Me pregunta M.L., colega, si los dientes de este ombudsman –siempre prestos a apoyarse en la yugular de algún redactor desatento, algún editor desprolijo, algún jefe distraído o algún columnista desaprensivo– fueron limados para no lastimar a personajes cercanos o vinculados al gobierno de Cambiemos. Su interrogante –que descarto de plano por improcedente e injusto– vino a cuento por mi silencio ante lo que fue, a todas luces, una insólita (por lo virulenta) catarata de definiciones que el asesor de imagen presidencial Jaime Duran Barba descargó en su columna del sábado 23 de febrero bajo el título “Cristina, Maduro y el autoritarismo”.
Primera aclaración: aunque no suelo comentar o criticar los espacios de opinión firmados en PERFIL por entender que sus autores tienen plena libertad para expresar lo que piensan, señalé en varias oportunidades que me parece improcedente que el principal responsable de la política comunicacional del Gobierno no sea identificado en sus aportes a este diario como tal sino como profesor de la George Washington University (GWU) y miembro del Club Político Argentino. Segunda aclaración: no lo he comentado antes, aunque quise hacerlo, porque la actualidad y los errores detectados en las ediciones de cada semana fueron postergando mi intención. Por eso, en fin, lo hago ahora.
En su afán de establecer un paralelo entre la Venezuela de Chávez y Maduro con lo que sería Argentina si ganara Cristina Fernández de Kirchner las elecciones de octubre, Duran Barba hizo en esa columna (http://bit.ly/cristina-maduro-autoritarismo) un augurio apocalíptico: “Las que cometen los asesinatos masivos en Venezuela son guardias revolucionarias paramilitares. Si Cristina gana las elecciones, cambia la Constitución, como anuncia, y arma a los barrabravas, a su Vatayón Militante de presos comunes, a los motochorros y a grupos de narcotraficantes para que maten a sus opositores, tendríamos una guardia semejante”.
Es bueno que quienes escriben en PERFIL lo hagan defendiendo sus convicciones y exponiendo con claridad sus posturas ideológicas o sus intereses particulares. La diversidad de opiniones en las numerosas columnas firmadas por autores de origen variopinto es una de las mayores atracciones de este diario. Sin embargo, es preciso que los espacios que se abren a las ideas más diversas sean utilizados con información y no con prospectiva temeraria alejada de ella.
El 2 de marzo, en un artículo firmado en el diario La Nación, el codirector de la consultora Poliarquía, Eduardo Fidanza, se refirió a las afirmaciones de Duran Barba en términos muy duros, calificó su columna como “desconcertante” y la puso como ejemplo de lo que Gordon W.
Allport desarrolló en su libro The Nature of Prejudice, publicado en 1954 en Estados Unidos y editado en Argentina por Eudeba, con revisión técnica de Eliseo Verón. Fidanza concluía su nota así: “Acaso dictadas por la desesperación ante una eventual derrota, las afirmaciones del asesor presidencial dañan el sistema. Y lo banalizan, al esconder bajo la apariencia de argumentos intelectuales una serie de prejuicios apocalípticos al servicio de una mera estrategia de marketing electoral”.
Coincidimos.
¡Corrección! Dos errores a la hora de corregir textos:
- El domingo 3, en la columna “Delitos Vaticanos”, Carlos Gabetta escribió correctamente la palabra “durante”, que fue mal reemplazada por “duramente” en Corrección, lo que cambió el sentido de lo que el autor quiso expresar.
- Ayer, un recuadro en la página 5 de Espectáculos fue titulado “GSRVFSET REWREW”. Galimatías que se les escapó a quienes debieron corregir o editar.
