Las políticas agropecuarias han inducido a todos los Estados del mundo a una combinación que tiene como eje la promoción de la producción directa y el valor agregado por ella generada, asociados a la ocupación del territorio, a las consecuencias geopolíticas del vacío poblacional y, en particular, a procurar la defensa y el control del territorio.
La idea de tomar las políticas agropecuarias como un complemento de la defensa nacional, siendo un factor preventivo, ha sido extraordinariamente importante tanto en el este asiático, en todo el continente europeo y, más aún, en la propia colonización norteamericana y en el proceso de Conquista del Desierto en la experiencia Argentina. Hubo también en este énfasis otorgado a las políticas agropecuarias a nivel internacional la percepción de que un debilitamiento en sus incentivos y en sus reglas podría fomentar la marginalidad y el aislamiento en las comunidades menos desarrolladas.
Debe recordarse que en el proceso de desarrollo y de urbanización, el riesgo de sectores aislados e improductivos no sólo constituye una rémora sino también un grave riesgo sobre el desarrollo a futuro. La idea de utilizar y promover la actividad agropecuaria como una herramienta para abatir la pobreza, promover la integración social y generar sinergia con el resto de las actividades productivas ha sido el foco de las políticas públicas de fines del siglo XIX y durante el siglo XX.
Otro tema que estuvo detrás de estas cuestiones fue la obsesión con la seguridad alimenticia, tan significativas para entender las experiencias del este de Asia y de Europa. Las hambrunas, los padecimientos sociales, el temor a verse subordinado por la escasez de alimentos han constituido el eje de las políticas de promoción de las actividades productivas en el agro. Los casos suizo, español, francés, japonés o coreano están directamente vinculados a este aspecto. Muchas veces, la gran dificultad que tuvieron las discusiones internacionales sobre la apertura de la economía de todos estos países choca con el concepto subyacente en la línea argumental, referido a la eficiencia relativa de estas actividades, esgrimido en las rondas multilaterales de expansión del comercio, cuando en la opinión pública doméstica de esos mismos países lo que predomina son tanto el trauma alimenticio como la cuestión de defensa nacional.
El otro objetivo de las políticas gubernamentales respecto del agro fue facilitar la mercantilización y la interacción con el resto de la sociedad en sus actividades productivas. Hay que recordar que acceder a los mercados integra a la sociedad productiva a estos sectores. En otras palabras, la mercantilización alejó de la autoproducción y el autoconsumo a las producciones agrarias marginales, motivando la especialización y aumentando drásticamente la productividad interna.
En todos los países, entonces, el rasgo común de las políticas fue la promoción del sector agropecuario como vehículo de integración, modernización, defensa y seguridad alimenticia. En ningún país moderno se discrimina al sector agropecuario o se lo trata como un adversario. En las naciones exitosas, es un aliado incondicional para alcanzar el desarrollo económico y la integración social.
* Precandidato a jefe de Gobierno porteño. www.ricardoenlaciudad.com.ar.