¿Los argentinos somos vanguardia? El corralito de 2001 lo tuvieron después en Islandia y en Grecia. El “que se vayan todos” es parecido a la antipolítica que crece en Europa y aprovecha Trump. La grieta y la guerra de medios se replica aún hoy en las coberturas de CNN y Fox en Estados Unidos. Y ahora Trump, apretando a automotrices por redes sociales para que no abran fábricas fuera del país, tiene un aire a las políticas del ex secretario de Comercio, Guillermo Moreno, sólo que cambia el teléfono por Twitter.
Seguramente no, los argentinos no somos vanguardia. Y la enumeración anterior es hija de una sociedad que siempre se cree ombligo del mundo, mientras tiene problemas del subdesarrollo, como que el 50% de la población gana menos de $ 8 mil, es decir, US$ 500, o que no puede lograr que un tren llegue a Mar del Plata. Pero la presunta “morenización” de Estados Unidos restringiendo la inversión de sus multinacionales en el exterior son enanos que crecen justo después de que pusimos el circo. Hace menos de un año el presidente Mauricio Macri se relanzó al mundo recibiendo a Barack Obama, que a través de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos (Amcham) le devolvió anuncios de inversión por US$ 20 mil millones y promesas de un nuevo ciclo del capital americano en el país. Alfonso Prat-Gay, entonces en Hacienda, era carne y uña con Jack Lew, el secretario del Tesoro que lo bancó con los buitres y el financiamiento. El jefe de Coca-Cola, Muhtar Kent, paseaba al Presidente por foros de magnates. En unos días más, no quedarán ni Obama, ni Lew (ya no está Prat-Gay) y ni si quiera Kent, quien se va de la gaseosa en mayo. Y la US Chamber, paraguas global de la promoción comercial estadounidense, recalcula: ahora su propio gobierno la deja en off side al tirar por la borda las banderas de libre comercio que pregonaron durante décadas.
En ese entorno debe operar el flamante ministro de Hacienda Nicolás Dujovne, el Dr. Sendero de la macro, quien asegura que la Argentina ahora buscará ofrecer un “sendero” de reducción de déficit en el mediano plazo, para asegurar un “sendero” de crecimiento sostenido. Para ello, debe ofrecerse un “sendero” de recorte de gastos. Ya trabaja en ello a pedido de la Jefatura de Gabinete, en un documento que prevé establecer en detalle cómo será el ajuste de gastos, perdón, el “sendero fiscal” hasta 2021. Seguramente estrenará ese mensaje en Davos, Suiza, donde el entorno de emprendedores y millonarios hará parecer que el mundo no ha cambiado tanto.