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Nadie es el que es

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Al final los nazis entraron a la Casa de Gobierno a simular que les interesaba formar parte de un debate sobre el rol de los jóvenes y la política. Se sacaron fotos y seguro dejaron tarjetas para que se manden mails y se repita, para que no se corte, porque es hora, supuestamente, de terminar con la grieta y las divisiones.
Estos jóvenes nacionalistas jugaban a una farsa. Aquellos pequeños neonazis visitantes son la materia de una época en que nadie es lo que es. De la captura de Europa a un partido vecinal, se despliega genialmente la transformación del mundo moderno.

El kirchnerismo hace un esfuerzo sobrehumano por colocar a López en un espacio exterior a su estructura simbólica. Piensan miles de maneras de culparlo solo, de a lo sumo subirlo a De Vido, pero que no involucre las ideas, el proyecto. Los enemigos miran sin parar los video del kirchnerista con su ametralladora, es fabuloso, es la comprobación de que tenían razón, y los kichneristas dicen que López no es el todo.
Aparece un jeep militar, en un desfile militar, con Aldo Rico adentro vestido de militar, con boina verde. Nadie sabe cómo es que ese hombre llegó ahí pero el conductor de bigotes lo estaba disfrutando plenamente y Rico saludaba. Después no estaba vestido de militar, el jeep era de un particular y estaba ahí porque se le cantó. Toda la escena montada para provocar, no era finalmente eso que se simbolizaba. Rico también jugó y aprovechó esta época, en que nadie es nadie.

El ministro de Energía Aranguren ya había comenzado años antes con esta estrategia. Desde su rol como CEO de Shell utilizaba los programas de televisión para odiar públicamente a la gestión presidencial anterior y sobrepasar los límites comunes en que un representante de una compañía cumple en los medios periodísticos. Con ropa de valiente y recibiendo premios de sus pares, logró hacerse un lugar en la consideración ministerial. ¿Al final era el CEO de Shell u opositor al gobierno? Ahora para su desgracia, ha sido bienvenido a su espejo, ¿es ministro o representante de los intereses de Shell en el gobierno? Tiene acciones de la compañía pero no pasa nada, no es eso lo que suponen que es.

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El convento de López no es un convento, y esas mujeres vestidas de monjas (como Aldo Rico vestido de militar) no son monjas. Los más de cuatro millones de dólares de Florencia Kirchner no son de lavado, porque estarían en la declaración y Cristina Kirchner no sería una corrupta sino una perseguida política por defender a los pobres, y los pobres serían pobres por las políticas de ajuste de los 90; pero los pobres según Macri serían por la corrupción y el asistencialismo de los últimos 12 años y el populismo mesiánico serían odiados por todos.

En un escenario de identidades desarmadas, de lazos políticos difusos y perdidos, el circuito político se basa en múltiples pliegues sobre sí mismo donde la simulación y la no identidad son la regla para poder actuar diariamente. Es hora de pensar, más que en la hora de la grieta, en el tiempo de la nada.
Las fórmulas de constitución de identidades políticas hacían fuerza en sus propias raíces, sus bases conceptuales. Un partido y sus seguidores eran algo. La lucha obrera se basaba en el concepto estructural de una identidad de clase, el partido radical en la defensa del acceso a la democracia y la expansión de las libertades, el partido socialista en una alternativa por los derechos de los trabajadores dentro del juego democrático de partidos y hasta los nazis originales, en su identidad étnica supuesta para generar luego sus propios desastres. La vida política original tenía anclaje.

En el exilio del poder el kirchnerismo debe recurrir, luego de intentar construir una identidad política en el viejo estilo, a este mismo juego de los “noes”, de la negación, porque éste es ya un tiempo moderno diferente. El PRO pudo ejecutar su camino al estrellato más como oposición K que como identidad propia, y es allí donde se nota su necesidad de kirchnerismo como combustible.
En la era donde nada es nada, el espectador observa la televisión política como una batalla de acusaciones que son negadas todo el tiempo y donde nadie llega a ser finalmente, uno mismo.

 

*Sociólogo. Director de Quiddity Argentina.