Una verdad de Perogrullo: nadie contrata a un abogado si no está en problemas.
Uno de los mejores chistes de abogados que pululan en Internet, y que ellos mismos cuentan en tertulias profesionales y charlas de café:
“¿Qué diferencia hay entre un abogado y un cuervo?
Uno es un animal de rapiña que acecha a sus víctimas y, cuando éstas se descuidan, ataca. Y el otro es un inocente pajarito negro...”
Dos aclaraciones necesarias, antes de que todos los colegios de abogados del país nos salten a la yugular:El hecho de estar en problemas y llamar a un abogado no indica culpabilidad alguna. Por suerte, todos tenemos derecho a una defensa en juicio y somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario.
u Los abogados sabrán por qué cuentan esos chistes, pero la mayoría no responde a ese perfil, al menos hasta que se demuestre lo contrario.
Ahora sí, los hechos:
Esta semana, la suerte de dos gobiernos aliados, el de Argentina y el de Venezuela, se puso en manos de un abogado top de Miami al que los Kirchner y Hugo Chávez no vieron jamás en sus vidas.
Se llama Ed Shohat, famoso por sus cuantiosos honorarios y por sucesivas defensas –en buena medida exitosas– de presuntos narcos y supuestos conspiradores extranjeros contra la seguridad de los Estados Unidos en general o de alguno de sus ciudadanos en particular.
De esto último se acusa al venezolano Franklin Durán, un ex amigo del “Gordo” Antonini Wilson representado por Shohat en la versión estadounidense del Valijagate. El letrado, asistido por su bella esposa Marie, quiere demostrar que Durán nunca actuó en nombre del chavismo para convencer a Antonini de que ocultara un financiamiento clandestino de la campaña de Cristina Kirchner, sino que lo hizo respondiendo a un pedido desesperado de su entonces compinche para justificar con facturas truchas un negociado particular (y paraestatal) en negro: la compra en el Uruguay de casas prefabricadas para su instalación en los barrios populares de Caracas.
Esta misma semana, pero en la versión Buenos Aires del Valijagate y ante un juez argentino bastante lerdo, el ministro Julio De Vido presentó a sus propios abogados top. Se trata de Julio Virgolini y Adrián Malloney (casos Yabrán, Skanska, mafia del oro, narcos peruanos de la villa 1.11.14 y Grassi).
Virgolini y Malloney, quienes buscarán demostrar aquí lo mismo que Shohat allá, son a la vez socios de Juan Pablo Alon-so. Es el abogado en la misma causa de Victoria Bereziuk, la secretaria del kirchnerista Claudio Uberti, que viajó con éste, con Antonini, con Diego y Daniel Uzcátegui y otros directivos de la petrolera venezolana PDVSA en el vuelo de la maldita valija con casi US$ 800 mil.
Uberti es asistido por el abogado Diego Pirota, socio del bufete encabezado por Darío Richarte, ex número 2 de la SIDE y nunca desvinculado de La Casa matriz del espionaje argentino. Otro de sus viejos conocidos, Hugo Pinto, quien defiende al ex número uno de la SIDE Fernando de Santibáñez (íntimo de Richarte) en la causa por los sobornos en el Senado, representa en el Valijagate porteño a los venezolanos Uzcátegui, que siguen en calidad de prófugos pese a las excelentes relaciones de la Casa Rosada con el palacio de Miraflores.
¿Sigue la SIDE tan de cerca el caso en la Argentina como lo hace la DISIP (su equivalente bolivariano) en Venezuela?
Esto último ya está recontra probado en el electrizante juicio de Miami. Tanto, que el hábil Ed Shohat no ha podido soslayar el dato de que su cliente, Franklin Durán, se reunió y habló por teléfono varias veces con el jefe de la DISIP y el ministro del Interior de Chávez sobre las urgencias de Antonini.
Desde luego, Shohat les dio otro sentido a esos contactos. Los hizo, según su versión, no para que las autoridades venezolanas se hicieran cargo del “muerto” que habían originado mandando plata negra para la campaña pingüina, sino para pedirles una ayuda desinteresada a Antonini, quien, de última, también le estaba dando una mano a la revolución chavista con las casitas premoldeadas uruguayas. Es que Durán hizo fortunas como empresario todoterreno alimentado por las ubres estatales: como tal, les vendió equipos de seguridad a la DISIP y al citado ministerio.
Hay cosas que no cierran, sin embargo. Y todas fortalecen la acusación del fiscal Tom Mulvihill:
¿Por qué Durán estimuló a Antonini para que contratara al otro abogado top argentino de esta historia, Guillemo Ledesma, quien insiste en que, por lo que le dijeron en las reuniones grabadas por el FBI, la valija era de Uberti, la plata era de PDVSA y su destino era la campaña electoral de Cristina Kirchner?
¿Por qué las autoridades argentinas ponen tanto énfasis en la calidad de prófugo de Antonini y exigen su extradición por parte de los EE.UU. y no toman idéntica postura ante los Uzcátegui, tan prófugos y pasajeros de aquel vuelo nocturno como el “Gordo”?
¿Por qué, cuando ya el escándalo de la valija se había desatado, Antonini pudo participar del acto en la Casa Rosada del 6 de agosto de 2007, donde Chávez se dirigió a Uberti como “querido Claudio”?
En las próximas horas hablará Antonini. Más aún que sus dichos podrían interesar las fotos que tomó en aquellos días con su celular, las cuales demostrarían que estuvo frente a personajes pesados del poder K, incluso en la Casa de Gobierno. En las escuchas tomadas por el FBI queda claro que se las mostró a sus amigos. Y su posible exhibición derrumbaría las negativas oficiales sobre aquella visita a Balcarce 50.
Si eso sucede, habrá que ver qué dice la Presidenta, que ahora no habla del caso, cuyo viaje a Nueva York termina de darle ribetes de thriller político al Valijagate.
Y habrá que ver de qué se disfrazan los abogados argentinos que, a esta altura, deberían ser considerados abogados del Gobierno más que de Uberti, Bereziuk y De Vido a título personal.
Perdón: se me escapó otra verdad de Perogrullo.