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grafitis

Nunca fuimos individuos

Desde que el mundo se autopercibe, la libertad ya no es la misma. No lo digo con añoranza. Solo parece distinta. Tampoco sé muy bien a qué libertad me refiero porque supongo que su aspiración es propia de la condición humana. Quizá se despliega mayormente a través de la filosofía del liberalismo de Locke durante el siglo XVII, e irrumpe con fuerza durante las distintas guerras de la Independencia. En todo caso, la idea de libertad es recurrente, y no resulta fácil comprenderla en su conjunto.

¿Autopercibirse sería una forma de ejercerla? ¿O hacer de la libertad una cuestión personal es el extremo de su versión en el individualismo moderno? ¿Me percibo de tal o cual manera destituye la mirada del otro, es un espejo interno que se defiende de las atribuciones? Estas derivas provienen de un grafiti que encontré en las calles de Santiago de Chile. Desconcertante al principio, y revelador sin respuesta, al final: “Nunca fuimos individuos”. Estaba escrito con pintura negra debajo de una ventana con las cortinas cerradas. Algunas letras chorreaban, la “i”, la “o” y la “N”, produciendo un efecto de disolución. ¿Qué significaba? Me costó un tiempo comprender el impacto que me produjo la lectura. Parecía afirmar lo innecesario de la pregunta por el “¿quién soy?”. Somos todos partecitas o un vacío incolmable.

Seguí caminando por calles muy intervenidas. Las paredes eran un libro abierto. Otra palabra me llamó la atención: “Abajismo”. ¿A qué clase de descenso se refería? ¿Era una proclama o una denuncia? Me rescató el antónimo: “Arribismo”. Igualmente, no fue suficiente para entenderla. Por suerte mi sobrina (chilena, socióloga, pero sobre todo atenta al mundo) me desasnó. Acá llaman “abajistas” a una suerte de “progres” que intentan simular sus orígenes “cuicos” (cheto en chileno). Una identidad que busca acercarse a las bases, ocultando su procedencia, tanto en la manera de hablar como de vestirse. Por las mismas calles, terminamos en el Centro Cultural Gabriela Mistral, un edificio increíble dedicado a distintas artes, tan urbano como las frases que fuimos encontrando en el camino. Aproveché para evocar algunos de sus poemas, a ochenta años de haber recibido el Premio Nobel. Solo me vinieron a la mente aquellos que proclaman la espiritualidad del mundo al tiempo que expresan su desolación.

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