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el futuro de la potencia regional

Mensaje a los demócratas

Me dirijo a los demócratas brasileños porque solo ellos pueden estar interesados en el tenor de este mensaje.

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ESPERANZA ROTA. Lula quedó con un pie afuera de las presidenciales. | cedoc

Me dirijo a los demócratas brasileños porque solo ellos pueden estar interesados en el tenor de este mensaje. Vivimos un tiempo de emociones fuertes. Para alguien como yo, que en las últimas décadas se dedicó a estudiar el sistema judicial brasileño y promover una cultura de independencia democrática y responsabilidad social entre los magistrados y jóvenes estudiantes de derecho, este es un momento de gran frustración.

La gran mayoría de los brasileños saludó el surgimiento de la Operación Lava Jato como un instrumento que contribuiría a fortalecer la democracia por la vía de la lucha contra la corrupción. Sin embargo, frente a las chocantes irregularidades procesales y la grosera selectividad de las investigaciones, pronto nos dimos cuenta de que no se trataba de eso, sino de liquidar, por la vía judicial, además de  las conquistas sociales de la última década también las fuerzas políticas que las hicieron posibles.

Y fue todo tan grotescamente obvio que los brasileños consiguieron correr por un momento la cortina de humo del monopolio mediático. La señal más visible de esa reacción fue el modo en  que una significativa parte de la población se entusiasmó con la campaña por el derecho del ex presidente Lula da Silva a ser candidato en las elecciones presidenciales de 2018.

Desde la perspectiva de las fuerzas conservadoras, la victoria de esa movilización popular era algo inaceptable. Dada la popularidad de Lula, era muy posible que ganara las elecciones si se presentaba como candidato. Eso hubiera significado que el proceso de contrarreforma que se había iniciado con la destitución de Dilma Rousseff y la conducción política del Lava Jato habría sido en vano. Desde el punto de vista de esas fuerzas, Lula no podía volver al poder. Si el Poder Judicial no hubiera cumplido su función, tal vez Lula hubiera sido víctima de un accidente de avión o alguna cosa por el estilo.

La democracia brasileña está en peligro, y sólo las fuerzas políticas de izquierda y centroizquierda pueden salvarla. No descarto que haya grupos de derecha que al menos respetan las formas democráticas de luchar por el poder. Pero, a pesar de eso, no están dispuestos a colaborar genuinamente con las fuerzas de izquierda, porque se ven como parte de una élite que siempre gobernó el país y que aún no se curó de la herida caótica que los gobiernos lulistas le infligieron, una herida profunda que proviene del hecho de que un grupo social ajeno a la élite osó gobernar el país, y encima cometió el grave error de querer hacerlo como si fuera la élite.

La izquierda sólo puede tener éxito en la reconstrucción democrática si se une. Las fuerzas de izquierda son diversas y la diversidad debe ser bienvenida. Una de ellas, el PT, sufre el desgaste de la gestión, un desgaste que fue omitido durante la campaña por “Lula candidato”. Pero, a medida que entramos en el período post Lula, el desgaste pasará factura, y la mejor forma de enfrentarlo democráticamente es a través de un regreso a las bases de una discusión interna que lleve a transformaciones de fondo.


*Sociólogo. Extracto del portal brasileño Carta Maior.