El domingo 18 de septiembre en la sección 50/50 se hizo un homenaje a Magdalena Ruiz Guiñazú en la que se publicaron dos notas de sus dos productores: Martha Lamas, la siempre presente productora en Radio Mitre y Fernando Subirat, ambos recordaron sus pasos iniciales y cómo fue armando su personalidad periodística con gran esfuerzo, pero con convicción, sinceridad y trabajo. Su capacidad para ver y buscar nuevos aspectos y facetas de los hechos la llevaron a conocer todo el mundo siempre en busca de la noticia, pero reflejando la verdad y dando lugar y voz a quienes eran más olvidados. En 1994 fue invitada a la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo de Naciones Unidas que se realizó en El Cairo. Esa Conferencia fue muy importante para las mujeres y las personas de todo el mundo. Allí, por primera vez se reconocieron y se les dio valor a los derechos reproductivos, superando las metas demográficas. Metas que, por siglos, fueron la justificación para avasallar los derechos de las personas, pero especialmente de las mujeres, que fueron obligadas a tener o no, hijos para que se cumplieran las políticas que designaban los gobiernos en base al crecimiento o decrecimiento de su población y cómo esto afectaba sus intereses. Esto se vio cruelmente expuesto en nuestra región con la política de control de la natalidad de las mujeres pobres en Brasil, ejecutada por una organización privada, pero que articulaba con el gobierno y que atendía y brindaba servicios de planificación familiar. Miles de mujeres pobres frecuentemente negras, quedaron esterilizadas en forma inconsulta por esa organización. El otro escándalo fue la política de control de la natalidad, que adoptó el presidente Fujimori en Perú y que fue la responsable de la esterilización forzada de miles de mujeres peruanas pobres en todo el país, engañadas y sometidas sin piedad. Estas violaciones de los derechos reproductivos de las mujeres peruanas fueron denunciadas y siguieron un proceso legal, pero no les permitió a las mujeres recuperar su dignidad ni su integridad corporal y menos la psico-social.
En la Conferencia el tema del aborto fue central. Magdalena nunca fue una defensora del aborto, pero sí lo era del derecho de las mujeres a poder decidir, sobre un tema tan central para sus vidas. Siempre dio voz a quienes defendíamos los derechos reproductivos y sexuales y se ocupó de darnos la posibilidad de expresarnos e impedir que el gobierno ignorara los planteos y los reclamos que hacíamos y a los que ella se sumaba. En la Conferencia el gobierno argentino adoptó una posición de oposición a los derechos reproductivos y sexuales y Magdalena fue una voz esclarecedora que, sin vueltas ni rodeos, siempre estuvo dispuesta para denunciar que eso es una violación a un derecho humano básico.
Creo que, a partir de la experiencia en El Cairo, Magdalena entendió mejor la posición pro-aborto de muchas de nosotras y la compartió, pero siempre con una posición de respeto a quienes pensaban distinto, aunque intransigente y clara frente a quienes no las respetaban. Por eso y por su planteo frente a otros problemas del sometimiento de las mujeres como, por ejemplo, ante la violencia de género, fueron situaciones que nunca aceptó ni dejó pasar sin informar sobre ellas señalando que eran graves violaciones a los derechos de las mujeres. Si bien ella experimentó lo difícil que le fue como mujer abrirse paso y lograr una posición muy alta, nunca se quejó, pero tampoco nunca se calló frente a quienes la atacaban injustamente. Perdimos a una periodista excepcional y a una defensora de los derechos de las mujeres y niñas. ¡Gracias Magdalena!