En los primeros años del siglo XXI, Sudamérica (exportadora de materias primas) se benefició con el boom de las commodities: los países de la región contaron con excedentes externos (lo que les permitió desendeudarse y acumular reservas) y espacio fiscal inédito para desarrollar amplias políticas que redundaron en sustantivas mejoras de los indicadores sociales.
En 2010-2013 el crecimiento de los países de la región fue auspicioso: Perú y Paraguay crecieron ambos al 7% por año, Uruguay lo hizo al 6%, Argentina y Chile al 5% y Brasil al 4%. En paralelo, en esos años el desempleo se mantuvo relativamente bajo (entre el 6 y el 9% promedio), por debajo incluso de las cifras de los países desarrollados. En términos de inflación, a excepción de la Argentina (25% anual), estos países sudamericanos mostraron subas de precios por debajo de los dos dígitos y en algunos casos inferiores al 5% anual, como Chile y Perú (3% promedio anual).
El contexto global más adverso afectó el dinamismo de la región en los últimos dos años. A partir de 2014, la caída en el precio de las commodities por el fortalecimiento del dólar (tras la eventual suba de tasas en EE.UU.) y la desaceleración de los emergentes (fundamentalmente China) se tradujo en un menor influjo comercial y financiero. Esto redundó en la pérdida de reservas internacionales, en un menor crecimiento económico y en la devaluación de las monedas de la región.
Si bien la desaceleración de Sudamérica es generalizada, algunas economías (con fundamentos macroeconómicos robustos) sortearon de manera exitosa el shock negativo, pero en otros casos (con importantes distorsiones internas) se sumaron mayores presiones.
En el primer caso, en 2014-2015 Paraguay lideró el crecimiento del PBI (+4% anual), seguido de Uruguay y Perú (ambos +3% anual) y Chile (+2% por año). Más aún, en esos países la inflación se desaceleró (Paraguay) o sólo creció marginalmente.
En el segundo grupo se encuentran Argentina, que en 2014-2015 permaneció estancada, y Brasil, que se contrajo 2% por año. En estos casos, la inflación se aceleró (32% por año en Argentina y 8% anual en Brasil) y sus monedas fueron las que más se devaluaron (+60% y +70%, respectivamente).
Hacia adelante, no se prevé que el contexto internacional empeore, pero tampoco mejorará sustancialmente. El desafío de los países de la región pasará por adaptarse a este nuevo marco y encontrar los mecanismos para profundizar (o al menos sostener) los avances sociales logrados durante el boom.
* Economista de Ecolatina.