Por momentos pareciera que el epicentro del poder se corriera hacia Comodoro Py. Muchos jueces y fiscales que desde hace años “muñequean” las investigaciones a funcionarios públicos lucen ahora implacables, impolutos, heroicos y como ejecutores inflexibles de la Justicia en castigar la corrupción.
Convendría aclarar algunas cosas. Cierto es que hay descontrol en algunos juzgados y fiscalías. Operadores y amigos acaso no tengan tanto peso ya. Y sus mandantes se preocupan, sean ellos el Gobierno, el ex gobierno, sectores de inteligencia, intereses privados o el propio Poder Judicial.
No debería entenderse este peculiar proceso sólo como un súbito arranque de independencia o de postergadas venganzas. Más bien se podrían hallar explicaciones desde una demostración de fuerza: con nosotros o el caos.
No hay mejor defensa que un buen ataque, y en Comodoro Py sobran las preocupaciones. Ya el kirchnerismo fue más que duro con aquellos que osaron algún desafío y amenazó su autonomía con la Procuración, el Consejo de la Magistratura y Justicia Legítima. Ahora Cambiemos los apestilla con una reforma judicial y con el ciclón Carrió.
Pero jueces y fiscales federales no están locos ni comen vidrio. Ayer, PERFIL reveló el pacto de silencio en torno a la causa sobre la ruta del dinero K: todo queda en Lázaro Báez y su séquito (Pérez Gadín, Chueco y siguen las firmas) en tanto y en cuanto su hijo Martín no vaya preso. Báez Jr. es uno de los protagonistas estelares del video de La Rosadita y participa en las sociedades y cuentas sospechadas, por lo que deberían caberle las mismas figuras legales por las que toda la banda está procesada y detenida.
Sin embargo, el juez Casanello y el fiscal Marijuan lo mantienen libre. Lo dijo la mamá de Martín: si lo apresan, hablan. Y hablar significa tirar hacia Cristina. Y tirar hacia Cristina puede impactar políticamente y arrastrar a muchos actores económicos.
En diferentes niveles del Gobierno y de la Justicia se discute la dosis de transparencia y castigo que mantengan gobernable la Argentina. No es un debate desinteresado: hay protagonistas de esos dos poderes que se arriesgarían a que el barro los manche, como sucede en Brasil o como ocurrió antes en Italia.
Justamente, por interés personal o republicano, algunos de los que defienden ponerles ciertos límites a las sanciones penales contra la corrupción plantean la experiencia itálica de su mani pulite: barrió a todo el sistema político, pero no terminó con los corruptos y le abrió la puerta a Berlusconi.
Bajo ese paraguas teórico, Martín Báez, Julio De Vido y Cristina Kirchner siguen libres.