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UN PAIS EN SERIO

No nos une el amor

Maduro trabaja para la reelección de Macri, que trabaja para CFK, que hace un libro que se vende como delivery de venezolano.

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| Cedoc

—¡Esto es un horror! –digo a los gritos, escandalizado, mientras veo unas imágenes de la brutal represión en Venezuela.

Carla, mi asesora de imagen, saca la vista de su iPad y se acerca a mi escritorio.

—¡Mirá lo que está pasando ahora en Caracas! –insisto–. El gobierno de Maduro está reprimiendo a la gente.

—Guarda que te van a acusar de hacerle el juego a la derecha…

—¡Pero mirá! ¡Es un desastre! Ojo, yo entiendo que detrás de todo esto está el gobierno estadounidense, que Trump se está relamiendo, que seguramente no se metió porque ve que se cae solo.

—Y encima Trump logró un desempleo récord, el más bajo de los últimos cincuenta años –agrega Carla–. Y se sabe que un presidente estadounidense bombardea un país del Tercer Mundo cuando la economía anda mal.

Carla se para detrás de mí y observa unos segundos la tele donde estoy viendo las imágenes.
—Ah, veo que estás mirando los nuevos spots de campaña de Macri –dice.

—¿De qué estás hablando? –pregunto, sorprendido–.  ¡Esto es Venezuela! ¡Ahora! ¡En vivo!

—Sí, ya sé –responde Carla, muy tranquila–. Es Maduro trabajando para la reelección de Macri. Bueno, de Macri… de Cambiemos.

—No entiendo.
—¿No? Está clarísimo. Todo esto le sirve al Gobierno de cara a las elecciones de octubre. Es más, creo que Maduro es el único que no se pronunció a favor de la candidatura de María Eugenia Vidal.

—El plan V está a la orden del día…
—¡Hasta Bolsonaro dijo que podía ser una posibilidad! –afirma Carla.

—Y ni hablar la UCR, que exigió que la fórmula sea Vidal-Lousteau –digo.
—Ahí te das cuenta de lo debilitado que está el Gobierno.

—¿Lo decís por el plan V?
—No, lo digo porque tenés que estar en las últimas si la UCR está en condiciones de exigirte algo –dice Carla–. Igual, el plan de la UCR es más ambicioso.

—Sí, ya pidieron que entren a Cambiemos Lavagna, Massa, Urtubey y Pichetto.
—Y eso no es nada. Estarían por pedir que se sumen también Lionel Messi, Manu Ginóbili, Martha Argerich, la reina Máxima y todos los argentinos que están en el Cirque du Soleil.

—Parece complicado –admito–. Pensá que el Gobierno llamó al diálogo y por el momento obtuvo un amplio rechazo de todos. Menos de Urtubey, que confirma que es casi casi un oficialista.
—¡No te confundas! –dice Carla–. Urtubey es un dirigente opositor. Pero con capacidades opositoras diferentes.

—Mientras tanto, Cristina suma de todo. Hasta dirigentes que supieron sobreactuar un antikirchnerismo inverosímil hasta hace no mucho. Y lo hace con la velocidad con la que vende libros.
—Lo que está haciendo Cristina es revolucionario –dice Carla.

—¿En la política? ¿En la sociedad?

—No, en el mercado editorial. Es como el Indio Solari, una autora de culto y al mismo tiempo masiva. Que tiene un montón de gente que la ama y la sigue a todas partes. El problema es cuando empieza el pogo.
—¡Hablando de pogo, mirá eso! –interrumpo a Carla y señalo la tele.

Pasan imágenes de Buenos Aires, donde se están peleando manifestantes a favor y en contra de Maduro, frente a la embajada de Venezuela. Los que están a favor son argentinos, de agrupaciones de izquierda. Los que están en contra, venezolanos, muchos de ellos con bicicletas y la caja del delivery sobre las espaldas.

Lo que sucede no parece propio ni de Venezuela ni de la Argentina, sino de Colombia. Más precisamente, de Macondo. Unos manifestantes chavistas le roban la bicicleta y el celular a un delivery antichavista. Un argentino antichavista le regala un celular al antichavista delivery al que robaron. Cae un antichavista herido de bala, pero no por un chavista: por un policía de la Ciudad.

—Sigue la campaña a favor del Gobierno –digo.

—Veo que vas entendiendo –agrega Carla–. La mejor campaña a favor de Cristina la hace Macri. Y la mejor campaña a favor de Macri la hace Maduro. Pero ambos tienen un aliado en común.
—¿Cuál? –pregunto, sorprendido.
—El espanto.

—¿Vos decís?
—Por supuesto. Esto es política. Y la política es…

—…¿el arte de negociar los contratos? –pregunto.
—Sí, también –concluye Carla–. Pero la política es, sobre todo, el lugar donde más garpa el espanto. Eso sí, el amor te lo debo.