COLUMNISTAS
acuerdo electoral en ciernes

¿Macri-Chiche?

El jefe de Gobierno confirmó que va a la presidencial. Sumaría a la esposa de Duhalde a la fórmula. De Narváez, con Camaño.

default
default | Cedoc

Macri, más conocido como Mauricio (transformación nominativa que se atribuye Gabriela Michetti, del mismo modo que ella, quizás, dejó de ser Michetti para convertirse en Gabriela gracias a Mauricio), casi milagrosamente desapegado de la historia familiar –un catafalco engorroso para quien hace política–, se postulará luego de Semana Santa para Presidente de la Nación. La novedad, en todo caso, es la fecha, ya que oscilaba en anunciar la determinación antes o después de la celebración religiosa. La candidatura, en cambio, ya estaba impuesta en la cabeza del jefe de gobierno capitalino desde antes de fin de año, cuando antes de las fiestas se lo confesó a su reciente suegra, generándose una discusión hogareña: ella a favor de que se hiciera reelegir en la alcaldía, sugiriéndole que no se arriesgara, él optando por intentar el cambio de domicilio a la Casa Rosada. Con lo díficil que puede ser debatir con una suegra, más cuando se trata casi de un debut en la materia, Mauricio resolvió el pleito con la siguiente frase: “Si pierdo, después voy a pasar mucho más tiempo con su hija que, me imagino, debe ser su principal anhelo”.

Eran tiempos en que Cristina fingía no definirse, Duhalde propiciaba un múltiple Peronismo Federal, Carlos Reutemann todavía guardaba silencio, Daniel Scioli encarnaba otra mirada del kirchnerismo y algun cuarentón de la política, denominado joven, amagaba con encabezar una fórmula. Se entendía la reticencia de la suegra, que otros se opusieran (su asesor Durán Barbas y el influyente consejero económico Nicky Caputo), y que entre sus merodeadores a salario pleno se preocuparan por conservar la continuidad de los cargos con una reelección que en participar de una mudanza atrevida. Casi solitario avanzó Macri: un desafío personal, capricho de niño bien o la apuesta del doble o nada que ha caracterizado a casi todos los jugadores de naipes que en los últimos años protagonizaron la política argentina, unos compulsivos, otros profesionales. Léase Carlos Menem, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Para el ingeniero boquense, si aspira a una figuración razonable, necesita de una una alianza ineludible con el llamado Peronismo Federal. O lo que dentro de ese grupo se manifiesta como duhaldista. A pesar, claro, de que los votantes macristas se tapan la nariz antes de votar peronistas y, para los peronistas, constituye un sacrilegio votar a Macri (quien seguramente, si es presidenciable, pasará a llamarse Mauricio).

Pero, como siempre en la democracia hay alternativas peores, algun grado de andamiaje dispone una porfía amistosa entre Duhalde-Macri (se supone que, ya, el Peronismo Federal soslayará esas internas seriales con las que había amenazado a partir del renunciamiento de Mario Das Neves). Tallarán las encuestas, hará Duhalde un esfuerzo superior para mejorar en la opinión pública en los próximos 90 días y, si no puede, quizás consienta un entendimiento colectivo que no borra a su sector: Macri cabeza de fórmula, su esposa Hilda Chiche Duhalde como segunda, Francisco de Narváez para la gobernación bonaerense, Graciela Camaño como su alter ego en el binomio. Todos contentos, tal vez.

Al margen de amores pasados, cuando Mauricio viajaba al sur para ver a Banfield con Duhalde, el buen trato entre ellos jamás se perdió. Inclusive, debido al pegamento que despliega para conectar las puntas el misionero Ramón Puerta, quien a esta altura no se sabe si está más con Macri o con Duhalde. O viceversa. Hombre que visita dos o tres veces por semana a uno mientras le presta, al otro, su departamento en París –como hace diez días– para que complete una luna de miel que a los 50 años parece más inagotable que a los 20. Pero si uno lo pone en términos empresarios, el ingeniero requiere del duhaldismo y de su incierta dimensión partidaria: le acerca fervores desconocidos en el Pro y, sobre todo, le garantiza una estructura territorial que le permitirá contar sus votos religiosamente en elección general. Como se sabe, en el país no hay fraude: a veces, ocurre que algunos contendientes se olvidan de ir a contar.

Paradójicamente, si bien lo externo ya adopta un perfil, en el propio cuerpo abundan resistencias por otros intereses. Como la sucesión porteña, en la cual se han empeñado con singular fruición por heredarla la Michetti y Horacio Rodríguez Larreta, éste último convencido de que puede revertir un panorama desfavorable en la opinión pública. Aunque sigue atrasado frente a la dama en las encuestas, tendencia casi histórica, ahora enarbola una posibilidad quimérica: también él, según algunos profesionales del sector, está en condiciones de vencer a eventuales rivales del macrismo en la Capital. Más ajustadamente, pero igual que la Michetti.

Tanta fe se profesa el jefe de Gabinete que no solo hace pintar la ciudad con su nombre sino que hasta le ofreció a Martín Redrado que lo acompañe (desconociendo, quizás, que el nuevo personaje de las tardes televisivas porteñas irá como alterno de Duhalde en la aventura federal). Tiene de su lado a casi todos los ministros, a quienes de ellos dependen, y hasta cierta duda del propio Macri. Igual, casi con seguridad ella será la elegida dentro de quince días, luego de un curioso examen al que los dos serán sometidos por una especie de maxijurado PRO. Como si eso fuera a relacionarse con lo que la gente vota en el cuarto oscuro.