hidrocarburos es preocupante en este sentido. Tenemos menos de 10 años de stock al ritmo actual de producción, y este ratio decrece en forma sistemática. El 25% del capital de YPF en manos argentinas hay que ver qué significa en la futura estrategia de la firma. En concreto, la inquietud es si habrá una política más proactiva en el terreno de la exploración. El reciente megahallazgo en Brasil supone claramente un desafío.
Los mecanismos de regulación y asignación de recursos en el sector eléctrico están también en replanteo. El sistema eléctrico chileno, armado sobre la base de un pool centralizado que despacha a mínimo costo, está sujeto a revisión. No es fácil dar con un sistema ideal de despacho, aunque Argentina avanzó mucho en esta dirección en los 90.
Es clave armar un plan energético estratégico hacia 2020 que integre electricidad e hidrocarburos en consenso con los Estados provinciales. Es central para pensar sobre el largo plazo y evitar que este tema domine la coyuntura e influya negativamente sobre la inversión por temor a la indisponibilidad del recurso. Es fundamental, a su vez, el fortalecimiento del capital humano de la Secretaría de Energía, porque cada vez será más relevante su función de coordinación y control del sistema.