COLUMNISTAS
verano sin futbol

Maldita abstinencia

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Vacio. El Minella, en Mar del Plata, fue escenario de clásicos veraniegos. | cedoc

Esta época del año para los futboleros es tremenda. Sí, las vacaciones son lindas, comimos rico en las fiestas, pasamos tiempo en familia, descansamos después de un año complicado y los más afortunados hasta pudieron hacerse una escapadita a la costa para desconectar del laburo y las obligaciones. Pero algo nos falta, nosotros sabemos que hay un vacío que es imposible de llenar con otras cosas. Y aunque para muchos seamos unos incomprendidos, solo nosotros podemos entender lo desolador que nos resulta entrar a Promiedos y que aparezca el temible cartel: sin partidos.

También sabemos que aunque cobren en una semana lo que nosotros en diez años, los pibes necesitan un descanso. Pero van a tener que inventar algo para que este período se haga más llevadero porque, con tal de olvidarnos, aunque sea por un rato, de que todavía nos faltan varios días hasta que la pelotita vuelva a rodar, empezamos a inventar planes ridículos que solo puede justificar la abstinencia. Entonces nos parece una buena idea ir a pasear con 40 grados a la sombra por el Barrio Chino o el Puerto de Frutos, los únicos dos lugares de todo Buenos Aires que siguen teniendo mil millones de personas por cuadra. O buscamos resguardo en un shopping minado de niños exaltados por las vacaciones, subidos a esos animalitos motorizados que los convierten en asesinos en potencia.

Y cuando nos damos cuenta de que es mejor quedarse en casa, nos enfrentamos a la tele con la ilusión de encontrar un partido perdido por algún país remoto. Pero ni eso. Entonces nos conformamos con dejar Sportcenter, que te pasa mil repeticiones en loop de los goles de la Liga de Mozambique o el especial de Lavecchia desde el 95 hasta ahora, buscando una buena murra o mirando los goles del Chino Recoba y los lujos de Ronaldinho, que ya vimos tres millones de veces. Todo vale. Hay que reconocer que a veces nos salvan las ligas de Europa, que para muchos en invierno son un plan B, pero en estos momentos un Manchester City contra el Port Vale de la Cuarta Categoría por la tercera ronda de la FA Cup es el mejor partido del siglo. Sin dudas, si juega el Barcelona de Messi nos salva la semana. Y si no, no nos queda otra que poner los noticieros deportivos y comernos todo el humo del mercado de pases, viendo a qué jugador va a sumar nuestro equipo: obvio que primero suena Mbappé y después terminamos trayendo al 10 de un equipo del Ascenso.

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Y así es como terminamos extrañando los partidos de los viernes a la noche entre dos que pelean por entrar a la Sudamericana o entre algún equipo del Gran Buenos Aires y uno del interior entre los que no hay ningún tipo de rivalidad. Sabrán entender que no queda lindo que una periodista mencione a los equipos, pero a todos se nos vienen un par de ejemplos a la cabeza. Y ahí nos lamentamos por quejarnos y juramos nunca más insultar al aire cuando el único plan sea ver un duelo de dos que pelean en mitad de tabla.

Antes por lo menos había buenos torneos de verano, ¡llegamos a tener tres superclásicos!, pero parece que fue hace una eternidad. Ahora las pretemporadas son más cortas y nadie se quiere exponer a debilitarse antes de tiempo. Un Racing-Independiente en Mar del Plata sería un notición para todos menos para Beccacece y Pusineri. Por eso nos tenemos que conformar con que nuestro equipo se enfrente a un combinado medio improvisado de la zona donde hace la pretemporada o contra algún equipo extranjero medio pelo.

Igual, seamos sinceros, tampoco es que antes veíamos partidazos en pleno enero. La mayoría eran unos 0-0 aburridísimos, con todos los jugadores duros por la pretemporada que eran insoportables hasta para ellos mismos y que nosotros vivíamos como si fueran una semifinal de Champions.

En fin, son épocas difíciles que cada uno atraviesa como puede, esperando que se terminen de una vez por todas las pretemporadas, rezando para que ninguno de nuestros jugadores se lesione y alimentando un año más la ilusión de que nuestro equipo nos dé alguna alegría. Porque tendrá miles de defectos y aunque algunos nunca nos puedan entender, nosotros sabemos que el fútbol sigue siendo una parte fundamental de nuestras vidas.