A Conchillas no ha llegado aún la modernidad, suspendida en el tiempo como los castillos de la canción de la Walsh. Las antiguas y típicas edificaciones inglesas que albergaron a cientos de obreros sugieren un pasado próspero asociado a las canteras que se usaron para la construcción del puerto de Buenos Aires, y que junto con las extensas playas de aguas limpias le confieren una belleza, arquitectónica y natural, que le ha valido el grado de patrimonio cultural del Uruguay.
Aquí la pobreza golpea duro, con cifras cercanas al 25% de desocupación y un cuadro de envejecimiento poblacional del 54%, propio de lugares que han padecido el despoblamiento por años de ausencia de actividad económica. La totalidad de sus habitantes ve con buenos ojos el desarrollo del megaproyecto de Montes del Plata. Y es que –de acuerdo a estándares europeos de sustentabilidad ambiental–, junto con la pastera que dará trabajo a miles de personas, se construye una planta de energía alternativa por biomasa que no sólo la hará autosustentable, sino que permitirá la comercialización del excedente a otros puntos de la red. Un puerto completará la transformación, se prevé que un segmento significativo del transporte de insumos y madera desde y hacia la planta se realizará por barcazas y el resto por camiones, lo que incide positivamente sobre el potencial impacto ambiental de la obra.
La localización sobre la costa del Plata pone al sitio fuera del alcance del Tratado del Río Uruguay y por lo tanto de la obligación legal de consultar a la Argentina. Además, el caudal mucho más importante del Río de la Plata a esta altura, comparado con el del río Uruguay en Fray Bentos, asegura la evacuación rápida de eventuales efluentes hacia el océano. La pastera utilizará, a diferencia de UPM (ex Botnia) tecnología EFC (libre de cloro elemental) –ambientalmente más segura que las que usan cloro–, y una tecnología aun más ambientalmente amigable denominada TCF (totalmente libre de cloro elemental). A pesar de lo dicho, es de esperar una reacción negativa de los asambleístas, lo que explica en parte el bajo perfil mediático que las fuentes oficiales en el país vecino le han dado a la difusión de la obra, que califica para algunos como la más grande de la historia del Uruguay. Cabe recordar que a la misma altura de Conchillas, sobre la costa argentina, evacuan en el Plata el río Reconquista y el Riachuelo-Matanza, que ostentan niveles de polución de los más altos del mundo y que, sumados a la totalidad de arroyos entubados, vierten los residuos sin tratar de Buenos Aires. Hace falta, sin embargo, prescindir de una mirada hacia adentro para sostener posiciones admonitorias propias de un fundamentalismo ambientalista paralizante.
Hay que decirlo: en el mundo, y en particular en países en desarrollo, debido a su dependencia de capitales externos, no puede haber parámetros de huella ambiental cero, detrás de los cuales yace un modelo inviable de vuelta a un estado hobbesiano de naturaleza. Los ecosistemas, como el de la Cuenca del Plata, son transformados y alterados en pos del crecimiento y de los beneficios económicos que le brinda a la gente. Beneficios que Uruguay necesita tanto como Argentina. Sin embargo, las transformaciones deben ir de la mano del respeto a los límites de tolerancia a la actividad o capacidad de carga del ambiente, más allá de los cuales se compromete la existencia futura del recurso agua o de cualquier otro. Es aquí donde el paradigma del desarrollo sustentable provee una respuesta clara promoviendo, a través de la retroalimentación permanente entre comunidad científica y gestión, la fijación de estos límites y las posibilidades de acción. A juzgar por la información disponible y el récord de la empresa, el emprendimiento parece encaminarse en esta dirección.
*Geógrafo UBA. Magister UNY.