ALBERTO FERNANDEZ: Vinieron a verme Lanata y Cavallo. Necesitaban publicidad del Estado para el diario. Les dije que sí.
LUIS MAJUL: Ellos dicen que el Gobierno no puso ni un peso de publicidad.
AF: Al principio sí se puso. Lo que pasó es que ni bien arrancaron pusieron una tapa muy crítica. No recuerdo qué decía. Sí recuerdo que llamé a Jorge y le dije: “Che, ¿no me podían haber dado un poco más de tiempo?”. La tapa generó una irritación enorme. Y Kirchner me recriminó: “¿Viste? ¡Vos les das publicidad y mirá lo que nos hacen!” (sic).
LM: ¿Escuchó alguna vez decir a Kirchner que Lanata era un extorsionador?
AF: No. Para Kirchner, Lanata no era tan preponderante. No lo veía como su principal problema. A Néstor le molestaban, en especial, PERFIL y Noticias.
LM: Lanata y los demás accionistas argumentaron que una de las razones por las que se fundió Crítica fue la falta de publicidad oficial.
AF: A mí me parece que el problema fue que no encontró su nicho. Porque Crítica era un diario que daba como diario opositor, pero ese espacio lo tenía más ganado PERFIL o Noticias. Soy de los que piensan que la publicidad oficial no le determina la vida a ningún medio de comunicación grande. Para un diario del interior la publicidad oficial es importante, pero para competir con La Nación o Clarín tenés que tener otro tipo de publicidad.
El problema de Crítica no sólo fue la poca venta inicial y la carencia de pauta oficial. También fue, como lo previó Lanata el día de la fiesta, la ausencia de anunciantes privados. La mayoría se borró porque el Gobierno llamó para presionarlos.
[De la biografía de Lanata escrita por Luis Majul]
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El boicot publicitario de los principales anunciantes de los diarios, promovido por el Gobierno, es la extensión de la misma práctica que el kirchnerismo ya les aplicó al diario PERFIL y a la revista Noticias desde 2003. Y luego al diario Crítica, que dirigió Jorge Lanata entre 2008 y 2010.
Ahora les toca también a los diarios Clarín y La Nación padecer tanto la carencia de publicidad oficial como la presión del Gobierno sobre los anunciantes privados. No es fácil sobrevivir en esa situación. A lo largo de estos diez años, Editorial Perfil ha tenido que achicarse sostenidamente, discontinuando varias publicaciones, reduciendo su personal y hasta sus instalaciones, al mismo tiempo que desaprovechó su potencial creativo.
Es muy triste tener que desarmar lo que costó tanto construir. Además del enorme costo económico, está el costo emocional que hace estragos en la autoestima, una herramienta que es imprescindible para desarrollar cualquier actividad creativa.
Inevitablemente, ahora atravesarán ese desierto también Clarín y La Nación. Vienen momentos muy malos para el periodismo profesional.
Quienes nada sufrirán serán los medios sustentados con la publicidad del Gobierno, haciendo doble daño a los diarios no oficialistas porque mientras se les cortan los recursos para que languidezcan, al mismo tiempo se les da suministros a los competidores afines al kirchnerismo. Adepa acusó el miércoles al Gobierno de querer ahogar a los diarios; en realidad, los mata por inanición.
Los diarios ya tenían un problema previo al kirchnerismo porque, desde comienzos de la década pasada, por cada peso de publicidad que se invertía en internet se venían perdiendo diez pesos en papel. Y mundialmente se discuten las formas en las que se podrá sustentar el periodismo de calidad. Así como el Papa se refirió al riesgo de que la Iglesia termine convirtiéndose en “una ONG piadosa”, los diarios padecen la misma amenaza: convertirse en ONGs de difusión, mantenidas por el aporte de terceros que, si fueran pocos (por ejemplo, sólo gobiernos o sólo grupos poderosos), perderían su independencia y por eso mismo no podrían cumplir su misión. Los medios sostenidos por el apoyo del Gobierno en la Argentina son el mejor ejemplo de lo que podría suceder.
La similitud del periodismo con la Iglesia frente al temor de convertirse en una ONG encuentra otros ejemplos en la metáfora con la que se enseña periodismo en todas las universidades del mundo, sobre que la redacción es la iglesia y la empresa editorial es el Estado de un diario, y en que se llame catedrales a las redacciones de los grandes diarios. Pero acaba ahí; el periodismo argentino tendrá que defenderse solo y le será muy difícil, salvo que la Justicia venga en su ayuda. Como lo indica –si no fuera por lo que significa, sería hasta casi humorístico por lo grotesco– excluir expresamente a los medios de la moratoria impositiva que lanzó el Gobierno esta semana, un caso de discriminación sectorial nunca visto.
La confesión de Alberto Fernández en la biografía de Lanata (Kirchner: “¿Viste? ¡Vos les das publicidad y mirá lo que nos hacen!”) lo dice todo.