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UN PAIS EN SERIO

Ni buitres ni holdouts: fondos Néstor Kirchner

Está comprobado que lo importante no son los hechos sino qué nombre se les pone. Tarifas sinceras, para pagar con Ahora 12.

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Entro a mi oficina con Carla, mi asesora de imagen, y está Herminia, la señora que limpia, sentada en mi escritorio, metida en mi computadora.
—¿Qué hace, Herminia? –pregunto, sorprendido.
—Me estoy anotando en el plan Ahora 12.
—¿Sigue el plan Ahora 12? ¿No lo sacaron?
—Es lo que quiero averiguar, señor.
Herminia sigue sentada frente a mi computadora como si nada, a pesar de que yo estoy ahí. Me parece que no tiene en mí una imagen de autoridad.
—Ajá, ¿y qué es lo que quiere comprar? ¿Un electrodoméstico, algo para la casa?
—No, señor –responde– . Estoy viendo si puedo sacar en 12 cuotas los boletos de tren y de colectivo. Porque aumentaron mucho, señor. Y yo vengo de Laferrere, señor.
—No Herminia –interrumpe Carla–. Usted está confundida. Le aclaro que no hubo aumento de tarifas. Lo que hubo fue un sinceramiento tarifario.
—Aaaaaah… –dice Herminia–. ¿O sea que ahora las tarifas se pusieron sinceras?
—Claro –responde Carla.
—¿Usté dice que las tarifas no mienten más? –pregunta Herminia, que parece no entender bien de qué le hablan.
Herminia se queda pensando un rato. Después me mira, algo resignada.
—La verdad que a mí me gustaba más cuando las tarifas me mentían un poco, cuando no eran tan sinceras.
—Está bien, Herminia, vaya –dice Carla y la acompaña hasta la puerta–. Yo después le averiguo lo del Ahora 12 y le cuento si aceptan SUBE.
Herminia se va de mi oficina.
—¡Pobre mujer! –digo.
—¡Claro, vos preferís que nos mientan con las tarifas! –dice Carla, algo enojada.
—¿Qué te pasa? ¿Te volviste amarilla?
—No, para nada, pero estuve hablando con algunos funcionarios y…
—Te convencieron…
—Digamos que me hicieron ver las cosas de un modo diferente –explica Carla.
—Te convencieron.
—¡Basta! –se enoja Carla–. Sólo digo que tenemos que tener memoria y saber de dónde venimos. Con el gobierno anterior todo era mentira, ocultar datos… el Indec de antes no informaba sobre la pobreza ni sobre la inflación. En cambio el Indec de ahora…
—¿El de ahora qué?
—Bueno, el de ahora… en fin… no sé, digo…
—Pará, ¿cuáles son los datos sobre la pobreza y la inflación que da el Indec de ahora?
—Vos sos un impaciente. ¿Sabés lo que cuesta sacarte de encima la pesada herencia kirchnerista?
—¿O sea que hay que esperar para que el Indec vuelva a dar datos reales?
—Y sí, hay que esperar –dice Carla.
—¿Cuánto?
—Y, no sé… el Indec es de hablar poco.
—Pero, ¿alguna idea?
—No, hay que esperar, qué sé yo. Igual, ¿qué son cinco o diez años en la historia de un país?
—Me parece mucho –digo–. Pero tal vez tengas razón y yo sea un impaciente.
—Igual, tranquilo, porque están pasando cosas que ponen de manifiesto la pesada herencia que dejó el kirchnerismo: fue preso Ricardo Jaime, Ingrid Grudke está en crisis en su pareja con Cristóbal López…
—¿Y eso amortiza los aumentos y los despidos? –pregunto.
—Más o menos –responde Carla–. Pero por el momento sirve como para ir tirando hasta que llegue el crecimiento de verdad. Y seguramente irán apareciendo otros casos. La lista es larga: tenés el video del choreo en La Rosadita…
—Pará un cacho –aclaro–. No prejuzgues: yo sólo veo gente contando billetes.
—Se entregó Ricardo Jaime.
—Yo sólo veo un ex funcionario que no tiene apellido y que decidió aclarar su situación con la Justicia.
—Y Pichetto traicionó a Cristina y al Frente para la Victoria.
—Yo sólo veo a un senador de la Nación votando de acuerdo a lo que le manda su conciencia.
—¡Pero votó a favor de los fondos buitre!
—¿Buitres o holdouts? –pregunto–. ¿Cómo debería llamarlos? Porque parece que ahora lo de “buitres” ya fue…
—Ni una cosa ni la otra. ¿No viste que Pichetto justificó su voto diciendo que Néstor hubiera votado a favor del pago y del acuerdo?
—Sí.
—Bueno, eso marca el fin de la grieta. Ni buitres ni holdouts: ahora los llamamos Fondos Néstor Kirchner y arranca definitivamente la reconciliación nacional.
—¡Qué bueno! –me entusiasmo–. Así todos pueden usar los argumentos de todos, sin rencores ni escrúpulos.
—¡Claro! –exclama Carla–. El macrismo podría empezar a usar los mismos malabares discursivos que el kirchnerismo, y todos felices.
—Por ejemplo, cuando alguien dice que Angelici es un oscuro y muy influyente operador en la Justicia, además de zar del juego.
—Yo sólo veo a un humilde presidente de un club de fútbol, elegido por los socios –responde Carla.
—El Gobierno nombró directora de Radio Nacional Neuquén a la vocera del magnate Joe Lewis, que se apropió del Lago Escondido.
—Yo sólo veo a una pobre laburante que busca atraer inversiones extranjeras.
—Cada vez hay más gente sin techo, durmiendo en las calles de Buenos Aires y de todas las grandes ciudades del país.
—Yo sólo veo gente que busca tener mayor contacto con el aire libre.
—Parece que Nicolás Caputo es el Lázaro Báez de Macri…
—Yo sólo veo a un humilde empresario que apuesta por el bien común y el crecimiento de la Argentina, y que casualmente es íntimo amigo del ex jefe de Gobierno porteño y actual presidente de la Nación.
—Existe una epidemia no declarada de dengue…
—Yo sólo veo mosquitos a los que sólo hay que prenderles espirales para espantarlos.
—Es muy sencillo –me entusiasmo–. No entiendo por qué los argentinos no nos ponemos de acuerdo si todo es tan fácil.
—Sólo se trata de saber administrar bien el lenguaje –agrega Carla–. Y entender que a veces sólo es una cuestión de mirada, de nombres…
—Sí, pero hay que reconocer que este gobierno dialoga.
—Por supuesto: porque el diálogo es la matriz discursiva de este gobierno –afirma Carla–. El diálogo es al discurso de Cambiemos lo que el proyecto nacional y popular era al discurso del FpV.
—El problema es que el proyecto nacional y popular terminó en muchos casos en un proyecto personal e individual.
—Habrá que ver entonces en qué termina el diálogo –dice Carla.
—Por el momento me huele un poco a chamuyo –admito.
—Es verdad –concluye carla–. Y diálogo y chamuyo se parecen bastante. Pero definitivamente no son lo mismo.