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Macri ‘asumió’ en noviembre

El 29 de noviembre los representantes del PRO trenzaron sus votos con los kirchneristas y la mayoría de los legisladores para aprobar la ley de autoamnistía soñada por el ex licenciado Telerman.

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El 29 de noviembre los representantes del PRO trenzaron sus votos con los kirchneristas y la mayoría de los legisladores para aprobar la ley de autoamnistía soñada por el ex licenciado Telerman.
La ley libera a los partidos mayoritarios de sanción prevista en la ley electoral –la prohibición de ocupar cargos públicos-, al tiempo que burla el sentimiento mayoritario de los ciudadanos que, si ya no es el utópico “¡Que se vayan todos!”, todavía pretende que algunos vayan a pasar unas noches en la Alcaldía de Tribunales.
Las campañas de Telerman, Macri y Filmus excedieron los límites de gastos permitidos. Macri ocultó sus gastos en encuestas. Telerman abusó de la publicidad oficial preelectoral, y disimuló sus gastos en “chivos” en lo que cualquier juez imparcial consideraría como uso fraudulento de dineros públicos. Filmus se excedió en gastos y omitió certificar la procedencia de su copiosa campaña de publicidad callejera.
La ley electoral no sanciona otras formas de fraude. En el caso del PRO, la captación de votos en base a propuestas que –como la de cultura– no pensaban llevar a cabo. La de Filmus, mas grave, fue presentar una lista de diputados con figuras estelares –como el ministro doctor Ginés González García– que nunca manifestaron vocación de trabajar de “concejales”, como irónicamente llamó a estos representantes urbanos nuestro colega Jorge “Turco” Asís.
Macri asumirá mañana. El viernes 30 de noviembre a las 11.15, recorrer 900 metros de la 9 de Julio –la avenida más ancha del mundo– desde el Obelisco hasta la barranca de Posadas demandaba veinte minutos al sol, y al ulular de tres ambulancias que pujaban inútilmente por abrirse paso entre BMW y 4 WD nada solidarios.
Dos eran de la ciudad, del SAME, la otra de un servicio privado de emergencias cardiológicas. Yo puteaba y el taxista se lamentaba por su dinero perdido y por… ¡Macri!
—Pobre Macri... —decía, agregando—: si para echar al chorro de Ibarra hubo que esperar que se quemen vivos doscientos chicos, con él va a alcanzar que muera alguien porque los bomberos no llegaron a alguna parte por el quilombo de autos, para que todos empiecen a pedir que le corten las bolas.
Estuve de acuerdo. Sigo de acuerdo: si en un mes se siguen olvidando de los 20.000 ñoquis citados en la campaña, y no se ven señales de un cambio en el tránsito urbano y en el tránsito de fraudes y “cajas” paralelas de la administración, bastará un estornudo de Kirchner para que el nuevo jefe vaya a parar aún más lejos y se quede aún con menos votos que el desgraciado doctor Ibarra.