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Los lobbies financieros en acción

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Ciertamente, banqueros y legisladores  trabajaron en conjunto para socavar la ley Dodd-Frank de julio de 2010, que pretendía recoger las promesas de reforma del sistema financiero anunciadas por el presidente Obama. Primero, los lobbies financieros lograron un texto de casi mil páginas de principios y normas en blanco; después, abrieron un combate que aún sigue para desvirtuar en su favor los reglamentos y normas complementarias.

Gran parte de los más de dos mil lobbistas de firmas financieras y grupos profesionales del gremio reparten dinero por Washington y alistan a miembros afines del Congreso para que escriban cartas, propongan leyes, mantengan audiencias y amenacen con litigios a las agencias reguladoras cuando consideran que se desvían de su interpretación de la legislación vigente. Asimismo, contribuyen a redactar borradores de leyes y cuestiones para que los congresistas intervengan, especialmente en el Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes, donde un puñado de legisladores se han convertido en voces autorizadas del sector bancario ante el Congreso, como asegura un reciente informe de The Center for Public Integrity, la ONG que cuenta entre sus fundadores y directivos a Arianna Huffington, cofundadora y directora del prestigioso periódico digital The Huffington Post.

En los procesos legislativos dentro de la Unión Europea el lobbismo bancario actúa de modo equivalente, aunque más opaco en las fases más importantes de esos largos procesos que comienzan en Bruselas, que como capital del lobby ha sobrepasado a Washington desde hace tiempo.

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Que los lobbies dominan los procesos legislativos que inicia la Comisión europea es un hecho aceptado por la actual mayoría neoliberal que rige el destino europeo; al final se imponen con sus expertos asesores, como documentamos en nuestro libro. De ahí la sorpresa cuando el periódico alemán Der Spiegel (17/12/2013) contó que el Comisario del Mercado único, el francés Michel Barnier, había pedido a los técnicos de su equipo que por el momento no aceptaran ninguna reunión con representantes de bancos y de sus asociaciones, debido a la carga de trabajo y a los expedientes sensibles en trámite. Tenían en estudio y debate los proyectos de legislación en curso sobre  la llamada unión bancaria y la propuesta de segregación de las  áreas de banca comercial y de negocios bursátiles de la banca de inversiones.

La prestigiosa ONG Corporate Europe Observatory (CEO) apoyaba la decisión del Comisario Barnier pero la percibía como un testimonio de la capacidad de los agentes de la gran banca para perturbar e influir en la labor de funcionarios y políticos en materia legislativa, corredactando las directivas europeas en materia financiera. La cuestión no es por qué ahora, sino por qué no lo han hecho antes todos los Comisarios. Y es que la larga batalla por la regulación  financiera tras la crisis desde 2007-2008 la ha ganado el lobby financiero.

*Autor del libro Los lobbies financieros, tentáculos del poder. Capital Intelectual.