COLUMNISTAS
PERFIL, 10 aos

Miedo al cambio

PorMaría Saenz Quesada |Quietismo y transformación.

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Los diez años de vida del diario PERFIL, invitan a pensar en los diez últimos años de vida en la Argentina. Por una parte está el aniversario del diario propiamente dicho y en esto sólo cabe felicitar a los responsables de la iniciativa de proponer otro estilo de periodismo, fundado más que en las noticias de actualidad en reportajes y en columnas de opinión.

En tiempos en que se libra una suerte de guerrilla entre el Gobierno y los medios, PERFIL logró mantener un decoroso equilibrio de ideologías y pertenencias. En sus páginas figuran no sólo periodistas y escritores reconocidos, sino también nuevos valores (el caso de Nicolás Lucca y su desprejuiciado Relato del presente, por largo tiempo anónimo). La página web claramente diseñada cumple, asimismo, su rol.

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¿Y la evolución de la vida política y cultural en la Argentina? Abarca más de una década, son 12 años de actuación del mismo equipo gobernante: alternancia matrimonial de la primera magistratura, ministros “doceañistas”–permítaseme el término–, gobernadores e intendentes decididos a ejercer sus cargos de por vida, estabilidad de la dirigencia empresaria y sindical, y en la base del sistema infinidad de capillas, destinadas antes que nada a asegurar la continuidad de sus integrantes en las posiciones alcanzadas. Dicho sistema que abarca no sólo al mundo de la política, la economía y el trabajo, se extiende al de la educación, la cultura, el periodismo, el espectáculo…

En política, un axioma sintetiza ese quietismo: sólo el peronismo, cualquiera sea su tendencia del momento, asegura la gobernabilidad.

El miedo al cambio domina la vida social en la Argentina. Quizás por eso el debate se centra invariablemente en la última noticia escandalosa, para acusar de negligencia al adversario; los temas que apuntan al mediano y largo plazo, los que pueden llevar soluciones de fondo, quedan para análisis posterior, o sea nunca. En esto, la década no sólo no aportó una renovación positiva, sino que profundizó las tendencias regresivas en materia de falsas promesas, corrupción administrativa, abandono de la exigencia en educación, desabastecimiento energético. Valga un ejemplo: en lugar de dar prioridad al acceso al agua potable a las poblaciones marginales, y a una red de comunicaciones moderna que abarque todo el país, se inyecta el dinero público en Aerolíneas, con el gastado argumento de la soberanía y la secreta esperanza de que brindar viajes baratos al exterior, acerque a sectores sociales a los que se busca seducir. Particular empeño se ha puesto en profundizar la opción amigo/ enemigo, en todos los aspectos de la cultura, y en particular, en la visión del pasado común.

Cuando se recuperó la democracia, hace más de tres décadas, se pensaba que la gestión de gobernantes electos por el voto popular, resultaría en la búsqueda del bien común, objetivo de todo buen gobierno. Con el tiempo la expectativa se acortó: lo importante era que un mandatario electo por el pueblo transmitiera el poder a otro mandatario también de elección popular. Cuando la trasmisión del mando se realizó dentro del mismo matrimonio presidencial, se advirtió que la alternancia que vivifica el sistema podía burlarse fácilmente. Últimamente, el posible fraude electoral es lo que inquieta y conmueve en vísperas de comicios que pueden significar la instalación definitiva de procedimientos mafiosos en la política argentina.

Espero y deseo que una imprevista oleada de optimismo y de confianza reemplace al quietismo resignado de hoy y nos haga sentir que estamos en condiciones de modificar nuestro presente y diseñar nuestro futuro. En esa instancia, más que en los dirigentes confío en los electores, en su vocación de ciudadanos, y en su capacidad de expresarse y de exigir.

En Tucumán se ha dado un primer paso. Ojalá tenga continuidad.

(*) Historiadora.