La pregunta clave es: ¿cuánto tiempo aguantará Cobos los embates institucionales y la presión personal del matrimonio Kirchner? ¿Llegará a 2011? ¿Lo obligarán a renunciar? Esta semana reapareció el peor Néstor Kirchner, el más irracional y exaltado y, en dos discursos hostiles, agigantó la herida abierta entre Cristina y Cobos hasta límites casi imposibles de suturar. Se han convertido en una especie de enemigos íntimos. En su espectáculo Danza con Cobos, la filosa ironía de Nito Artaza compara a Cristina y al vicepresidente con un matrimonio de más de 20 años, porque “no se hablan y cada uno está esperando que el otro se vaya”.
¿Cristina se irá? El único que se atrevió a impulsar semejante despropósito nefasto fue Néstor Kirchner en aquellos días de la autoestima por el suelo, después de la paliza del campo. Los caprichosos argumentos de aquel entonces habilitan a pensar que una derrota muy fuerte en las próximas elecciones parlamentarias podría volver a convocar esos fantasmas antidemocráticos.
¿Cobos se irá? Ya dijo que no tiene “derecho a renunciar”. Por un lado, siente que debe cumplir con el mandato que le dieron las urnas y, por el otro, percibe a través del contacto personal que tiene con la gente en la calle y con los números de las encuestas que la demanda social es que resista en su lugar. “Aguante, Cleto, no afloje, siga firme”, son algunas de las cosas que le piden con un saludo cordial. En algún momento, un grupo de sus compañeros de ruta le aconsejó que pegara el portazo y que, para no quedar pegado al recuerdo de Chacho Alvarez, explicara que, en realidad, los Kirchner lo estaban echando. La idea era que se presentara como candidato a senador por Mendoza para relegitimarse en las urnas contra los candidatos kirchneristas. Los más audaces ya habían diseñado las consignas apoyadas en el “voto no positivo” que lo hizo famoso y decía algo así: “Para que Cleto vote todas las semanas”. Pero el mismo Cleto lo descartó y lo sigue descartando de plano. En el imaginario colectivo, por ahora, el vice funciona como una especie de límite al poder hegemónico de los Kirchner, como un dique de contención a su autoritarismo y como la contracara de sus actitudes pendencieras y soberbias. Por eso se generó ese fenómeno casi único en el mundo de un vicepresidente que triplica en imagen positiva a su presidenta.
¿Pero tendrá Cobos el temple necesario como para bancarse la catarata de operaciones, insultos, agravios y humillaciones que el oficialismo viene y va a seguir descargando sobre su figura? Le han hecho y le han dicho de todo. Amenazas de muerte pintadas en las paredes impulsando que le mande “saludos a Vandor”, por ser un traidor. El mismo Néstor Kirchner lo acusó de ser una máquina de impedir y de haber confesado la existencia de un intento destituyente durante el conflicto con el campo. Un intendente de un pueblo de Córdoba, avergonzado, tuvo que desinvitar a Cobos de uno de los tantos festivales folclóricos que se hacen en la provincia porque directamente le dijeron desde el Gobierno nacional que “se olvidara de los subsidios y las obras públicas en marcha”. El jefe de los senadores oficialistas, Miguel Pichetto, le puso punto final al tema: “Tener un vicepresidente como Cobos es insostenible”. Su par de Diputados, Agustín Rossi, lo calificó de “dirigente opositor” y le reclamó que “no haga mal uso de su investidura”. Kirchner hizo un confuso repaso de las actitudes de los vices desde 1983 y después distorsionó un poco la historia y dijo que Chacho Alvarez renunció para no votar en contra de su gobierno.
¿Cobos tendrá el cuero lo suficientemente curtido para soportar esto? El asegura que sí. Que la práctica deportiva le enseñó la paciencia del maratón para no desesperarse de ansiedad y que el karate le dio fortaleza, autocontrol y capacidad de sacrificio. Su familia sabe que Cleto ha superado situaciones límite mucho más graves que el conventillo conspirativo político. Les confesó que “se preparó para matar y para morir”, durante esos 75 días en los que estuvo movilizado con las tropas argentinas en el Paso Pehuenche, al borde de la guerra con Chile. Como egresado del Liceo Militar y subteniente de reserva fue convocado para estar al mando de una compañía del Regimiento 141. Hace exactamente 30 años le ordenaron avanzar hasta la frontera porque el enfrentamiento bélico por el Beagle estaba a punto de desatarse. Sufrió mucho por aquellos días en plena cordillera. Le envió una carta a sus padres casi de despedida. Se sentía responsable de cuidar a los soldados que estaban a su cargo, varios de los cuales desertaron. Es que no tenían ni el entrenamiento ni los pertrechos necesarios. El oficial Julio Cobos estaba a la una de la mañana, cuerpo a tierra, con el fusil sobre el hombro, con una capacidad de fuego de dos tiros diarios y con morteros sin las espoletas necesarias para hacerlos funcionar. Hasta que el general Sá llegó y dijo con tono marcial: “No podemos quedar mal con el Papa. Vamos a replegarnos. Pero seguimos en guerra, soldados”. Cobos sintió que Juan Pablo II le había salvado la vida y por eso, para él, la misa de pasado mañana en la Basílica de Lujan tendrá un contenido muy singular.
La política y el periodismo estarán más preocupados por detectar si Cristina y Cobos aunque sea se saludan o ni siquiera eso. Ella estará adelante, frente al cardenal Jorge Bergoglio y Cobos unos pasos más atrás, en los bancos junto a otros funcionarios y autoridades eclesiásticas. Después del recuerdo religioso, se realizará un acto cívico al que Cobos no fue invitado porque la lucha continúa.
