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Magda

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| Cedoc

Quizás la pelea pública que antes de ayer en radio Continental tuvieron Magdalena y Víctor Hugo fue una señal de algo que trasciende el hecho mismo. O quizás no y simplemente se sume al “A mí no, Barone” de Beatriz Sarlo en 6, 7, 8 como otro desacato femenino a la violencia del discurso antiperiodístico, reflejando que las mujeres tienen tendencia a reaccionar ante la injusticia con más dignidad.

En los argumentos de Magdalena no estaba el núcleo de la cuestión. Lo estaba en su tono y su gesto al pararle el carro a aquel con quien nadie se atreve a polemizar justo tres días antes de que el oficialismo obtenga el mayor caudal de votos que haya alcanzado ningún otro partido desde la llegada a la democracia. Un “no me importa que no me convenga, no estaré tranquila conmigo misma si no reacciono”.

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Alfonsín, soporte y catalizador de la polémica entre Magdalena y Víctor Hugo, quizás pueda cosechar algunos votos más con su inesperada participación en el hecho más comentado de la semana. Varias encuestas pronostican que Binner y Rodríguez Saá superarían a Alfonsín, como también que Carrió saldrá última o anteúltima. Quizás el tiempo transcurrido entre las primarias y la elección definitiva haya generado culpa en parte de quienes votaron de una forma y voten de otra, con mayor corte de boletas y algunas sorpresas.

Para la reacción de Magdalena vale aquello que Sartre escribió para uno de los personajes en su obra teatral Las moscas: “La libertad cayó sobre mí como un rayo, soy libre para cualquier cosa menos para ser libre”. Y el “puedo sacarme de encima todo, menos que tenga razón” de Kant. Debe ser insoportable comerse el sapo de la mentira antiperiodística una y otra vez en la cara siendo libre, teniendo razón y siendo periodista como Magdalena.

¿No será que nos hablan de Clarín para borrarnos a todos los periodistas? ¿No será que el panelismo característico de programas de entretenimiento pero aplicado a programas políticos lo que busca es banalizar el periodismo político para anularlo? Agamben se preguntaba: “¿Será que el contrato social nos incluye para excluirnos?”. Podría preguntarse: “¿Será que la inclusión del periodismo militante y todos los nuevos medios sustentados con recursos del Estado buscan excluir al periodismo?”.

“¿Quién nos prestó la esponja para borrar el horizonte?”, escribió Nietzsche para pintar la desorientación del hombre cuando perdía la guía del fundamento. Al periodismo le movieron el piso al quitarle su línea rectora, groseramente el kirchnerismo le gritó: “Métanse la libertad de prensa en...”.

Quizás el aviso de Alfonsín con “no le creo nada, Cristina” exagerado para el todo del kirchnerismo sea perfectamente aplicable a las declamaciones del Gobierno sobre sus intenciones de democratizar los medios, algo que sería altamente bienvenido si fuera cierto. En el cruce entre Magdalena y Víctor Hugo, por momentos Alfonsín polemizó con Víctor Hugo diciéndole que Clarín había sido el principal aliado mediático del kirchnerismo. Víctor Hugo le respondió explicando la teoría oficial sobre que inicialmente el kirchnerismo, surgido con poco más del veinte por ciento de los votos, era débil y precisó juntar fuerzas para una vez acumuladas ponerle una “plancha en el pecho”.

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