Ahora que pretenden dar la batalla político/comunicacional en cantidades de tuits, RT, posteos y likes, hacemos desde aquí una vez más el llamamiento a que nos detengamos en la veracidad de lo que se cuenta. E insistimos en ello no por la ausencia de repercusión, sino sobre todo cuando es lo contrario.
Hace exactamente una semana, una investigación de PERFIL volvió a ser TT (trending topic) en Twitter. Allí, Emilia Delfino contó en detalle cómo la empresa familiar de los Macri (de la que el Presidente transfirió sus acciones a hermanos e hijos), durante la actual gestión gubernamental compró a otra compañía parques eólicos que había conseguido en licitación pública y luego los revendió. La nota se originó en que pocos días antes Mauricio Macri había interrumpido sus vacaciones en La Angostura para visitar una de esas plantas de energía en Chubut, casualmente.
Como en casi todo, la grieta hizo de las suyas. Los críticos del Gobierno la reprodujeron en las redes sociales como si fuera un ejemplo de estafa presidencial a gran escala. Sus defensores (entre ellos ciertos periodistas, incluso alguno que escribe en este diario, por suerte no de política ni de economía) bramaron ante una supuesta cobertura inconsistente y que no constituía delito. Un “negocio entre privados” fue el argumento defensivo más benévolo, coincidente con el que plantearon las empresas involucradas y consultadas por Delfino.
Vaya coincidencia, un “negocio entre privados” era la respuesta automática de Néstor Kirchner y del kirchnerismo cuando PERFIL investigaba los oscuros intercambios de licitaciones y favores entre empresas, con o sin intervención directa del Estado, como en el famoso caso Skanska.
Este diario reveló una historia que no se conocía, pero no puede asegurar que con los parques eólicos haya habido un acto de corrupción o de circulación de información privilegiada: de tener elementos para afirmarlo hubiera sido título principal de nuestra tapa.
De esclarecer eso se encargará ahora la Justicia, que recibió la denuncia de Stolbizer y diputados K tras nuestra nota. Tal vez el juez Martínez de Giorgi, receptor de la imputación, haga lo mismo que su colega Rafecas, quien archivó semanas atrás un expediente parecido sobre la venta de la familia Macri de sus acciones en Autopistas del Sol, luego de que la actual gestión definiera un suculento aumento de los peajes.
Tampoco suena lógico pedirle a la familia del Presidente (empezando por su padre, el propio jefe de Estado y su hermano Gianfranco, a cargo del holding), que obtuvo su fortuna haciendo negocios con el Estado y entre privados, que venda todo a precio de liquidación y se dedique a la caza y a la pesca. Pero los Macri y en especial los organismos públicos deberían velar por la total transparencia ante posibles conflictos de interés. Ya tuvimos el pésimo ejemplo del Correo. O el de Iecsa, la constructora familiar salpicada por el caso Odebrecht y de la que los primos Calcaterra debieron desprenderse.
Por ello algo similar ronda en teoría por la cabeza del hermano de la vida del Presidente. Nicolás Caputo estaría buscando vender sus participaciones en varias empresas que tienen contratos directos o adjudicaciones con el Estado. Un interesado en comprar es un fondo de inversión con el que Macri se reunió en su última visita a Nueva York. El fondo Point State es uno de los socios del parque eólico visitado por el Presidente y vendido a ellos por su familia. El representante en la Argentina de ese grupo inversor es un tal Darío Lizzano. Anoten ese nombre.