Continúa de ayer: Macri y Trump: el renacer del periodismo (I)
Faltando unos meses para las elecciones, cuando todavía se imaginaba que las ganaría Scioli, me visitó Lanata para pedir una carta de recomendación para una visa especial en los EE.UU., adonde se iba a ir a vivir porque suponía que Clarín, sin tener que defenderse de Cristina Kirchner en el gobierno, haría un pacto de no agresión con el nuevo presidente y no habría espacio para un programa de televisión como el suyo.
Algo totalmente plausible porque no sólo Clarín había actuado así al comienzo del ciclo político anterior; también La Nación, cuando Néstor Kirchner salió a crucificar a José Claudio Escribano en 2003, prefirió alejarlo de la conducción de su redacción.
Había sido siempre así en el pasado porque aún estaba activa parte de una generación de periodistas forjada en épocas más violentas en las que directamente se clausuraba a los diarios como La Opinión o La Prensa, y faltaba todavía que llegaran a tener notoriedad quienes habían comenzado la profesión con la democracia.
En la peor semana de Macri, la última de febrero, C5N le ganó a TN en más franjas horarias que lo normal
Hoy, Hugo Alconada Mon, por ejemplo, no podría ser corrido de la tarea que realiza en la redacción de La Nación porque se armaría un escándalo público. Tampoco Clarín, a partir de que TN fue cobrando relevancia, pudo no darle notoriedad al conflicto del campo en 2009, cuya transmisión en vivo desató la guerra del kirchnerismo contra el Grupo, y no por una venganza de Magnetto ante la negativa de Kirchner a que comprara Telecom, ni por una decisión del segundo principal accionista, José Aranda, quien siendo un terrateniente vio afectados sus intereses, sino simplemente porque no podía estar cortándose durante varios días las principales rutas del país y TN no reflejarlo en directo.
Un ejemplo pequeño actual es que esta última semana de febrero, la peor de Macri, C5N le ganó en rating a TN más veces de lo que es habitual. Macri ya no puede pactar con los dueños de los principales medios donde se construye opinión para que éstos limiten absolutamente a sus periodistas. Pueden hacer que se titule “Odebrecht: hallan mails que vincularían a Iecsa con la gestión de coimas a los K” y la volanta diga: “El soterramiento del Sarmiento, que adjudicó Cristina”. Como sucedió esta semana, sin decir en ningún lugar destacado que Iecsa es del primo del presidente Macri. Pero cada vez les cuesta más disciplinar a aquellos periodistas que tienen algún grado de autonomía.
Por eso Macri, preocupado por su caída de imagen y las críticas que recibía, llamó por teléfono a 12 periodistas la semana pasada, a varios de los cuales hasta felicita el día de su cumpleaños a pesar de no ser amigo ni tener intimidad, tratando de ejercer directamente un soft power con aquellos con los que los dueños de los medios ya no pueden ni quieren practicar.
El asesinato de Cabezas fue el resultado de varios años en los cuales un equivalente de Odebrecht pero de la logística y en la escala de Argentina, Yabrán, tuvo comprada su invisibilidad en los medios. También los doce años de la megacorrupción del kirchnerismo fueron consecuencia de toda una presidencia de Néstor Kirchner donde ni a Lázaro Báez ni a De Vido se los denunciaba en Clarín o La Nación. Y donde Lanata, sin televisión por criticar al gobierno, junto con Carrió, sólo conseguía que se difundieran sus denuncias en la revista Noticias y el diario PERFIL.
Al igual que la batalla con el kirchnerismo, el enfrentamiento con Trump mejorará a los medios de EE.UU.
Esto hoy es imposible porque las redacciones y los lectores están empoderados por la experiencia dura pero aleccionadora del kirchnerismo, que puso a todos en alerta. Como ahora Trump en EE.UU., en su enfrentamiento con los medios tradicionales los mejorará, en su caso rejuveneciéndolos porque, al no haber tenido dictaduras, el periodismo norteamericano tiene que recuperar el ímpetu y la autoestima de los años 70, la época del Watergate en The Washington Post y de los Papeles del Pentágono en The New York Times, cuando gobernaba otro presidente republicano –Nixon– que despreciaba a los periodistas, igual que Trump.
Mientras Snapchat sale a la Bolsa de Nueva York con una valuación de 3.400 millones de dólares, diez veces más que el valor de The Washington Post o The New York Times, son los medios clásicos los que le presentan batalla a Trump y desde donde se hace el periodismo de investigación y análisis que preocupa al poder. Como le preocupa en Argentina a Macri, porque con las redes sociales quizás se puedan ganar elecciones si se tiene una buena campaña, pero para gobernar se requiere la opinión calificada de quienes construyen sentido e influyen con su interpretación sobre el rumbo de los acontecimientos.