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Nada de viento de cola

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Planteadas desde la economía, las perspectivas para quien se haga cargo del próximo turno electoral no son alentadoras. El principal vector de crecimiento que tuvo el kirchnerismo estará ausente hacia delante, mientras que deberá cumplir con una agenda de resolución de la crisis. Esa es la otra cara que dejó la semana pasada el informe de Perspectivas Económicas para las Américas, presentado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) en Lima. Comentados aquí por directivos cercanos a la redacción del informe y por diversos think-tanks con quienes PERFIL tuvo la oportunidad de conversar, los temores provienen de que, esencialmente, la ralentización del crecimiento de China y Brasil seguirá impactando fuerte en la economía. Aunque el informe del FMI fue elaborado casi a ciegas de estadísticas confiables de la Argentina, el documento plantea para este año un crecimiento de apenas 0,5%; parece optimista después de los datos de Comercio Exterior y Actividad revelados el viernes.

Sin embargo, el cuadro que afectará a la región está signado por la velocidad con la que Estados Unidos deje de subsidiar la tasa de interés de los créditos, de cuánto desacelere China y frene su demanda de commodities y de lo que ocurra con Brasil.

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Si subieran las tasas de interés en EE.UU., la salida de capitales de la región se profundizaría. Si esto sucediera, sería porque la economía norteamericana estaría mejor. Demandaría más productos a América Latina. Pero nos tocarían sólo las malas noticias: la de una mayor salida de capitales o que sigamos ahuyentándolos. En cambio, no podríamos aprovechar una mayor demanda americana porque no podríamos ingresarlos dados los altos costos por la falta de capacidad instalada y de infraestructura de caminos, puertos y energía.

Los análisis que se escuchan en Washington suenan escandalizados acerca de la posibilidad de una ralentización de la demanda de China hacia la región. Como ya se planteó en las páginas de PERFIL, en realidad se mantendría en pie la demanda de nuestras semillas por un cambio en las políticas de abastecimiento de granos. Pero habría que preocuparse si el crecimiento de los chinos es inferior este año al 7,5%. La incógnita es Brasil, cuya relación con China es más intensa. Acá aseguran que habrá que ver, pero nuestro principal socio no crecería este año más de 1,8%, y el que viene, apenas 2,7%.

Hay, sí, una corriente que los think-tanks y los organismos financieros siguen con atención y podría impactar fuerte: la caída de precios en las materias primas.

En todo caso, la nueva receta en escena, para la región, plantea políticas en línea con lo que está haciendo el Gobierno. Esto es recuperar aire fiscal, con reformas a los estímulos al consumo asumidos por las prolíficas economías latinoamericanas de la última década, y adoptar grados de flexibilidad cambiaria para suavizar impactos de shocks externos.

Respecto del precio de los commodities, probablemente el actual gobierno no tenga mucho de qué preocuparse, pero el que lo suceda tendrá que hablar mucho de pesada herencia y presente ingrato. Si los valores de las exportaciones mejoraron en el período 2003-2011 para la Argentina en cerca de 5%, para el período entre este año y 2019, es decir, la totalidad del mandato presidencial del que venga, caerán más de 2%; traducido, ¡adiós a cualquier política de viento de cola!

Hay un nuevo elemento en la agenda de la región, según el FMI, y que puede traducirse hacia la Argentina, tal como constató PERFIL en el marco de una invitación de AmCham. Se trata de la pérdida de competitividad no sólo por la escasa inversión en infraestructura, sino por la carencia de profesionales bien formados producto de un castigado sistema educativo, lo que completa un escenario con menos generación de divisas.

* Desde Washington.