Que haya peronistas que apoyen a Mauricio Macri e integren su gobierno no debe extrañarnos. Desde la muerte del general Juan Perón, hasta la llegada de Néstor Carlos Kirchner, el justicialismo fue la identidad del populismo conservador de corte neoliberal en el país.
En ese lapso a nivel nacional el peronismo hizo dos “renovaciones”: la temprana terminó con Menem, la tardía, con De la Rúa, ambas con Domingo Cavallo, ministro plenipotenciario y padre de la convertibilidad, el dispositivo de ordenamiento neoliberal más poderoso en democracia.
En esta perspectiva, el verdadero “renovador” que puso fin al ciclo neoliberal y reconcilió al peronismo con su tradición popular-democrática, desplazando a la casta que lo cooptó entre los años 1974 y 2003, fue Néstor Kirchner. Esta “renovación kirchnerista” no es “irreversible”.
Una de las modalidades en que esta reversión del peronismo a su etapa neoliberal populista y conservadora, etapa prekirchnerista, se materializaría por caso si se asume como propia la agenda “de la gente”, de “la opinión pública-da” que es la que marcan los medios mayoritarios, siempre atravesada por los intereses de las corporaciones que los sostienen y de las que, muchas veces, forman parte.
No es nada novedoso. El problema de analizar y definir política por los medios lo patentiza Cristina Kirchner en su libro Sinceramente, al contar una historia respecto de los constructores de opinión.
Sin duda, uno de los más exitosos estrategas en “formación de opinión pública” argenta es, o al menos se simboliza en la práctica, en el CEO del Grupo Clarín, Héctor Magnetto.
“Recuerdo un día que, ya finalizada la sobremesa, íbamos caminando hacia la salida del comedor, y Magnetto me dijo: ‘No pueden sacar la reforma, la gente no está de acuerdo, la calle no está de acuerdo, hay mucha crítica y opinión negativa’”, comienza la anécdota la ex presidenta.
Y continúa con su respuesta: “Ay, Héctor –no le decía Magnetto, le decía Héctor–. ¿La calle? ¿Me lo dice en serio? ¿Usted cree que la calle sabe qué estamos discutiendo en el Senado? La calle ni siquiera sabe lo que es el Consejo de la Magistratura. Son ustedes los que no están de acuerdo, no la calle. Mire, pueden seguir sacando veinte mil editoriales y artículos en mi contra que voy a seguir opinando lo mismo y votando lo mismo”.
Sucede hoy lo mismo con la exigencia de “moderación” y “tercera vía”, la gran demanda de los medios. Moderación entendida ya no como forma, tono o melodía del discurso político, sino como “neutralidad”, “equidistancia” entre sectores sociales, moderación conceptual tan fustigada también por Cristina en su presentación de su libro en Palermo.
Por otra parte, es un grave error orientar la campaña electoral rumbo a la moderación conceptual. Obsérvese que los candidatos que hace al menos un lustro transitaron y transitan la “vía moderada”, la neutral “tercera vía”, electoralmente fracasaron ayer y fracasan hoy.
Dar nombres del fracaso no es útil ni ya necesario, pero incluso hoy, la moderación como estrategia logra gran espacio en los medios masivos, seguro, pero no resultados electorales.
En contrario sensu, los dos liderazgos que desde hace ya un lustro ordenan las preferencias electorales mayoritarias y dan formato a la polarización persistente son Cristina Kirchner y Mauricio Macri.
Ambos, muy lejos de la “moderación” conceptual con sustrato en la neutralidad en la disputa entre sectores sociales de intereses antagónicos, hoy exigida como atributo por mayoritarios y muy diversos medios.
Un reclamo refrendado como es obvio, por la “patria consultora” y su teoría de los “tres tercios”, jamás verificada empíricamente en elección alguna desde al menos 2011.
Sucede que en nuestro país, cuyo estado de opinión escala a una polarización cada vez mayor, hoy no existen los famosos “tres tercios” en que se funda la hipótesis de “tercera vía” y exigencia de “neutralidad” a los candidatos, o, mejor, y para no confrontar y ser moderado, hay tres tercios, pero uno de ellos, ¡ay! “mide” 10%, estimados lectores de PERFIL.
*Director de Consultora Equis.