Gustavo Arribas, el jefe de los espías, le repitió a los legisladores el mismo argumento que esgrimió frente a Mauricio Macri cuando le preguntaron por el dinero recibido a través del cambista Leonardo Meirelles, por quien transitó parte del dinero de los sobornos pagados por la firma Odebrecht de Brasil. Volvió a negar haber recibido 600 mil dólares y sólo reconoció un giro de 70 mil dólares por “bienes muebles”. Como había dicho frente a Macri, la justificación de Arribas es que el dinero fue por el mobiliario que había en la propiedad que vendió al misterioso comprador de Brasil, cuyo nombre se niega a revelar. En el Congreso ya hay legisladores sacando cuentas: qué tiene que haber en el interior de una casa para sumar 70 mil dólares.
El jefe de los espías eligió como estrategia de defensa presentarse en todos los ámbitos para gritar su inocencia. Primero lo hizo en Comodoro Py y ahora ante los legisladores de la comisión bicameral de Fiscalización de los Organismos y Actividades de Inteligencia.
Pero el juego puede definirse con un rápido jaque mate si el fiscal Federico Delgado logra la declaración de Meirelles, el cuevero que eligió colaborar con la Justicia de Brasil y contar como simulaba importaciones para blanquear el dinero de las coimas de Odebrecht.
El caso enfrenta tres escenarios:
- Si Meirelles contradice la denuncia del diario La Nación y desmiente que le giró dinero negro a Arribas, el horizonte del titular de la Agencia Federal de Inteligencia quedará despejado.
- Si confirma que le envió plata para coimas, la caída de Arribas puede transformarse en una tormenta impredecible para el Gobierno y su mejor amigo, el presidente Mauricio Macri.
- Pero un tercer escenario es que los giros no tuvieran relación con el pago de coimas pero igualmente fuera dinero negro, sin declarar, vinculado por ejemplo al negocio principal de Arribas, los pases de jugadores de fútbol. En ese caso, la turbulencia estaría acotada pero el carácter ilegal de la transferencia volvería insostenible la permanencia de Arribas al frente del espionaje argentino.
Arribas repite su argumento pero sin lograr presentar pruebas concluyentes de su inocencia, como rápidamente se encargó de remarcar Cristina Kirchner, a quien el Lava Jato sólo le interesa por su impacto en el entorno presidencial, mientras prefiere ignorar como el mismo escándalo fue fuente de información de las negociaciones que comprometen a quien fuera su ministro de Planificación, Julio de Vido. Es la parte que Fernández de Kirchner elige obviar en Twitter.
A pocos les conviene en la cima del poder que la verdad del Lava Jato termine por llegar completa a la Argentina.