No creo que sean muchos, pero no descarto que alguno de ustedes esté atento y hasta expectante por los vaivenes de la delegación argentina en el medallero de los Juegos Odesur. Si efectivamente es uno de ellos, se habrá descorazonado desde que, dos días atrás, la delegación perdió el liderazgo ante Venezuela. Ni hablar ahora, que pelea casi más por evitar quedar cuarto de Colombia que recuperar el segundo ante Brasil.
Sin embargo, le sugiero no ponerse ni demasiado mal en un caso ni demasiado bien en el otro. Sí le propongo que destaquemos algunos temas sueltos que ayudan a darle un contexto a una competencia regional de segundo orden.
–Si los Panamericanos hace rato que no son medida pensando en los Olímpicos (salvo un puñado de disciplinas que son clasificatorias), los Odesur están lejos de ser medida de referencia respecto de los Panamericanos.
–A gusto y necesidad del país del que forma parte la ciudad sede, se quitan o agregan deporte y/o especialidades. Pasa con el tiro, pasa con el patín, y no pudo pasar con el rugby.
–A propósito de rugby: pese a no ser una disciplina olímpica o panamericana, se lo incluyó en los Odesur en su modalidad de seven-a-side. Una semana antes de los Juegos se había anunciado su cancelación debido a la renuncia de Uruguay, con lo que sólo quedaban tres equipos participantes: por reglamento, una prueba sólo es válida si compiten al menos cuatro; poco serio.
–Brasil, claro número uno regional, presentó una delegación de tercer nivel. En algunos casos, lo mismo hizo la Argentina.
–Por temas de política deportiva, se convirtió a estos juegos en prioridad. ¿Alguien cree que el diamante del atletismo argentino, Germán Chiaraviglio, debía competir en estos juegos tras un año intenso y cuando debe descansar y empezar la preparación para un año con Sudamericano, Panamericano y Mundial? ¿Cuánto sentido deportivo, mas no político, tenían las presencias de Bardach y Meolans, notables nadadores que en apenas tres meses disputan el Mundial en Melbourne?
–Algunos medios, seguramente comprometidos en sobreestimar estas pruebas, celebraron la victoria de la posta combinada argentina ante la brasileña: primera vez en 26 años que se logra ese éxito, dijeron. Lo que no explicaron es que fue con la marca 48º de la temporada: con ese tiempo, ni por asomo se va a un Mundial y dudo que a un Panamericano.
–Chiaraviglio, Meolans, Bardach, Daniela Krukower (judo), Walter Perez (ciclismo), Andrea González (patin), María Fernanda Lauro (canotaje) y tantos otros son de potencial diverso pero que compiten a nivel internacional. Sus triunfos aquí han sido legítimos e incuestionables y es probable que sea un buen mimo para el alma verse reflejados en los principales medios nacionales. Pero deportivamente no les sirve más que para colgarse medallas hasta la tortícolis en pruebas como ésta, que ni siquiera cumple el rol de ser promocional.
Podríamos llenar dos diarios con datos que les evitarían el trabajo de cargarse de adrenalina siguiendo una competencia que sólo importa por nuestros deportistas. Jamás le quitaría valor al entusiasmo de ellos y a la alegría de sus podios. Pero flaco favor le haría a su prestigio creer que hay equivalencias entre las varias doradas de Bardach y su inolvidable Bronce en Atenas 2004; o al enorme Meolans, cuyo prestigio de campeón mundial no merece estar expuesto en este tipo de prueba.
Seguramente, estas líneas se vean antipáticas a los ojos de los deportistas, sus equipos de trabajo, familiares y amigos. Sólo les pido algo: imaginen cómo cambiaría su vida de atleta si se hubieran invertido en sus carreras los millones de dólares que costaron estos Juegos que sólo se sostienen porque en ellos radica la existencia de la Organización Deportiva Sudamericana: es decir, un ámbito de dirigentes y no de deportistas.