Primero estaban los indios y los blancos los arrasaron. Pero a veces a los blancos les vienen otros invasores. De esto habla el documental Wild Wild Country, que es una obra maestra. Uno tiende a pensar que cuando no se sabe qué hacer, se hace un documental. Pero este tiene la ontología de las grandes ficciones, la potencia de las grandes series. ¿Conocen a Osho? ¿Han visto de reojo o leído sus libros? Bueno, el documental de los hermanos Way narra la historia de los sannyasis, una comuna comandada por Osho que practica el amor libre y ritos excéntricos de meditación. Cuando la comuna se va de la India por tener problemas legales con el gobierno de turno, compra un terreno en Oregon, pegadito a Antelope, un pueblo de 40 habitantes. Y las comunidades colisionan. Hay personajes inolvidables, tal vez la secretaria de Osho, Me Anan Sheela, sea el más complejo y singular de todos. Los sannyasis no eran un grupo religioso ni decían que venían de Ganímedes. Proponían un sincretismo entre la cultura occidental y la oriental. El gurú, a diferencia de Sai Baba, no materializaba relojes, se los compraba y coleccionaba. Tenía también veintinueve Rolls Royce. Eran una cápsula de capitalismo dentro del capitalismo. El documental empieza con la voz de un vaquero anciano que cuenta que una noche sale a pasear y se encuentra con un hombre delgado que le pregunta si vive ahí. El vaquero le dice que sí. El desconocido le dice: “Ellos están viniendo, preparensé, vendrán miles”.