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Negro o blanco

Escalera 20230916
Escalera | Unsplash | Yang Miao

No deja de resultar significativo que sea precisamente ahora, en este contexto específico, que se produce el relanzamiento de un alfajor consabido, ese que se promociona a partir de sus dos versiones: uno negro, otro blanco. El diseño es visualmente directo, el jingle es pegadizo; y si bien hay otros alfajores en el mercado que admiten una escisión análoga, sólo éste la proclama a manera de alternativa inexorable. El eslogan publicitario refuerza por su parte el criterio, pues interroga, taxativo: “¿Vos de qué lado estás?”. Esa es la idea, que existen dos lados, dos y solamente dos, y cada cual tienen que elegir uno.

Considerada como lo que es, una campaña publicitaria de alfajores, el planteo puede tener su atractivo y sin dudas su eficacia. Más extraño, más sorprendente, es que se haya querido ver así la realidad social como tal, la escena política en su conjunto. Es más fácil, por supuesto, y no exige mayores esfuerzos; especialmente cuando la apelación “es más complejo” se estancó como objeto de burla. ¡Qué solaz, el binarismo! ¡Qué propicio es al desgano! Pero incluso los estructuralistas primarios, precisados de orden y esquema, no tardaron en complejizar las distribuciones duales a ultranza.

Las fuerzas políticas mayoritarias se partieron en conflictos, tironeos y resquebrajaduras

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Las fuerzas políticas mayoritarias se partieron en conflictos, tironeos, resquebrajaduras, recelos; evidenciando lo que, en su interior, ya chirriaba y se tensaba. Y se instaló además otra fuerza, compuesta en lo fundamental por un solo hombre, y trastocó el negro o blanco donde no pocos siesteaban.

Y es que el mundo social y político no es como el de los alfajores: “es más complejo”. Y a poco de pensarlo, ni siquiera el de los alfajores es tan reductivo y tan básico. Porque además del color del bañado, hay rellenos y sabores diversos, texturas distintas, diferentes calidades. Uno se encuentra ante la drástica opción: ¿negro o blanco? Y descubre de pronto que, eligiendo una cosa o la otra, en verdad está yendo a parar a una sola y misma marca. ¡Y hay otras, hay muchas otras!

Así fracasa la libertad: no tanto en la obligatoriedad impuesta, que deja mal o bien cierto margen a la desobediencia, como en las opciones mal planteadas, que estrechan arteramente el margen de lo que elegimos.