En las elecciones parlamentarias de 2009, la agrupación de Cobos va a presentar listas propias y alianzas en todos los distritos que pueda, sin involucrarse él personalmente en la campaña. Ya resolvieron que los intendentes y diputados bonaerenses que lo siguen pongan todas sus energías para unificar candidaduras alrededor de Margarita Stolbizer, porque creen que es la figura más convocante para castigar a los Kirchner. En Mendoza, el acuerdo gira alrededor de dos legisladores nacionales de prestigio como el senador Ernesto Sanz y la diputada Laura Montero. Para dotarlos de propuestas, Cobos inauguró ayer la sede de una fundación muy cerca del Congreso, donde tendrá recursos modestos pero muy interactivos. Su objetivo es convocar a los jóvenes para que desde Internet puedan participar con su ideas y convertirse en protagonistas al estilo de lo que hizo Barack Obama en Estados Unidos.
Cobos no lo dice tan claramente porque todavía falta muchísmo tiempo, pero imagina una interna abierta para elegir el candidato a presidente que en 2011 enfrente al kirchnerismo. Todavía cree en la esencia de la concertación y del acercamiento de los radicales con el peronismo, y por eso atiende con entusiasmo la relación con Roberto Lavagna y Felipe Solá, cosa que lo aleja de Elisa Carrió por más que la líder de la Coalición Cívica se haya solidarizado con él después de los ataques de Néstor.
Hasta los ministros más obsecuentes se preocuparon por el regreso a los escenarios de un Néstor Kirchner idéntico al que durante el conflicto con el campo no hizo otra cosa que chocar contra las paredes y dilapidar su imagen positiva y la de su esposa. Confunde irresponsabilidad flagrante con falta de hipocresía y coraje. No hay nadie de su entorno que le diga con toda claridad que con ese discurso crispado pone en riesgo el 25% de imagen positiva que todavía le queda a la Presidenta. No se animan porque el que lo hace tiene que prepararse para irse o para que lo echen del Gobierno. Algo así le pasó a Alberto Fernández. El ex intendente Luis Juez, que hizo una denuncia gravísima contra Kirchner, Carlos Zannini y el empresario del juego Cristóbal López, es el político que más utiliza el humor para editorializar. “Que alguien le dé a Kirchner un Lexotanil del tamaño de una pizza”, dijo para encarnar a una parte importante de la opinión pública que ya no tolera a un Kirchner con cada vez menos equilibrio emocional.
Los presidentes de la Unasur, fogoneados por el uruguayo Tabaré Vázquez, piensan lo mismo y por eso le cerraron el paso a la candidatura de Néstor Kirchner a presidir el organismo que, según las cancillerías no chavistas, necesita un liderazgo prudente y dialoguista como el que propone un estadista de la talla de Ricardo Lagos.
Lamentablemente, Kirchner tiñe con su ejemplo el resto del debate público que tiene que ser caliente, apasionado y sin eufemismos, pero que cae fácilmente en el agravio. En su momento, la propia Cristina caracterizó a Hermenegildo Sábat como cuasi mafioso y jamas garabateó algo parecido a una disculpa. Esa manera de tratar a uno de los hombres más democráticos y talentosos del periodismo rebotó en Hugo Moyano, que no tuvo problemas en decir que Menchi era un “delincuente”. Hasta el cierre de esta edición no se conoce ninguna solicitada de la intelectualidad nac & pop que haya condenado un hecho tan grave como resulta imaginar qué podrían llegar a hacer los muchachos que acompañan al camionero cuando éste acusa de delincuente a alguien. En forma simétrica, pero con signo partidario distinto, la propia Elisa Carrió desbarrancó durante una conferencia en la que calificó como “divino” la posibilidad de que Cristina se quedara viuda, aunque al final recapacitó y le deseó “un buen divorcio” para que nadie muera.
Los amigos de Kirchner no saben cómo hacer para que deje de lastimarse alguien que quiere lastimarse. La ciencia política no alcanza para entender esta perversión. Hay que apelar a otras disciplinas más cercanas a la psicología.
Este Kirchner auténtico, con sed de venganza, embarullado para hablar, con patetismo para hacerse el gracioso, se transforma en el principal factor destituyente al erosionar la investidura presidencial. Se coloca en el lugar de presidente de facto, casi ostentando que mientras él gobierna y gobierna, ella anuncia y viaja. En los días de la 125 se convirtió en el mejor jefe de campaña de Alfredo de Angeli y de Eduardo Buzzi y ahora de Julio Cobos. Mientras Kirchner más le pega, Cobos más crece. Tiene un plan para demoler al vicepresidente que consiste en aislarlo al máximo y condenarlo casi a una prisión parlamentaria para que no se mueva del edificio del Congreso.
Pero ya se sabe que por más obsesivo que sea Kirchner, el control absoluto no existe. Le tiene prohibido a sus hombres que compartan actos o luces o estudios de televisión con el vicepresidente. Sin embargo, en la fiesta de fin de año del Grupo Hadad, a la hora de levantar las copas del brindis, aparecieron juntos en el escenario Daniel Scioli, Mauricio Macri y Julio Cobos, que en ese momento estaba en ejercicio de la presidencia porque Cristina estaba en Brasil. Macri ya se reunió cuatro veces con Cobos y le manifestó su respeto y su respaldo frente a la ofensiva K. Pero Cobos con Scioli… es una foto que seguramente potenció los dolores estomacales de Néstor. Mahatma Gandhi sentenció que “la ira y la intolerancia son enemigos gemelos y se entienden a la perfección”.